It's frustrating...

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Papeles volando por todos lados, un escritorio sucio y mis pensamientos revoloteando por todos lados. Los tres eventos sucedían de manera simultánea mientras escribía. Había pasado tiempo desde la última vez que me había sentido de esa manera.

Tarareé una canción mientras recorría el pasillo hacia la cocina. Ella no estaba en casa aún. Tenía que trabajar un tiempo extra para conseguir un ascenso bien merecido. Suspiré antes de tomar una taza para el café, luego me dirigí a la estufa en la cual estaba la tetera esperando que su contenido líquido hirviera. No esperé mucho pues a los segundos salió el vapor característico del agua hirviente. Tomé con cuidado la agarradera de la tetera y sobre unas dos cucharadas de café vertí su contenido. Aunque generalmente salgo a comprar café, mis ánimos no estaban para eso.

El cansancio de mi cuerpo no correspondía al de mi mente. Recuerdos inestables rondaban por mi cabeza. Algunos eran dolorosos y otros más, tristes. Claro que los de felicidad no faltaban, pero eran menos comunes. Regresé con la taza a mi estudio. El desastre en mi escritorio debía terminar de una vez. Tan pronto como lo decidí, di un trago a mi taza y la dejé lejos del lugar, donde yo sabía que no le ocurriría nada ni mucho menos se caería en alguna cosa importante.

Conforme papeles sucios y basuras salían de alguno de los rincones del espacio de trabajo, cartas y fotos aparecían también. Las observé con detenimiento unos minutos, asegurándome de que leí cada palabra de las cartas o que reconocía a cada uno de los participantes de las fotos. Los recuerdos se hicieron más nítidos. Me senté en la silla para mirar mejor o repasar las letras. Buscaba una razón para sentirme mejor, pero de alguna manera, me sentía nostálgico y mal. La sensación era un poco desagradable, como si quisiera empeorar las cosas.

Mi humor era tan cambiante en esos momentos que me sentía en una especie de limbo. Mezclar música con el ánimo frustrado no siempre es bueno. Las bocinas llenaban mis oídos con canciones que me hacían aún más triste. ¿Curioso, no?

Acomodé las cartas junto a las imágenes en una de las gavetas del librero. Cuando menos, la próxima vez que las viera no estaría tan triste. Regresé por mi taza y di otro trago, esta vez más largo. El reloj indicaba que no faltaba mucho para que ella regresara y quería acabar antes de eso.

Limpié los rincones de mi estudio, sin encontrarme más recuerdos. Debía acabar de repasar algunos guiones, revisar las propuestas de Yorke y ver si alguna nueva letra salía. Pasé una mano por mi cabello, dejando que mis dedos se pasearan entre cada hilera imaginaria que hacían. Recliné el cuerpo a la pared. Estaba cansado a un nivel mayor. Los bostezos salían en ocasiones y en cierto punto, tuve que beber más café.

A pesar de todo aún había otras cosas que quería hacer. Por un lado terminar el libro de Kaji y por otro, escuchar el nuevo álbum de Mamoru. De esa manera, me sentía más motivado a terminar de arreglar el escritorio.

Y casi como un rayo, acabé mi labor, dejando un último trago de café. Más tarde tomaría una cerveza aunque fuera. Seguía esperando la llegada de cierta persona a casa, así que leí la parte que me faltaba del libro.

Para escuchar música me tomaba el tiempo para analizar las voces, la melodía, tiempos y cosas así. Todo eso me daba ganas de escribir en mi diario, al menos para dar mi punto de vista al respecto. Ambos son grandes amigos para mí, de modo que era más sencillo hablarlo así.

Mientras escribía, la puerta se abrió y una voz femenina me saludó. Contesté el saludo un tanto en las nubes, concentrado en dejar salir mis opiniones y agradecimientos sin vacilar. Justo al terminar, me levanté y caminé hacia la habitación, donde la dueña de esa voz de antes se quitaba la ropa, para cambiarse a una de su comodidad. Recargué mi peso en el marco de la puerta, esperando que regresara la mirada hacia mí.

-Hola, ¿cómo te fue? –habló sin voltear del todo.

-Bueno, ya terminé de limpiar el estudio y por fin pude tomarme un tiempo para acabar un libro. También escuché el álbum de Mamoru –contesté sin vacilación y ella sonrió.

-Me alegra saberlo. Has estado muy tenso últimamente –volteó a mirarme, sin dejar de hacer lo que hacía.

-Ah, sí. Creo que necesitaba descansar, ya sabes –reí.

