III

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Capítulo 3.

Puerto Madero, Argentina. 30 de diciembre de 2013.

—No te vayas Devon —Ana se aferró fuertemente a mi camisa mientras soltaba unas lágrimas, yo no dejé de abrazarla y besé su frente varias veces—. Yo te extraño.

Me separé un poco de ella y limpié sus lágrimas, una por una. Le besé la punta de su nariz y le babeé su rostro, ella odiaba que le hiciera eso, pero por lo menos, le hice reír.

—Devon Rodrigo —me reprochó.

—Ana Victoria —le sonreí y ella me volvió abrazar.

Había vuelto unos días a Argentina para pasarla con mi familia, bueno, más estar con mi hermana que con otra cosa. Y hoy partía, justo el día de mi cumpleaños. Quería pasarla con mi familia, pero los reporteros ya me habían visto aquí y ni loco iba a soportar que hostigaran a mi familia, menos a mi hermana.

—Feliz cumpleaños hermanito —de su cartera sacó una caja—. Cuando sea el treinta y uno, ábrela.

—Está bien, cuídate. ¿Si? Y no dejes de hablar que tu voz es preciosa —reí un poco y ella golpeó mi gorra para obstaculizar la vista.

—Vuelve pronto boludo, y consigue a esa piba que te conquistó —yo rechisté pero ella rió. Muy pocas veces habla y sostiene una conversación, me gusta que esté superando su trauma. Pero cuando se cierra, me duele verla así. Más cuando es una bomba llena de alegría y chispas.

—Que te oiga Dios —reí. Y es cierto, la única que sabe cómo me siento al respecto de esa chica misteriosa, es mi hermana.

Ella me ha animado a buscarla, pero parece que la misma tierra se la ha tragado. No he dejado de pensar en ella, hasta casi creo que solo fue una imaginación mía. Será mi inconsciente queriéndome decir algo pero intento ignorarlo.

—Ya la encontrarás, yo sé que si. Tengo al hermano más guapo del mundo —me guiño un ojo y sonreí.

Mi hermana era perfecta, tenía un cabello caoba rizado, tal como el mío, con pecas desde su rostro hasta su cuello. Era bajita, un cuerpo corpulento, y tenía unos labios gruesos rosados. Era tan blanca como la nieve y usaba vestidos siempre floreados. Era inocente, tímida e irradiaba sonrisas por donde fuera.

—Y yo a la hermana más guapa del mundo —el avión anunció mi vuelo y besé su mejilla. A lo lejos estaba mi mamá con Ignacio, me acerqué a ellos y me despedí.

Mi mamá me abrazó fuertemente y me prometió que la llamaría, con Ignacio fue un simple apretón de manos. Nunca lo he odiado, tampoco lo juzgo por sus decisiones, pero nunca podrá ser el padre que él quiso ser para mí, simplemente no.

Subí al avión después de cinco minutos y partí a mi siguiente destino.

Dentro del avión, la curiosidad me ganó. Abrí la caja que mi hermana me había dado y encontré una cadena con un balón de fútbol. Sin pensarlo me lo puse y sonreí. Hacía juego con la otra cadena que jamás me quitaba, que era de mi padre, esa cadena me ha acompañado en cada caída, en cada logro y cada vez que tengo miedo. esa cadena era un recordatorio de que podía lograrlo todo.

Tenía la dicha de aún tener a la mujer más maravillosa a mi lado, mi hermana menor.

Los Ángeles, Estados Unidos. 31 de diciembre de 2013.

Había llegado a las nueve a Los Ángeles, el vuelo había sido directo y agotador. Pero al llegar a mi destino, lo que menos iba hacer era descansar. Sebastian y Daniel habían organizado una fiesta sorpresa para mí, por mi cumpleaños y se dieron el lujo de que fuera en un yate.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz