Se conocieron una noche aunque no de forma amable. Una mala anécdota.
El negocio de su madre será el elemento que los hará volver encontrarse.
Contemplando el cielo de la noche sabrán que el amor existe.
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Releía el colorido cartel que se alzaba en la entrada de la tienda. El lugar se dedicaba aparentemente a vender productos musicales. Estaba decepciona al saber que de esto iba el misterio que Yoongi me a vendido, mejor dicho que yo misma he creado, mis expectativas han sido enormes, estuve esperando todo menos encontrar un sendero musical.
Mi alucinante noche donde la adrenalina sería la protagonista debería aguardar encontrar nacer en otra oportunidad.
—¿Esto es donde se supone que vendríamos? —cuestiono desganada, impidiendo el pelinegro logré ingresar al establecimiento, necia a creer la realidad, esperando soltara esta sería una pequeña parada para luego ir a disfrutar el verdadero banquete. Se podían escuchar aún en el interior la interacción de los clientes junto a un melódico sonido.
—¿No has visto el cartel? —dice señalándolo, mi notoria disconformidad no pasa por alto, esta pintada en toda la cara, añade—. ¿A dónde creíste que iríamos?
Este era el famoso Fin del mundo.Nada de paradas momentáneas.
—No debí haber venido —murmuro soltando mi mala gana, nada bajo—. Este precisamente no era un espacio ideal para alejar las penas.
—Puedes irte, sabes el camino de regreso. Nadie te obliga a quedarte —comenta para ingresar dejando las habladurías.
Soló me quedaba ir detrás de él, mi miedo a recorrer las calles carente de compañía en esta desolación impedía que diera media vuelta para regresar. Nunca se sabía cuando el peligro podía aparecer frente a ti e impedirte de una pieza. No quería aparecer en ningún anuncios de mujeres desaparecidas.
El interior del recinto esta muy iluminado por luces blanquecinas, mis visión se ajusta a tanto alumbrado para caer sobre un muchacho de cabellos blancos que ocupa su puesto detrás del mostrador. Levanta la cabeza en nuestra dirección cuando la alerta en la entrada suelta un fuerte pitido, en un instante una sonrisa marcada por hoyuelos nos da la bienvenida. Me hace recordar lo mucho que me gustaba esa tierna característica en los chicos.