Ella rió conmigo y se acercó a besar mis labios. Correspondí antes de dejarle salir hacia la cocina. Era ya de noche y el hambre había regresado a mi mente. La seguí hasta el lugar, esperando que cocinara para mí. Me gustaba eso.

Como si leyera mis pensamientos, empezó a picar verduras. Sonreí para mis adentros, deseando saber qué haría de cenar, porque algo pequeño no me llenaría en absoluto. De pronto me sentí un poco malhumorado, a caso, como días antes donde no había podido dormir por el trabajo. Recargué el mentón sobre mi mano derecha, perdido en mis pensamientos. Quizás el silencio era malo pero no sabía qué hacer para romperlo. Cerré mis ojos, esperando la comida.

Al parecer, mis ojos me hacían cabecear, como si me fuera a quedar dormido, ya que su mano me acarició la cabeza. Me ruboricé un poco, no acostumbrado a ese tacto. No era frecuente que me acariciara así. Enfoqué mis ojos, buscando el lugar del que provenía la atención. El olor a verdura cocida se hizo presente, el calor producto de eso se propagaba por la habitación. Aún así, ella no se apartó en absoluto durante unos segundos más.

Al alejarse, regresé al presente mientras dejaba la comida frente a mí. Sonreí y agradecí. Con los palillos tomé de la sopa que había preparado y comí, con un gran bocado para abarcar parte de lo que había de ingredientes. Ella hizo lo mismo, a su tiempo.

Mientras transcurría el tiempo ahí, platicamos de lo que había sucedido en nuestros días y las risas no faltaron. El tiempo corre rápido cuando estás en buena compañía. Tan pronto como nos dimos cuenta, recogió los platos y los lavó. En cambio, yo actualicé sobre un evento próximo en el que participaría. Recordé una frase, dentro de lo que escribí antes. A veces, me daba la impresión de que no escribía nada importante o interesante, de alguna forma era molesto. Sentía que molestaba.

La cama se veía muy bien en esos momentos. Quería dormir y despejar mi cabeza. Mañana acabaría lo que tuviera pendiente. Las pequeñas manos que me abrazaron de repente, me hicieron sobresaltar. No contentas con eso, comenzaron a hacerme cosquillas y sin más remedio solté carcajadas. Esa mujer era traviesa.

Traté de defenderme, sin mucho éxito en el instante. Después atrapé a la culpable, cuando ya se había metido en la cama. Me veía con una sonrisa de victoria, mientras yo fruncía el ceño y me acercaba a sus labios. Ella siguió el beso, eliminando inmediatamente la pequeña distancia entre ambos rostros. Tomó mis mejillas, como si no quisiera dejarme ir....

-Ven aquí –se acomodó contra la cabecera de la cama. La miré extrañado antes de entrar en la cama. La luz estaba apagada, pero el alumbrado de la calle me dejaba ver ligeramente sus expresiones.

-¿Para qué?-contesté desafiante, alzando una ceja.

-Sólo hazlo, ¿bien?

Rodé los ojos y a regañadientes me acerqué. Con su brazo derecho me atrajo a su pecho. Mi nuca chocó contra su cuerpo. De nuevo me sorprendí de sus acciones. Ella parecía saber qué sucedía. Acarició mi cabeza, cepillando con los dedos mi cabello. Pestañeé unos segundos, mirando al techo. Pocas veces se comportaba así, ya que yo era quien la fastidiaba pero, no se sentía mal.

-Entonces, ¿crees que a nadie le importa lo que escribes? –su pregunta me tomó con la guardia baja.

-¿Lo leíste?

-Siempre leo lo que subes. Después de todo, soy tu fan ¿no es así? –sus dedos seguían jugando con mi cabello.

-No sé qué me sucede. Me siento demasiado... Triste, cansado... Hasta frustrado en veces –contesté a su respuesta.

-En este mundo, con tantas personas que te quieren y admiran... Es normal sentirse así, ¿sabes? A veces no sucede lo que queremos que suceda, o nuestro humor cambia fácilmente. Has estado muy cansado, con trabajo y sin dormir bien. Creo que necesitas darte más tiempo para ti, y salir.

Pensé en ello. Aún no sabía el porqué de todo eso pero cuando lo supiera, lo diría. En tanto, mis ojos se cerraron lentamente, al sentir esa muestra de afecto sobre mi cabeza iterar una y otra vez.

¨Descansa, Tatsuhisa.¨

Imagina que (Tatsuhisa Suzuki ver.) (One-shots random)Where stories live. Discover now