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Archie jugueteó con sus dedos bajo la mesa mientras que esperaba a su mejor amigo. Su mirada iba de un lado a otro buscándolo, había visto cuando el equipo de futbol ingresó al comedor aquel mediodía, sin embargo Robert no venía con ellos y eso lo colocaba más nervioso. Tenía miedo de haber sido descubierto; si eso sucedía Robert se molestaría y se alejaría, y era eso justamente lo que Archie no quería.

El moreno le debía muchísimas cosas al castaño. Ser huérfano y tener oportunidades de salir del orfanato debido a los méritos académicos para él no había sido fácil. Siempre había tenido problemas con ser sociable, mayormente vivía ensimismado en su propio mundo, leyendo, dibujando o aprendiendo todos los días algo nuevo. Así que cuando se le dio la oportunidad de estudiar la secundaria en un colegio privado, Archie se enfrentó a un nuevo entorno totalmente desconocido para él.

Los primeros meses fueron relativamente fáciles, él había pasado desapercibido todo aquel tiempo hasta que llegaron las fechas de navidad. Los niños se emocionaban para aquellas festividades debido a las fiestas y las actividades con manualidades que hacían anualmente para sus familiares. No existía ningún niño que odiara aquella fecha del año, ni siquiera el infante de cabello azabache la odiaba, de hecho, le gustaba mucho solo porque podía jugar con la nieve.

Sin embargo, los niños del actual siglo en ocasiones suelen ser muy crueles y Archie simplemente se convirtió en un blanco fácil. Al saber que el menor era huérfano, las burlas para él se hicieron presentes al punto de llegar a sufrir de un bullying violento, al menos hasta que Robert, un niño a quien le gustaba ser amigo de todos y quien no se detenía a juzgar, se acercó una mañana y defendió al menor del resto de sus compañeros. Desde ese entonces, los lazos de amistad entre ambos niños se hicieron inquebrantables.

―¿Archie? ―la mención de su nombre causó que el muchacho alzará el rostro y se encontrara con aquellos orbes avellanas observándolos curiosos. El moreno sonrió e hizo una pequeña mueca al bajar la mirada y posarla sobre la mesa.

Era hora.

El momento había llegado. Archie no sabía que podría surgir de aquella conversación, sin embargo algo en él le decía que todo cambiaria desde ese momento.

―Pensé que ya no vendrías, Rob. Te he estado esperando desde hace un rato. ―mencionó el moreno mientras que el castaño tomaba asiento y dejaba sus pertenecías sobre la mesa.

―Lo siento, estaba haciendo alguna diligencia. ¿Estás bien? ―solo un asentimiento obtuvo de respuesta el castaño quien frunció el ceño. ―¿Ocurre algo, Archie? Estas algo..., extraño.

―Nada, Rob. Solo estoy algo cansado. El trabajo y la universidad están haciéndose un poco pesado, nada de qué preocuparse. ―Robert asintió con duda pero decidió no seguir con el tema, al menos no por el momento. Sabía que no era bueno presionar a su mejor amigo.

―Hay algo que quiero mostrarte. ―comentó el mayor tomando su mochila para abrirla y sacar de allí varias hojas dobladas, las cuales no fueron desconocidas para el moreno una vez que las tuvo frente a él.

Eran sus cartas.

Un pequeño regocijo recorrió su cuerpo. Por su cabeza ni siquiera había pasado la posibilidad de que Robert las guardara, de hecho estaba totalmente seguro de que después de leerlas, su mejor amigo las desechaba.

―¿Son estas las cartas del anónimo? ―preguntó como quien no quiere la cosa. Robert asintió dando un suspiro. Archie fingió leer, conocía muy bien el contenido de cada una de ellas. ―¿Ya sabes quién es?

―Eso quisiera... ―suspiró apoyando su cuerpo sobre la mesa. Archie alzó la mirada por primera vez desde que Robert había llegado y lo miró. ¡Aun no lo habían descubierto! El moreno tan solo quería colocarse de pie y festejar en ese momento. Aquello significaba que seguía conservando a su mejor amigo. ―, quiero que me ayudes a saber quién es, Archie. Necesito conocerlo, y tal parece que él ha platicado contigo porque te menciona en sus cartas.

―¿Conmigo? Sabes que no soy de hablar mucho, si acaso lo hago contigo y con los profesores después de clases. Es cierto que en el equipo de ajedrez todos se han acercado a mí para preguntar por tu cambio, pero nada más. ―respondió Archie muy seguro de sus palabras.

Era cierto, todos se habían acercado y cuestionado por el cambio tan repentino de Robert, pero Archie no podía decir mucho sobre eso, solo se limitaba a encogerse de hombros y a sumergirse nuevamente en sus libros.

Robert lo miró e hizo un puchero tomando una de las cartas para leerla y tratar de identificar la letra, pero nada. No se le hacía conocida y él había visto ya varios cuadernos con el pasar de la carrera. Suspirando apoyó su rostro en el hombro de su mejor amigo y cerró los ojos. Había algo más que comentarle y temía por su respuesta.

―El sábado tendremos una fiesta en la casa de Eric... ―susurró. Archie lo miró con el ceño fruncido y alzó apenas sus hombros para no incomodar al contrario. ―, me dijeron que podía llevar personas y he invitado a Camila, ella llevará a su novio.

―Espero disfrutes, Rob. ―respondió el moreno comenzando a recoger las cartas de la mesa para ir doblándolas una por una.

―Quiero que vengas conmigo.

―¿Qué? ―Archie se giró a verlo rápidamente separándose de su mejor amigo quien lo miraba sonriendo con timidez y asintiendo suavemente.

―Si, eres mi mejor amigo. Además, Eric me dijo que quería conocer a mis amistades y tú y Camila lo son. Anda, Archie; por favor... ―susurró haciendo un puchero mientras juntaba sus manos. El moreno lo miró negando, lo cual tuvo como resultado que Robert lo abrazara por el costado y se acurrucara en su pecho. ―, por favor, por favor, por favor.

―Ya, ya, está bien. ―bufó cerrando sus ojos. Le molestaba cuando se colocaba a repetir varias veces una misma palabra. Robert festejó aplaudiendo y dejó un beso en la mejilla de su mejor amigo para volver a abrazarlo con fuerza.

―Te encantara, lo prometo.

―Eso espero, Rob..., eso espero.













···

¡Capitulo nuevo!

Espero les guste el capitulo. Recuerden hacerme saber sus opiniones mediante votos y/o comentarios.

Linda noche. <3

Querido RobertWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu