Capítulo 35: ¿Un final o un comienzo?

Începe de la început
                                    

Entre besos acalorados, y tórpidos pasos, Christopher le tomo por los hombros y comenzó a Guiarle hasta el borde de la cama, con mucho cuidado empujo su cuerpo, y de la misma manera contuvo la caída, dejando que Castiel reposara sobre el suave colchón, mientras que el devoraba los labios contrarios por encima del cuerpo más pequeño.

Poco a poco la temperatura de sus cuerpos comenzó a tomar posesión sobre el ambiente. Castiel se dejó hacer cuando la boca del mayor se hizo dueña de sus botones. Rojos, palpitantes y húmedos. Con una de sus manos el mayor comenzó a deshacerse de la camisa, que en esos momentos solo alcanzaba a cubrir parte de los brazos del doncel.

—No la necesitaremos, —comento lanzando la prenda muy lejos de su vista. Christopher sonreía coqueto, mientras que Castiel se cubría la mirada, totalmente avergonzado.

Los dedos del mayor se enredaron en los cabellos del doncel, y volvió a unir sus labios al contrario.

—No temas, —susurro entre sus labios, luego se separó de ellos, y cruzo su mirada color olivo, con los vibrantes ojos azules del menor. —Te prometo, que no voy a hacerte daño, a ninguno de los dos. —Añadió tocando también el abultado vientre, caricia que carecía por completo de lujuria, más bien era un toque suave y amoroso.

De a poco y punta de esfuerzo Christopher comenzó a ganar la confianza del menor, quien ahora se permitía jadear libremente, mientras Cristopher comenzaba a invadir un nuevo lugar de su cuerpo. Bajó la pretina del pantalón, lugar donde su despierto miembro comenzaba a palpitar, deseoso de atención.

Pero no era solo eso. De pronto noto que no deseaba simplemente quedarse quieto, y disfrutar el momento. Sus manos temblaban ansiosas, y sentía como le sudaban de nerviosismo, pero el impulso fue más fuerte que su vergüenza, y con valentía termino soltando:

—Yo también quiero sentirte. —Tras esa declaración dejo que sus manos se colaran bajo la camiseta de un sorprendido Christopher.

Las manos de Castiel estaban frías, sin embargo el contacto no dejaba de ser sugerente y acalorado. Cristopher gozaba, como esas yemas recorrían el borde superior de su abdomen, con delicadeza y travesura. El doncel por su parte no comprendía del todo lo que estaba haciendo, solo disfrutaba la piel de su acompañante, delatado por la tonicidad de sus músculos.

—Continua, —susurro el pelinegro con sus ojos cerrados. Y mientras que Castiel pasaba sus delicados dedos por la superficie de la línea alba. El mayor comenzó a besar la clavícula contraria, desde la unión con su acromion, hasta la escotadura esternal, por todo lo largo y ancho de ese sensual reparo óseo.

De pronto se alejó del cuerpo más pequeño, estiro por completo todo su torso, y ante la atenta mirada del doncel, comenzó a quitarse la camiseta, esta vez dejando inmediatamente a la vista, sus trabajados abdominales, y esos marcados oblicuos que marcaban el camino hacia la zona prohibida de su anatomía.

Volvió a posicionarse sobre Castiel, siempre cuidando no comprimir aquella preciada zona en la que crecía su hijo. Esta vez sus manos buscaban una labor diferente, con una velocidad casi desesperante se dirijo a la pretina elástica del pantalón de Castiel, paso su índice y dedo medio sobre la curvatura tierna de su vientre y luego se deslizo por debajo del pantalón, sintiendo justo bajo sus dedos, aquel sexo palpitante. Nunca antes había estado con un doncel, sin embargo la anatomía de Castiel, lejos de asquearle, se le antojaba novedosa y excitante, recorriendo un camino nunca antes transitado.

—Chris, —llamo Castiel un tanto avergonzado, pues el mayor había comenzado a atender esa zona tan personal de su cuerpo.

—Déjate llevar, —susurro, continuando su trabajo, hasta que la ropa interior del menor quedo completamente empapada.

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