Capítulo 18: Ella. A la vista de un profesional.

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Capítulo 18: Ella. A la vista de un profesional.

—¡¿Qué estás haciendo aquí?! ¡¿Cómo diablos puedes entrar con tanta confianza?! —Esos eran los gritos de Christopher. Podía reconocerlos incluso a la lejanía de su habitación. Pero no le sorprendió que él hombre amaneciera de malas y gritoneando a medio mundo, lo que realmente revoluciono su vida, fue la voz femenina que respondió a esas preguntas.

—¡Ay Chris! Baja las revoluciones, solo vine de visita. —

¿Quién era aquella mujer parada con dos enormes maletas en el recibidor de la morada? Christopher le observaba casi incrédulo, la mujer contorneaba sus redondas caderas sin hacerse la menor molestia. Tenía sus cabellos negros amarrados en una coleta alta, llevaba un traje entero de color negro, era alta, muy alta y de piernas largas, torneadas, delgadas, firmes, pies de princesa en esos tacones dorados con terraplén, y un cinturón dorado muy delgadito a la cintura, sus gafas de sol eran grandes y redondas, negras para ocultar su identidad, pero aun con ellas puestas, se notaban esos rasgos finos, labios carnosos y rojizos, la nariz respingada, y mejillas parejas.

¿Cómo no sentirse poca cosa? Christopher estaba rodeado por ese tipo de personas, gente elegante, con clase, distinguida y bien arreglada. Pero no solamente era eso, Castiel se reconocía a si mismo bonito, quizás un poco desabrido, pero sabía que feo no era, sin embargo el jamás podría verse como ellos, nunca llegaría a tener esa distinción, esa aura que ellos cargaban desde su nacimiento.

—¡Ese no es el maldito problema! —Exclamo el mayor elevando voz.

—¡No me subas el tono! —Exclamo la mujer parándose derecha, levantando la quijada. —Esa no es forma de hablarle a tu hermana mayor —¿Había escuchado bien? Asomo un poquito más su carita redonda hacia abajo, solo para comprobar como la pelinegra de levanta las gafas y miraba Christopher con esos intensos y gigantescos ojos verdes. —¿Quién te has creído Christopher Owen? —Lo que vino después fue algo aún más increíble, el imponente pelinegro bajo la vista, chisto con la lengua y luego pidió perdón cual niño regañado.

—¿Qué quieres Clarissa? —No le miraba de frente, pero había regresado a ese tono de voz que era costumbre en él.

—Visitar a mi familia, —respondió ella dando dos pasos hacia la sala de estar, luego se detuvo y sonrió de soslayo.

—¿Y tú residencia en el centro? —Consulto, habían pasado años desde que su hermana se había quedado en casa, generalmente cuando hacia sus visitas familiares, se quedaba en un pent-house que tenía en el centro de la ciudad. Pent-house que fue cortesía de Christopher Owen, por supuesto, en su cumpleaños número 40.

—Un pajarillo me dijo por allí, que podría encontrar cosas muy interesantes en tu casa, —respondió dándose la vuelta. Y sus ojos verdes de clavaron en él, Clarissa tenía la vista sobre ese pequeño de ojos azules que se medió escondía al final de la escalera. —Y creo que tenía razón. —Puso uno de sus tacones en el primer escalón y Castiel hizo un pequeño amago de moverse. — ¡Quédate quieto! —Exclamo sin llegar a Gritos, Castiel no hizo más que obedecer, mientras que Chris se tapaba el rostro con las manos al comienzo de la escalera.

Que aura poseía esa mujer, su personalidad domínate y ese brillo de confianza llegaba a ser eclipsaste, y la vez se sentía fascinado por todas esas características.

—¿Cómo te llamas bonito? —Sonrió llegando al final de la escalera, se equilibró perfectamente sobre los altos tacones y luego observo hacia abajado para ver su hermano, —¡Bien escondido que te lo tenías! —Exclamo divertida. —Disculpa. Repito mi pregunta ¿Cómo te llamas? —

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