Se conocieron una noche aunque no de forma amable. Una mala anécdota.
El negocio de su madre será el elemento que los hará volver encontrarse.
Contemplando el cielo de la noche sabrán que el amor existe.
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Lo inevitablemente había ocurrido, se salió de control los sentimientos de Hoseok y Hyerim afloraron sin poder contenerse cuando ellos se encontraron a solas, llevándolos hasta la cúspide de un beso tan deseado y esperado. En un inicio hubo duda, esa lucha entre el amor y la fidelidad hacia Jimin los detuvo. Ganó el amor que sentían. El pelimarrón disfruto el beso mientras confesaba sus amor, correspondió a la confesión que la mujer lanzo, luego consumar su deseo se volvió una pesada traición. Una traición que lo hizo correr lejos, agobiado consigo mismo, desmoralizado.
Lo buscábamos desesperadamente su último contacto no había sido nada alentador, los muchachos y otros conocidos nos hemos divido, cada quien recorría un sector donde cabía la alta posibilidad que nuestro amigo se encontrara. Estoy cerca del destino que la voz preocupada en mi interior grita puedo encontrarlo. Acelero el paso, mi estómago se encoje de pura angustia. He pensado en ese lugar donde con anterioridad fue encontrado en malas condiciones, al borde del no retorno. No quería verlo en el mismo estado que fue encontrado algunos meses atrás por un grupo de hombres que casualmente pasaban cerca, situación que termino llevándolo directo al centro hospitalario de emergencia. Esa vez consumió tantas sustancias prohibidas. Estuvo demasiado mal, despertando de su colapso balbuceo llorando que consumía las drogas porque calmaban de cierto modo el dolor en su corazón. Por eso escapó, en estos momentos él estaba sintiendo mucha aflicción, un desconsuelo atroz.
Volteo la última esquina, hacia aquel árbol plantado firmemente en aquella colina que da una gran vista. Un gran nocturnal espectáculo. El lugar favorito de Hoseok desde ya hace algún tiempo. Una parte de mí ruega no encontrármelo, otra quiere que el grupo que se dirige a la academia de baile lo encuentre ahí bailando, borrando sus tristezas a través de la música en coordinación con su cuerpo, sacar de esa forma sus culpas. No castigando su salud para saldarlas.
Una muchacha de gris cabellera tiene la cara tapada con ambas manos, mientras un hombre que lleva camisa celeste esta arrodillado tratando de reanimar una persona tirada sobre la base del grueso árbol testigo de innumerable acontecimientos. Desde mi distancia aprecio las piernas de esa persona, las zapatillas amarillas que sobresalen son la maldita señal que acelera mi corazón.
Corro. Estoy a metros de presenciar la escena que esa joven pareja observan temeroso.
Por favor, que no sea él. Suplico... En vano.
—Hoseok —susurro.
Para mi desazón y horror se trata de mi amigo. El pelimarrón tendido medio muerto me recibe. Me arrodillo a lado del muchacho que lo sostiene de lado sin saber bien que hace o decir.
—Debo mantenerlo de lado, así evitaré que se ahogue —informa quien le brinda apoyo cuando me nota—. Mantengamos calmados.
Asiento errante.
Ya había sido malo verlo en aquella camilla del hospital, pero verlo en este estado sin ser atendido era un millón de veces peor. Su cuerpo entero tiene pequeños temblores, espasmos. Su respiración estaba agitada. La sudoración excesiva de su piel y la espuma que sale se su boca supera esa vaya.
