Capítulo 24: Soporte y unión.

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Capítulo 24: Soporte y unión.

—La mariposa, —respondió con toda seguridad y luego se detuvo un momento para ordenar bien sus ideas antes de responder a lo siguiente, —sobre la flor. —Castiel mordía su labio inferior con algo de nerviosismo, pero aún conservaba las esperanzas de haber dicho lo correcto.

Las palmas de Clarissa se juntaron en el centro y ella sonreía complacida.

—Lo has hecho muy bien Cariño, las palabras te salen mucho más fluidas ahora, —alentó conforme. Y Castiel de inmediato lucio en su rostro una hermosa sonrisa. —Bien eso será todo por hoy. No te daré tarea, por que mañana tienes un día atareado y prefiero que descanses bien. —

—Gracias Clarissa, mañana te contare como me fue con todo, ahora iré a preparar unas cosas que Giulian me pidió que le buscara, está conociendo a una niña en el hospital y creo que quiere jugar a las cartas con ella. —Guiño un ojo con carisma y luego comenzó a caminar sonriendo.

—Me sorprende que estés tan feliz, —comento la mujer, después de todo esas clases habían hecho de ella y Castiel unos "cuñados" bastante unidos, tanto así que el doncel ya consideraba a Clarissa como una confidente, y le había contado muchas cosas de su vida. —Si yo fuera tu comenzaría a preparar la "charla", —comento picarona.

—¿De qué charla hablas? —Arqueo una de sus cejas y se volteo, solo para observar esa sonrisa malintencionada en el rostro de la mujer.

—hablo de que ya es momento que le digas a tu hermanito, de donde vienen los bebés. —El rostro del menor se encendió inmediatamente y la mujer soltó una larga y estruendosa carcajada.

—¡N-no digas boberías! —Exclamo avergonzado. —Giulian ya sabe de eso, pero él es muy pequeño para hacer esas cosas. —Cubrió su rostro negó con la cabeza.

—Tu hermano está creciendo, —pico ella.

—¡Es un niño! —Exclamo el menor cubriéndose los oídos. —Y ya no digas estupideces, solo son amigos. —Castiel agarro sus cuadernos y comenzó a marcharse apresurado, pues a pesar de haber trabajado durante años como prostituto, jamás se había sentido cómodo hablando de sexo, de hecho sentía que su trabajo le hacía aún más susceptible a comentarios como esos.

Clarissa simplemente sonrió al verle salir. Por supuesto esas habían sido bromas, pero no creía estar tan alejada de la verdad, Giulian era un muchacho en plena adolescencia, había pasado los últimos años de su vida encerrado en casa por ser muy frágil para enfrentar la vida de modo normal, pero claro, ahora el muchacho pasaba la mayoría de sus dias en un lugar lleno de gente y para colmo lejos de su hermano, esas son situaciones que pueden abrir mucho tus ojos.

El médico de Giulian había decidido que lo mejor era dejarle en la clínica, en primer lugar como medida preventiva en caso de que se presentara otra situación como la que había acontecido, y en segundo lugar porque deseaba apurar de ese modo el proceso de donación. Así es como Giulian ya iba a cumplir tres semanas sin salir del hospital, y en ese tiempo, vaya que había conocido gente.

—Anastasia, —susurro Castiel al llegar a su habitación, ese era el nombre de la muchacha que tanto le había mencionado su hermano.

La chica había sido internada la semana anterior, pero por uno u otro motivo su operación término retrasándose, era una cosa relativamente simple, pero tardaron más de lo esperado en realizar una pobre amigdalotomía. Más o menos así se habían conocido, la muchacha estaba muy aburrida, puesto que la tenían allí a la espera de una operación, así que solía recorrer la clínica de lado a lado, de arriba abajo y a veces incluso en diagonal, en busca de algo que la entretuviese un tiempo, ella no entraba a la habitación de los pacientes, por eso fue una suerte que justo ese día Giulian estuviese en una de las sillas de espera, fuera del laboratorio donde le harían unos examenes. Conversaron un rato, prometieron verse, y en fin, ya llevaban casi una semana de "amistad".

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