—Ja, ja, ja. Que graciosa me saliste —apreté su nariz con cariño y besé su sien.

Por unos largos segundos nos quedamos en silencio, sin decir nada. Sólo se oía como ella jugaba con los anillos de mis dedos y la cadena que tenía en mi cuello. Quería quitarle cualquier rastro de miedo, quiero que se sienta segura y sepa lo tanto que le amo.

—Estaba celosa —susurró muy bajito, al principio no entendí a lo que se refería, pero luego sonreí cuando capté lo que me trataba de decir. Sabía que al no presionarla, lograría que ella se abriera a mí y me contara lo que le preocupaba—. Celosa que tuvieras una foto de todos y no de mí —bajé mi vista a su rostro, dónde se visualizaba una lágrima bajando por su rostro. Sentí mi corazón estrujarse cuando ella dijo eso, me daba ternura. Porque ella sentía que si no la tenía en una fotografía en mi billetera, significaba que no la quería.

Traté de reprimir mis ganas de reír y lo único que hice fue estrecharla en mis brazos fuertemente porque tenía que demostrarle con hechos lo que ella significaba para mi vida.

Amo a esta niña, podría poner miles de sus fotos en mi habitación y nunca cansarme de su linda sonrisa, de su cabello desordenado y sus dientes chuecos. La adoraba, era mi pequeña amiga; me gustaba pasar las tardes con ella jugando al fútbol, o estar con ella viendo películas de princesas; incluso también ver tutoriales de belleza en youtube para jugar al salón. También cuando hacíamos su tarea juntos de matemática o ciencias. Me divertía cuando ella usaba mi cabello en forma de experimento, también en cómo me despertaba a gritos en las mañanas cuando me dormía con ellas. Para ser honestos, me gusta la sensación de saber que ella me ve como un héroe y su protector. Sin muchos divagues, deseo el día en que me gane su confianza para que me llame papá.

¿Muy pronto? No lo creo, me encanta pertenecer en sus vidas, y no entré para verla por un tiempo, entré porque quiero ver cada etapa de su vida, estar en cada momento hasta que crezca.

¿Pero cómo decirle todo eso? Era una niña bastante inteligente, y tenía derecho a saber lo que la amaba.

—Shami, bichito... ¿Recuerdas que te dije que yo también quiero estar en tu vida? —ella asintió limpiando las lágrimas que poco a poco iban saliendo rápidamente. Sus ojos estaban rojos, sus manos trataban de apartar cada lágrima, entonces sujeté con delicadeza ambas manos e hice que me viera. Sonreí con ternura porque tenía una sensación indescriptible la que estaba experimentando, era amor, pero no como lo había vivido antes. No sentía lo que siento por mi hermana, por mi mamá, mis fracasos amorosos, o el de Sam; menos el de Alessandra. Era diferente, y este no aterraba, este crecía en cada segundo. Me gustaba, me hacía sentir unida a ella y querer protegerla, amarla, enseñarle, cuidarla. Ser lo que ella necesite y estar cuando me llame.

—Sí...

—Y no he cambiado de opinión cariño. Eres muy importante para mí. Yo te amo. ¿Entiendes eso? —susurré con cariño, con paciencia—. Y mira esto —saqué mi teléfono para desbloquearlo y mostrarle mi fondo de pantalla.

Era una foto de Shami mientras levantaba las manos celebrando un gol. La había tomado un día, mientras ella estaba tan concentrada en el juego, que no se dio cuenta que le hice una sesión fotográfica en su pequeño espacio de victoria.

—¿Soy yo? —asentí—. Ese día eché dos goles... y tú me llevaste a comer helado para celebrar —yo volví a asentir y cogí sus dos manos entre las mías.

—Así es Shami. Y créeme cuando te digo que quiero estar en más momentos así, contigo. Quiero ser aquel hombre de tu vida que celebre cada etapa contigo, no importando si un día ganas o pierdas. Yo quiero estar presente. Quiero ser aquel, que cuando regreses de estudiar me enseñes tus notas e incluso tus dibujos. Yo siempre me voy a alegrar por ti, me sentiré orgulloso en todo momento. Porque sé, con certeza, que eres una niña especial. Y por eso te amo muchísimo.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Where stories live. Discover now