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       Washington D.C – sábado; octubre del 2017

Harry observaba a su novio en silencio, mientras que le acariciaba la mejilla con los nudillos de su mano. Le causaba tanta ternura verlo dormir, aunque esta vez era un poco diferente. El castaño quería que descansara por varios días, pues entre el trabajo y el regalo de Robert, el moreno no había dormido nada los últimos días. Había pasado dos semanas enteras desvelándose con la excusa de que el regalo debía salir perfecto y aunque Harry se había ofrecido a ayudarle, el chico se había negado diciendo que era algo que él quería hacer con sus propias manos.

Harry dejó un beso en la mejilla de su novio, quien realmente parecía estar muy cómodo durmiendo en el asiento del copiloto. Ambos se encontraban estacionados a dos casas de distancia a la casa de Robert. Harry se había ofrecido a llevarlo, ya que ni por muy loco que estuviera dejaría a Archie conducir en ese estado de somnolencia. El castaño se acomodó en su asiento y apoyó su cabeza en el cristal de la ventana, dejándose llevar por sus pensamientos.

Realmente le dolía ver a su novio de esa manera. Él sabía que sin importar lo que hiciera, lograría llenar ese espacio que Robert le había dejado en su vida, y aunque Harry no buscaba llenarlo, sino que solo quería ayudarlo a sentirse mejor, sabía que solo Archie era el encargado de ello. El castaño en ocasiones recordaba la primera vez que había visto a Archie. Él era un estudiante de intercambio recién llegado, pero aun así no había podido escaparse de las fotos de navidad que solían tomar con todas las promociones. Archie había sido el fotógrafo aquella noche y Harry... por alguna extraña razón había caído flechado desde ese instante.

Luego de ello solo investigó sobre él. Lo sobresaliente que era en su carrera, las oportunidades que había tenido dentro y fuera de la universidad. Todo, absolutamente todo lo que iba conociendo de Archie, lo hacía sentirse cada vez más enamorado de él y aunque muchas veces se planteó acercársele, siempre terminaba desechando la idea por la pena que le causaba. Sin embargo, un día había tomado el coraje de hacerlo, pero suponía que era muy tarde, pues siempre lograba ver a Archie junto a Robert de arriba para abajo.

Harry desde ese entonces pensó que podía amar a Archie en secreto y así lo hizo durante un año. Al menos hasta que Robert comenzó a salir con Eric y dejó de lado a alguien tan bueno y dulce como Archie. El castaño aun no entendía por qué el cambio, pero desde el fondo de su corazón, agradecía a la vida aquella enorme oportunidad.

Él tan solo quería que Archie fuera feliz y se había prometido desde aquel día en la fiesta, que trabajaría todos los días para lograrlo.

Sintiendo como el teléfono de Archie vibraba sobre la guanteara del auto, Harry se vio en la obligación de dejar aquellos pensamientos de lados y tomarlo. Observó el mensaje de texto de Camila, avisándole que era el momento indicado para entregar el regalo. Harry suspiró y regresó el teléfono a su lugar para dedicarse a despertar a su novio. Archie gruñía un poco ante los movimientos que sentía en su hombro.

―¿Ya es hora de ir a trabajar? ―preguntó en un quejido. Harry se rio y le plantó un beso en la mejilla, haciendo que el moreno abriera sus ojos y se girara a verlo pestañeando repetidas veces mientras se acostumbraba a la luz.

―Es hora de que entregues tu regalo, cariño. ―Archie ante ello abrió sus ojos por completo y miró a Harry sonriendo nervioso. ―Todo va a salir bien, tranquilo. Ve, yo estaré aquí. ―el chico asintió y besó a su novio en los labios para así poder quitarse el cinturón y abrir la puerta saliendo del automóvil.

Después de cerrar la puerta y abrir la de atrás, sacó el mural que había hecho con ayuda de cartón piedra para la base. Cerró la puerta y luego comenzó a caminar hacia la casa de su mejor amigo.

