Se conocieron una noche aunque no de forma amable. Una mala anécdota.
El negocio de su madre será el elemento que los hará volver encontrarse.
Contemplando el cielo de la noche sabrán que el amor existe.
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—Después de todos los corajes que tenías a causa de Seoyeon, en realidad has asumido muy bien la nueva relación que se han planteado llevar —dice Haesun mientras peina mi cabello. Estaba de visita nuevamente, no había tardado demasiado en venir como la última vez.
—En realidad no era tan mala como —creí respondo.
—Después de todo es tu cuñada, deben llevarse bien —anuncia tirando con el peine algo brusco, me duele y emito una queja-. Iseul, pero si ni te he tocado. Sopórtalo.
—Enserio me dolió —el dolor del tirón seguía palpitando en mi cuero cabelludo, lo dejo pasar para seguir comentando sobre el tema anterior—. Ahora que no intentamos meternos una con la otra y actuamos amablemente, ningún conflicto se a suscitado —probablemente ese había sido el inconveniente desde el inicio el no habernos dado ni un segundo de tregua desde que nos declaramos la guerra eterna.
—Me alegra escuchar eso. No era bueno que estuvieras viviendo con una persona bajo el mismo techo teniendo una relación tan insana. Es excelente que las cosas cambiarán. Mi niña esta creciendo —acaba burlándose. Ella estuvo innumerables veces en la posición de poder apaciguar lo tratos entre Seoyeon y yo, no pudo estar más satisfecha cuando llegué con la noticia de nuestro amiste-. Pon tu total esfuerzo en lograrlo.
—Sí, señora. Así lo haré, no la voy a defraudar —contesto imitando la voz de un militar.
Haesun sigue realizando el peinado. Halaga mi cabellera refiriéndose a este con distintos calificativos. Hermoso, suave, sedoso, son algunos de ellos. Se lamenta no tener el suyo largo. Que lo trajera cortísimo, pegado a la nuca fue debido a uno de sus arrebatos, donde se dirigió sin pensarlo detenidamente a la peluquería y pidió que se lo cortaran de esa manera, una hora después del hecho al notar que no podía resarcirse del cambio recibí su llamada donde en medio del llanto pude entender lo que sucedía. El resultado no le gustó nada, según ella y el trauma causado por el corte, nunca volvería obtener esa longitud en sus mechones, largos mechones soñados. Por el momento hasta que su cabello creciera admiraba el de cualquiera nostálgica.
—¿Has pensado que peinado quieres? —mi amiga gustaba bastante de hacer peinados, poner en prácticas sus habilidades, conseguir una copia exacta de aquellos que a visto en algún tutorial anteriormente, maravillosamente podía obtener el mismo resultado.
—Eres la experta, decide cual podría favorecerme.
—Estaba esperando esa respuesta. Buscaré algo que vaya completamente contigo -canturrea emocionada, y se lanza sobre el celular en la busca del indicado. Tenía varias páginas favoritas de donde podía elegir. Podría tardar.
—Perfecto, entonces.
Toques suaves se hacen escuchar en la puerta, Haesun ni los nota, concentrada en lo suyo. En mi falta de no tener ocupación actual me encamino a ver de quien de trata.
