Capítulo 1

3.4K 266 164
                                    

«Qué es muy sexy, que es hermoso como los mismísimos ángeles y que la hace temblar con un beso, bla, bla, bla»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Qué es muy sexy, que es hermoso como los mismísimos ángeles y que la hace temblar con un beso, bla, bla, bla».

«¡Patrañas!», pienso tratando de no revelar lo exasperada que estoy. Pero es que, ¡está loca!

¡Dos horas llevábamos hablando!, de un chico que mi mejor amiga había conocido en el verano y que, según ella, era la perfección personalizada. Alto, de cabello negro, ojos azules, misterioso, guapísimo y que la mantenía en las nubes. Definitivamente, mi amiga se había vuelto loca. Ya que, no solo se había besado con un chico que apenas conocía, lo peor de todo ese embrollo era que él, en verdad, era el prototipo de chico malo que debes mantener alejado de ti.

—Esmeralda, ¿¡cómo se te ocurre relacionarte con un chico que apenas conoces!? ¡Y que para rematar lo conociste en una carrera clandestina!, ¿¡qué estabas pensando!? Corrijo, no estabas pensando —espeto. Mi amiga, como si lo que acaba de reclamarle fuera una cosa cualquiera, rodó los ojos y movió su mano en un gesto que indicaba que yo estaba siendo muy dramática. ¡Por todos los cielos!

—No es ningún traficante de drogas o que va a robarme a la menor oportunidad, para prostituirme o vender mis órganos. Alex solamente es un chico sexy que gusta de la adrenalina —repone cándida. Abrí mi boca, incrédula de escucharla decir eso.

—¡Participa en carreras ilegales!, ¿acaso no sabes qué es ilegal? Va en contra de la ley, puede ser llevado a la cárcel si lo atrapan. ¿No son esas suficientes razones para desistir de salir con un posible criminal? —cuestioné alarmada, mi amiga no solo estaba encandilada de un desconocido, estaba locamente deslumbrada por un delincuente. Rodó los ojos, gesto que ya se le estaba haciendo costumbre.

—No seas paranoica, te he dicho que no es ningún criminal, admito que no es ningún santo, aunque tenga el físico de un ángel —dijo soñadora—, pero no es un delincuente. —Esa vez fue mi turno de rodar los ojos, en ese momento no había poder humano que la hiciera salir de su error—. Deberías solo darle una oportunidad y conocerlo, estoy segura que...

—No lo hare, Esmeralda —dije firme. Soltó un bufido, me crucé de brazos y negué con la cabeza, acomodándome sobre la mullida cama, al día siguiente comenzábamos las clases de nuevo y la aludida se había venido a dormir a mi casa.

—Solo te pido una oportunidad, Lucy —suplicó, uniendo ambas manos y haciéndome de ojitos, los mismos que le conseguían cualquier cosa. Moví mi cabeza para el lado contrario, para no verla.

—No lo haré, además, ni de loca viajaré a Kinston. —Era un pueblo que quedaba en las afueras de Greenville, lugar donde vivía su tía y sus primas, estas últimas la habían llevado a una carrera ilegal de autos y motocicletas, en donde conoció a ese tal Alex.

—No habrá necesidad, pues este fin de semana harán una carrera a la de salida de Greenville, así que, no habrá necesidad de ir hasta Kinston. Vamos, por favor, por favor, por favor, por favor —rogó. Negué con la cabeza—. No quiero ir sola, Lu —dijo, solté un bufido, a mí poco me gustaba la idea que fuera sola, sin embargo, siempre estaba la oportunidad de persuadirla a que no fuera, pero mi mejor amiga era terca y dudaba mucho lograrlo, pero lo intentaría.

Contigo, nada más © [Pronto en Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora