Capítulo 4: Una revelación importante.

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Capítulo 4: Una revelación importante.

—¡Estoy en casa! —Exclamo desde la entrada.

Aun no podía creer todo lo que había pasado, si no tuviera esas galletas en la mano, pensaría que todo era una simple fantasía suya. El hombre más poderoso de todo el país, le había escogido a él, un simple don nadie para albergar a su hijo.

Volvió a tocar su vientre, en algún momento aquella zona llevaría un calor especial, una pequeña vida se formaría allí dentro y no podía dejar de estar emocionado con aquella idea.

—¡Llegaste temprano! —Exclamo Giulian, el muchachito seguía en su misma posición sobre la cama, apoyaba sus brazos de vez en cuando para acomodarse mejor en las almohadas —¡Que novedad es esa! —

—Hubo una fiesta en la empresa, yo me regrese, los empleados no están muy felices con mi presencia, pero el jefe me dio galletas, y me envió a casa, ¿quieres probarlas? — una hermosa sonrisa afloro en sus labios, mientras que internamente se odiaba por mentir con tal soltura, ya era un mal hábito suyo.

—¡Galletas! —Su amado hermanito, observo animoso la caja entre sus manos. El muchacho sonreía y estiraba las manos para recibir la flamante caja de dulces —Castiel, que caja más bonita. Nunca antes te habían dado galletas en el trabajo —Levanto el cartón entre sus manos observándolo con cierta curiosidad —Parecen caras —Susurro pasando su mano por encima de los diseños sobresalientes.

—Debe ser porque ya tengo un tiempo trabajando allí, quizás me aprecian un poco más. —

—¿No será que quiere seducirte? —Pregunto molesto —¡Ese hombre! Si yo pudiera le daría una paliza —Gruño enrabiado, cogió una de las galletas con gesto molesto y se la llevo a la boca, instantáneamente cambio de expresión.

—¿Qué es eso Giulian? ¿De dónde sacas esas cosas? —Castiel acomodaba algunas cosas desordenadas en la habitación, no pasaba desapercibido ese tono molesto de su hermano, y era raro pues Giulian nunca se comportaba de ese modo.

—No quiero que se aprovechen de ti Castiel, tu eres muy ingenuo —Soltó mordiendo otra galleta, su rostro parecía pacífico y alegre, pero sus palabras no dejaban de sonar secas, a refunfuñones.

—Deberías mejorarte pronto y darle una paliza entonces —Animo el hermano mayor, pero pronto se arrepintió de hacer dicha broma.

—si pudiera, lo haría —Observo la caja entre sus manos con resignación, cerro el contenedor y lo puso sobre un mueble junto a su catre, tenía la vista baja y apretaba sus manos en fuertes puños. —Desearía poder defenderte, —soltó entristecido y luego sus puños fortalecieron su agarre. —Odio verte golpeado y que la gente te discrimine, no me gusta hermano, me siento tan impotentes, detesto estar siempre enfermo. —

Giulian tendía a expresar su rabia contra la enfermedad con frecuencia, sin embargo, nunca antes lo había dicho de esa forma, nunca había expresado su impotencia ante todas las personas que abusaban de Castiel, el mismo se preguntó, como reaccionaria Giulian si supiera de su trabajo falso, de su verdadera forma de ganarse la vida. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, opto por no pensar más en eso, le daba repelús lo que su hermano pudiese pensar de su poco honorable empleo.

Dejo lo que estaba haciendo y camino lentamente hasta el catre, allí se sentó en un borde y extendió sus pequeños y delgados brazos, envolviendo a su hermanito en la calidez regocijante se un abrazo, musito una suave tonada en su oído y permitió que el menor llorara cuanto quisiera sobre su hombro.

—Algún día las cosas cambiaran Giulian, ya verás que todo saldrá bien, trabajaremos juntos para tener una vida bonita. —Acariciaba los cabellos caoba de su hermano con toque terso y suave. —Ten fe mi cielo. —El corazón del menor se estrujo al oír ese dulce apelativo, su "pa" les llamaba de esa forma por sus ojos celestes, tan claros y despejados como el cielo.

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