Capítulo 9: Arthur Owen, señor cupido.

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Capítulo 9: Arthur Owen, señor cupido.

—¿Te gusta tu nuevo hogar? —Castiel lucía una sonrisa radiante, sobre sus manos traía un maravilloso desayuno, sobre una pulcra y delicada bandeja.

Giulian aún se encontraba estupefacto, observaba la habitación sin poder creérselo, no era del todo grande, sino más bien refinada y moderna, tenía el cielo alto y las paredes estaban pintadas de un blanco perla lustroso y muy lindo, había un escritorio a un lado, la madera era de buena calidad y estaba barnizada, no dejaba ver una sola astilla, el velador junto a su cama se veia bastante parecido, tenía detalles tallados en cada una de sus esquinas y el lugar en donde reposaba su cuerpo era otra cosa, la cama desvencijada en la cual dormía no era nada, junto a ese hermoso catre de diseño clásico, pero con cobertores modernos en figuras monocromáticas y sobrias.

—¿Pasa algo Giulian? —Esta vez Castiel se encontraba sentado en un extremo de la cama, no había notado en que momento puso la bandeja sobre sus piernas, tampoco supo cuando fue que tomo lugar sobre el colchón.

—¿Esta es la casa de tu nuevo jefe? —Consulto, sabiendo muy bien cuál era la respuesta, después de todo recordaba el ajetreado día anterior, Castiel asintió con la cabeza ante su pregunta, pero su hermano no se veía muy animado, por eso evito hacer comentarios acerca del lugar —Es impresionante —Soltó sin más, comenzando lentamente a tomar su desayuno.

El primero bocado fue una real delicia, se notó en su rostro, cuando desesperado abrió la boca para echarse otro trozo de aquel queque esponjoso y fino llamado strudel. Recorrió la bandeja con la vista, notando que había té, jugo, pan y jamón, además del sobrio trozo de queque.

Una sonrisa cálida se posó en los labios del mayor, sus ojos observaron con cariño como su amado hermanito comía todo con vigor y entusiasmo.

—¡Es pan fresco! —Exclamo el muchacho al dar el primer mordisco, a ese le siguieron tres mas, Castiel se reía encantado de la actitud tierna e infantil, aunque a su vez sentia dolor al ver a su hermano tan emocionado solo por un trozo de pan.

—¿Te gusto? —Pregunto curioso, Giulian solo asentía, la comisura de sus labios estaban roedeadas de migajas y algo de mantequilla.

—¿Esta es la comida de los empleados? —La impresión se notaba en sus ojos, no podía creer que aquel festín fuera solo para las personas que trabajaban en aquella mansión, de seguro el jefe comería langostas y caviar, todas las mañanas.

—Hacen cosas diferentes. —Respondió el mayor con una sonrisa nerviosa, la verdad es que el desayuno de los empleados era bastante parecido al de Giulian, solo que el de su hermanito no tenía una pizca de azúcar, menú a cortesía del dueño de la casa, Don Christopher Owen.

—¡Sensacional! —Exclamo, para luego tomar un sorbo de té —¿Tú también has desayunado lo mismo? —El rostro de Castiel cambios de inmediato, pero fue casi imperceptible para Giulian, que tenía la vista puesta en lo que le quedaba de desayuno.

—Yo comí algo más nutritivo. —Respondió. No había visto a Christopher desde el día anterior, sin embargo al entrar en la cocina, una de las empleadas le esperaba con un potente desayuno, desde ese mismo día había comenzado con la dieta impuesta por el doctor Robert, paso dos horas sentado frente a la comida, apenas y con mucho esfuezo consiguio terminar con todo lo servido.

Giulian no dijo nada, solo se encogió de hombros, su hermano no parecía tan feliz con la idea, él en cambio estaba fascinado con su nueva rutina de alimentos.

—¿Te gustaría dar un paseo por la casa esta tarde? —Propuso Castiel cambiando de tema. —He oído que tiene un jardín maravilloso, pero no quise visitarlo yo solo, me gustaría ir contigo. —

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