¿Estaba nervioso? Demasiado a decir verdad.

¿Tenía miedo? Por supuesto que sí.

Aún no sabía si Robert le seguía odiando. O si aceptaría el regalo. Realmente Archie deseaba que lo hiciera, pues había puesto mucho esfuerzo en ello, incluso había dejado a Harry de lado por toda la semana solo para dedicarse al obsequio.

Suspirando el moreno se detuvo frente a la puerta de su mejor amigo, con nervios tocó el timbre y esperó en silencio. Al notar como el pomo de la puerta se movía, sonrió ampliamente al ver como se abría y seguido de ello su mejor amigo aparecía.

―¿Archie?

―No digas nada, por favor. Solo... quería desearte un feliz cumpleaños. ―susurró y se alejó lo suficiente para abrir aquel mural con fotografías.

Aquellas fotografías que contaban parte de su historia. Desde que eran unos adolescentes hasta la actualidad. Cada tropiezo y caída. Cada enfermedad. Cada alegría y tristeza. Muchos momentos vividos contenidos en aquel mural. Robert salió de la casa y lo observó en silencio. Archie notó como Camila salía acompañada de Ethan, sonriendo ampliamente ante aquel precioso obsequio. Sabía que Robert muchas veces había exigido uno para colocar en su habitación.

―¿Es solo para mí? ―cuestionó Robert después de un momento. Archie asintió sin dejar de verlo. ―Entonces, ¿puedo hacer con él lo que quiera? ―Archie volvió a asentir regalándole una sonrisa.

―Solo si lo aceptas, mejor amigo.

El chico asintió y se giró para ingresar a la casa. Camila y Ethan se acercaron a Archie para apreciar mejor las fotos. Ethan le felicitó y Camila no se quedó atrás, inclusive pidió uno similar para su boda, solo que ese debía contener fotos de ella y Ethan.

―¿Podrías dejarlo en el suelo? ―el trio se giró y observaron a Robert en silencio, confundidos.

―¿Robert? ―mencionó Camila siendo interrumpida.

―Archie dijo que era mío y que podía hacer lo que quisiera. Lo quiero en el suelo. ―Archie confundido terminó haciendo lo que su mejor amigo pidió y se alejó un poco. El moreno entonces notó como Robert tenía en sus manos una botella.

―¿Qué es eso? ―cuestionó Ethan al también notarla.

Robert no dijo nada, tan solo abrió la botella y comenzó a echarla sobre aquel mural en silencio. El olor a gasolina llegó a las fosas nasales de todos haciendo que Archie reaccionara.

―¿Qué haces, Robert? ¿Por qué le echas gasolina? ―le gritó, pero el castaño solo hizo caso omiso y sacó de sus bolsillos una cajetilla de fósforos. Tomó uno de ellos y lo encendió para luego dejarlo caer sobre aquel mural que de inmediato comenzó a incendiarse. ―¡Robert! ―gritó el moreno alejándose ante el fuego.

―¡Robert! ¿Qué has hecho? ―cuestionó Camila mientras miraba como aquel mural comenzaba a convertirse en cenizas.

Archie solo sentía su pecho doler. Las lágrimas comenzaron a salir y correr por sus mejillas. Todas las noches que se había desvelado, que había llorado con cada recuerdo, que había descuidado a su novio solo por Robert y que le pagara de esa manera... le dolía horrores. Aquella persona frente a él no parecía ser el chico que él conocía.

―¿Ves lo que quedó de tu regalo? Cenizas. Eso es nuestra amistad para mí, Archie. Solo cenizas. Ahora no vuelvas a aparecer en mi vida, porque llamaré a la policía.

Dicho eso, el castañosolo tomó la botella de gasolina y se adentró a su hogar, dejando a una parejaatónita ante aquel accionar y a un joven con el corazón roto al darse cuenta deque realmente había perdido a su mejor amigo.    

Querido RobertWhere stories live. Discover now