Cheating on her

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Una grieta se abrió en mí pecho al ver esa escena. Nunca imaginé que algo así sucediera. Lágrimas empezaron a descender.

Limpié mis mejillas mientras me iba corriendo del lugar. La escena palpitaba en mi mente, podía ver cómo se movían los labios de él sobre los de aquella mujer. Era tan real la sensación de frío a pesar de ser verano. Un sudor recorría mi espalda como pequeños escalofríos, mis manos temblaban por alguna razón que no entendía. Miré la pared que estaba frente a mí con la vista nublada.

Apoyé mi frente en ella, como si necesitara sostenerme. Nunca antes un engaño me había parecido tan doloroso. Las palabras de amor que siempre pronunciaba me hacían sentir una crédula al repetirse en mi cabeza una y otra vez, después de todo, él sabía lo que era ser engañado por alguien a quien le otorgas todo tu tiempo y afecto.

-Ah, allí estás. –su voz llenó mis oídos inmediatamente y evité mirarlo. Como si no hubiera visto lo que sucedió.

-Sí... Acaban de llamarme para algo. Creo que no podré ir contigo. –luché con todas mis capas de ego para evitar que mi voz se cortara por el llanto.

-¿Está todo bien? Entonces te llevo a donde necesitas ir.

-No, no. Descuida, no sucede nada malo. Nos vemos después.

Di media vuelta antes de que su brazo tomara mi mano. Busqué soltarme de él; me sentía mal por lo que mis ojos habían presenciado y no quería mirarlo. Como si leyera mi mente me retenía, pensando cómo resolver su error tal vez.

-Suéltame, por favor. –mi voz era más seria de lo acostumbrado. Y para hablarle así debía estar enojada con él. 

-No hasta que me digas qué sucede. Nunca eres así.

Me digné a no contestar, calmando mi ardor interno lentamente. Me apegó a su pecho, creyendo que así me calmaría pero la verdad era que si seguía así, el caudal de lágrimas saldría a flote de nueva cuenta. Mordí mi labio en busca de pausar la ansiedad que crecía poco a poco en mí. Sus grandes manos acunaron mi cabeza como si una niña llorara en su regazo.

Quizás eso era para él después de todo, una niña. Besó mi coronilla, susurrando las palabras que nunca más creería de su boca:

-Te amo, lo sabes, ¿verdad?

La desesperación se había hecho insoportable. El rencor empezaba a crecer en mi interior, dando paso a la furia. Tan brutal fue el asalto de dicha emoción que me aparté súbitamente de él, haciendo que me mirara extrañado. Aún mantenía mi mano entre la suya. Apreté la mandíbula y lo que jamás creí que haría, sucedió. La palma de mi mano libre aterrizó en su mejilla izquierda, con un golpe sordo que me sorprendió hasta a mí. Su distracción me ayudó a soltar mi mano de su agarre y me alejé caminando rápidamente, aunque al poco aceleré mis pasos como zancadas para evitar escuchar de nuevo su voz, la cual me gritaba que le respondiera. Menos mal que mi ropa era cómoda, así podría correr de ser necesario.


Tan pronto como llegué a casa me lancé en el primer sillón de la sala que vi. Los recuerdos tan dulces y tiernos se distorsionaban, como si yo supiera bien que todo ese tiempo había sido una mentira. ¿A quién engañaba? Tatsuhisa me encantaba, de verdad sentía amor por él. Siempre quise reparar el daño que alguna vez pudo sentir con sus relaciones pasadas, pero todo el tiempo invertido parecía haber sido en vano.

Las lágrimas volvieron a aparecer. Esta vez se acompañaron de sollozos ahogados, mi nariz se constipaba con cada pequeño caudal que se deslizaba por mis mejillas. Escondí el rostro en un cojín y lo apreté, como si eso fuera a darme fuerzas. Lloré tanto como pude, cuando mi rostro prácticamente se había bañado en llanto.

En cuanto pude, mandé un mensaje a una de mis mejores amigas. No tardó mucho en contestarme. Cada palabra era un poco más analgésica que la anterior, mi cabeza punzaba por lo mismo. Tuve que levantarme a tomar un vaso de agua para tranquilizarme un poco. El espejo mostró mi adolorido reflejo, mi aura hecha fuego y mis ojos enrojecidos a más no poder. No quería saber nada del mundo, simplemente dormir o seguir llorando hasta sacar todo el dolor de mi sistema, porque sabía perfectamente que tardaría en reponerme de esa decepción... Y mucho.

La puerta sonó en el momento que la decisión de irme a mi cuarto había sido tomada. Me acerqué sin esperar mucho y mis ojos se abrieron más de lo usual al ver esa figura masculina.

-¿Por qué estás llorando? –la simple pregunta hizo crecer mi orgullo más, indignada de que lo hubiera preguntado.

-¿Tú por qué crees? –a pesar de haberme tardado casi 2 minutos en responderle y de ni siquiera mirarle, había insistido en entrar a mi casa para hablarlo.

-Realmente no tengo idea de lo que me quieres decir.

-¿Ah no? Claro, supongo que nunca fui suficiente para ti... Tanto que necesitas besar a alguien más. Por eso no entiendes a lo que me refiero.

Su semblante pareció sorprendido, pero de inmediato sus ojos viajaron al suelo como si la culpa lo invadiera. El nudo de mi garganta se hacía más difícil de tragar cada vez más. Caminó hasta mí buscando contacto conmigo, el cual rechacé mientras retrocedía y mis brazos se cruzaban frente a mi pecho. Su voz hizo eco nuevamente y plantó su mirada en la mía:

-Perdóname. No quería que fuera así...

-No... No querías... -el nudo se rompió y mis ojos no aguantaron. Mi voz era lastimosa y con todo lo que me quedaba de orgullo dije la despedida que más me había dolido hasta ese momento.- Te amo pero... No quiero seguir siendo tu pareja. Vete ya.

Imagina que (Tatsuhisa Suzuki ver.) (One-shots random)Where stories live. Discover now