ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴏᴄʜᴏ

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El día 24 de diciembre fue uno de los peores ara Eal. No solo no se hablaba con parte de su familia, sino que tampoco lo hacía con los que antes eran sus amigos. Esa era, entre otras experiencias, las que conformaban el sentimiento de soledad que se había instalado en su pecho desde hacía un tiempo.

Se levantó el día 24 con el sonido de una persona discutiendo con otra en la calle, lo que le hizo pensar que ese iba a ser un día duro. La verdad es que no se equivocaba.

Saludó a su madre y, como tenían vacaciones de Navidad y no tenía instituto, se sentó en el suelo de su jardín, ya que era un día de esos tan calurosos de invierno en los que parece verano.

En la casa de al lado oyó unos gritos de alegría, y salió a la calle a la que daba su casa para observar a niños contemplando varios hombre colocar unas luces de Navidad. Eal simplemente rodó los ojos y volvió a su casa, enterrándose en la comodidad de su cama.

No podía entender cómo era posible que estuviesen tan felices, aunque de lo que nuestro chico con vitíligo tampoco se daba cuenta es de que no podía asimilarlo dado su estado de ánimo. Esas eran las peores Navidades que había pasado hasta ahora.

Después de un rato su madre llamó a Lisa. Sentía que a su hijo le faltaba algo (tal y como a Iván) pero no sabía el qué. Por ello pidió a su mejor amiga que lo visitara y le intentará levantar los ánimos.

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—Tengo miedo de estar solo. No me siento querido, me siento apartado — Eal suspiró ante su amiga.

—Ya sabes lo que dicen, dos marginados marginan a la soledad. — la chica rubia se quedó pensando un momento— Y si no lo dicen me lo invento yo. — Y sonrió tan sinceramente que Eal pudo ver todos sus pensamientos y sus anhelos por un milisegundo, que fue tan mágico que se le contagió la sonrisa.

—Espero que lo que dices sea verdad. No necesitamos otras personas para ser nosotros mismos, ¿verdad? Sobreviviremos.

—No, no sobreviviremos, Eal, resurgiremos y brillaremos más que todas esas chicas cubiertas en purpurina y con pestañas pegadas por la cantidad de rímel. — Lisa se levantó y animó a Eal a bailar con ella en el patio, con la música a todo volumen, durante toda la tarde.

Durante ese día, Eal se sintió tranquilo, como si no necesitará nada más, aunque en el fondo si lo hacía.

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¡Hola! Vengo aquí a molestar una vez más, para deciros que voy a volver a las actualizaciones normales porque ya me encuentro mejor.

Espero que hayáis disfrutado del capítulo, un beso.

≈Navy≈

Vi-tí-li-go {Enfermos I}Where stories live. Discover now