Capítulo 6: Love on the brain

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La mano de Agoney se acercó, vacilante, a la nuca de Raoul. La dejó descansar allí, sin ejercer ninguna fuerza. Sus facciones habían cambiado: ya no se adivinaba un destello de burla en sus ojos, ni el principio de una sonrisa torcida en su boca.

Entreabrió los labios y suspiró, dejándose llevar por una vez en su vida. Fue esa caricia de aire cálido la que hizo que Raoul se diese cuenta de que todo eso estaba pasando de verdad. Y de que el chico al que estaba a punto de besar era su alma gemela, pero también un prejuicioso que le había ignorado hacía de menos de veinticuatro horas.

Así que se separó de golpe, con un bufido. Agoney dejó caer la mano que tenía apoyada en su nuca y sacudió la cabeza, despejando su mente. Lo primero que sintió fue vergüenza, porque a él nadie le rechazaba, y menos niñatos que ni siquiera saben qué hacer con su vida. La vergüenza fue reemplazada por rabia, porque odiaba quedarse con las ganas y sabía que no podría parar hasta conseguir un beso de esa boca tan perfecta.

Pero él era fuerte y su orgullo, enorme.

Se levantó, sacudiéndose los pantalones completamente empapados por la lluvia, y se permitió una última mirada a Raoul, que ya entraba en el establecimiento. Su vista se desvió hacia abajo y se mordió el labio inferior. Vaya culazo.

En ese momento, Agoney tenía: mucho frío, mucha prisa, pocas ganas de trabajar, y muchas ganas de coger al rubito y estamparlo contra la pared más cercana. Al fin y al cabo, el sexo sólo es eso. Sexo. Y a Agoney se le daba bien.

Tragó saliva mientras se adentraba en los vestuarios para cambiarse la ropa empapada. Allí se encontró con sus compañeros, que lograron distraerle lo suficiente como para que se concentrase de nuevo. Pronto saldría a cantar y, aunque sonase masoquista, ya sabía qué canción sería la primera.

Oh, and baby I'm fist fighting with fire
Just to get close to you
Can we burn something, babe?
And I run for miles just to get a taste
Must be love on the brain
That's got me feeling this way
It beats me black and blue but it fucks me so good
And I can't get enough
Must be love on the brain

Se la cantó a él. Y mientras lo hacía, le miró. Le miró porque estaba cachondo como un adolescente de instituto que lleva dos semanas sin masturbarse, y no entendía por qué. Porque el chico estaba bueno, sí. Tenía unos labios gruesos y una boca grande, perfecta para... Y un culo redondo, respingón, que le apetecía acariciar suavemente para después agarrarlo con todas sus fuerzas. Pero, a pesar de todo eso, había algo más.

Algo en sus ojos color miel, que lo miraban desde detrás de la barra mientras él se restregaba contra la barra que había en la tarima. Algo de ternura detrás de esa mirada salvaje de depredador hambriento. Algo de delicadeza en sus manos, que aferraban una botella de alcohol con más fuerza de la necesaria.

Cuando la canción terminó, Agoney notaba los pantalones más apretados de lo que debería y las mejillas más calientes que de costumbre, pero se obligó a seguir con su repertorio. La noche era joven y tenía la sensación de que este juego no había hecho más que comenzar.

Sin embargo, para cuando terminó su pase y fue a descansar quince minutos antes de incorporarse a la barra, un malestar general se había apoderado de él. Sudaba en frío y le dolía la base de la garganta, así que evitó fumar y bebió una botella de agua. Se puso una sudadera que identificó como de Roi, un simpático y despistado barman que trabajaba en otros turnos.

Cuando se deslizó tras la barra, Raoul arrugó la nariz.

— ¿Qué colonia llevas? — Agoney se encogió de hombros, demasiado dolorido como para hablar — No hueles a ti.

¿DÓNDE ESTÁ EL AMOR? | ragoney Donde viven las historias. Descúbrelo ahora