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ꟷGracias por traerme, Joel.

Asintió y tomé ese gesto como despedida. Joel era de pocas palabras, un tipo con aspecto duro que trabajaba día y noche para darle una buena vida a su hijo. Era un buen tipo.

Cerré la puerta despacio y me coloqué el gorro de mi sudadera antes de caminar hacia casa. La noche estaba helada, pese a encontrarnos aún en verano. Ese año fue considerado como el más frío en cincuenta años.

La bocina del auto sonó y giré sobre mi eje para observar al conductor. Había descendido la ventana del lado del copiloto y me miraba desde las sombras de su auto.

ꟷSu nombre es Camila.

Fruncí el ceño.

ꟷ¿De quién hablas?

ꟷDe la muchacha que observas cada noche.

Camila.

Su nombre dejaba un sabor dulce en mi boca, similar a mi dulce favorito pero mucho más intenso y reconfortante.

 


Sin mirar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora