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Capítulo 20

Buenos Aires, Argentina. 28 de diciembre, 2018

8:00 am.

Y ahí comenzaba mi día. Tenía que ir a terapia y vaya que no estaba listo.

Con una ducha fría, una comida caliente. Solo, de nuevo. Pero no dejo que mis pensamientos me dominen. Tengo que dejar que mi razón guíe mi corazón.

Me senté en el bordillo de la cama, admirando el pequeño marco que tenía la foto de mi familia, y otro más pequeño, con la foto de Sam. Traté de no derramar una lágrima. Porque si algo es cierto, es que nunca dejará de doler, tampoco dejaré de amarla, pero llegará un día en que podré contar su historia, sin sentirme deprimido o culpable. Me levanté para ir al centro y hablar con mi terapeuta. No tenía ganas de una regañada pero era necesario, este proceso duele más pero me ayuda cada vez.

Las primeras sesiones, estuve en silencio. Apenas era la primera semana y ella me tenía demasiada paciencia. Primero hablé de mi infancia y mi padre, le conté sobre mi trabajo y como odiaba salir en la prensa. Ella buscaba preguntarme sobre mi vida pero me limitaba, sabía que esto no ayudaría a mi proceso pero me daba miedo exponer mis medios ante un extraño y que me busque un problema. Lo único que le dije fue que yo no me sentía bien conmigo mismo y ella me dijo que buscara una foto de niño y que escribiera otras palabras que me identificaran.

Sonriente, valiente y decidido. Esas fueron mis tres palabras. Me dijo que cada día viera la foto y tuviera una conversación con mi yo de niño, diciéndole lo que hemos logrado. Creo que cuando hice ese ejercicio con ella lloré porque no quería decepcionarme a mí mismo, quería demostrarle al Devon de siete años, que estábamos bien. Cuando le dije a ella que llevaba un diario, me dijo que era una buena forma de transmitir mis sentimientos y después saber mi crecimiento.

Esta sesión,me preguntó sobre los titulares que habían salido, que cómo me sentía al respecto. No dije nada y ella me dijo que si quería seguir y avanzar, debía expresarme.

—Me siento como la mierda porque otros cuentan mi historia y siento que nadie creerá cuando yo diga mi versión, la verdad— ella me miró y me sentí intimidado—, van veintidós días desde que decidí seguir adelante pero no me siento merecedor de esta oportunidad. Me siento culpable y creo que yo... debí morir y no ella.

Fue la primera vez que hablé de Sam en terapia.

—¿Quién es ella?— yo sonreí nervioso y jugué con mis manos, jugué con mi banda elástica de mi brazo.

—Samantha, mi novia... mi... ¿ex novia? Ella murió y la sigo amando como la primera vez. No puedo sacarla de mi cabeza.

—¿Cómo murió?— yo me callé y miré al techo. Mierda, quiero que acaben estos cincuenta minutos,

—Puedes ver las noticias — me encogí de hombros y ella negó.

—Quiero escuchar tu verdad, tu versión. Quiero conocer a Devon, no quiero leer el periódico, tú me has dicho que está lleno de mentiras ¿no? — yo suspiré fuertemente y me quedé en silencio cinco minutos. No quería hablar, sentía que estuviera reviviendo todo en mi cabeza. Apreté la cinta para enrollarla en mi mano y ejercer presión.

—Golpee al hombre que estaba tocando a mi madre de forma inapropiada, me llevaron a prisión. Cuando salí ella fue por mí, le pedí que se bajara del carro porque sabía que era un peligro y no sé manejar mi enojo... explotó con facilidad y lanzó golpes. Ella había salido de una relación violenta y no quería causarle daño. Pero ella— apreté mis labios y solté unas lágrimas—, ella decidió quedarse a pesar de que la quise alejar. Ella confió en mí y... —oculté mi rostro entre mis manos. El rostro muerto de Sam invadía mi mente y no pude controlarme—. Un borracho nos chocó, yo no reaccioné, no pude evitarlo. Una rama le atravesó el pecho... cayó en coma y murió a los meses — entonces miré a mi terapeuta—. Veo su rostro, frío... sin expresión. La culpa me sigue... y me está consumiendo.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Where stories live. Discover now