Scars

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Los dedos caminaban por el trazo formado en su piel. Un color rojizo casi rosáceo pintaba la zona. Con el tiempo se había hecho más rosado, buscando quedar a la par de la antigua piel pálida de su portador.

Por un momento guardó silencio hasta que la curiosidad lo venció:

-¿Qué haces? –dijo suavemente con una sonrisa antes de tocar mi cabello. Yo reí de su comentario.

-Me encanta acariciar cicatrices –contesté a lo que soltó una carcajada tras alzar la ceja.

-¿De verdad? Vamos, suena muy extraño eso.

-No lo hago con mala intención. Realmente me encanta porque es como tocar las partes críticas en la vida de alguien.

Su semblante cambió a uno más pensativo. Seguí observando la forma y los lugares en los que los puntos se habían marcado. En aquel momento, yo no estuve con él así que me daba curiosidad saber cómo había salido de todo eso. El dolor debió ser atroz, la desesperación que por algún instante cruza la mente ante las circunstancias que el dolor produce también debió haber sucedido.

Mi posición cambió cuando movió el brazo, así que dejé de tocar su codo y me acomodé en la cama, hasta estar hecha una bolita en la misma. Se giró al notar que me había alejado de su piel. Estudió unos momentos mi expresión y sonrió:

-¿Ya terminaste de inspeccionarme?

-Síp.

-Bien, porque es mi turno.

Su mano me agarró desprevenida la muñeca izquierda. Me resistí un poco pero al final cedí por la presión, acercó su cuerpo al mío y acarició mi pequeña cicatriz. Comparada con la suya era mucho más pequeña, quizás medía un tercio de lo que la suya. Las circunstancias en las que me la había hecho eran completamente distintas a las suyas.

-Hey, ¿qué haces? –reí un poco por la repentina acción que había hecho.

-Te dije que es mi turno. Nunca antes me había interesado en esta clase de temas. Donde narras cómo fue que te cortaste con un vidrio, o la peor caída que sufriste.

-Quizás es porque nunca antes te había acariciado el codo de esa manera. Ni mucho menos me había detenido a admirar la manera en la que los puntos habían hecho una hilera en los costados de tu cicatriz –puse mi mano en mi barbilla, mirando hacia arriba como si filosofara. Después me reí y noté que seguía observando mi mano.

Eso era nuevo en él. Pocas veces me inspeccionaba de esa manera. Regularmente yo era la que acariciaba su cabello para sentir la suavidad del mismo, y tomaba su mano para jugar con sus manos. Después de todo, el contacto físico no sexual me ha parecido importante desde siempre, es como una conexión no verbal que reconforta.

-Tu cicatriz es casi idéntica al color de tu piel ahora. ¿Alguna vez tuvo un color muy diferente?

-Sí, cuando tenía unos meses de haber sanado la operación, el color era más castaño. Luego se acopló al que pertenecía a mi piel.

-Ya veo –sonrió y me abrazó. Debió ser duro en aquellos tiempos, ¿no?

-No del todo... -escondí mi rostro en su cuello y comenzó a acariciar mi cabeza, haciendo que mis ojos se cerraran en paz hasta dormirme.

Imagina que (Tatsuhisa Suzuki ver.) (One-shots random)Where stories live. Discover now