ᴠᴇɪɴᴛᴇ

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Eal y Alejandro no volvieron a hablar. A Alejandro no le merecía la pena perder su popularidad y al resto de sus amigos por un chico "enfermo", según todos. Según Eal era un cobarde, aunque le comprendía bien, porque la presión del grupo a veces puede contigo. No con esto quiere decir que él hubiera hecho lo mismo y se hubiera callado, sino todo lo contrario.

Se tornó Noviembre, y a pesar de que seguía siendo otoño, Madrid estaba prácticamente en Navidad, o eso es lo que aparentaba el ambiente.

Un día nublado, un viernes concretamente, Iván y Eal quedaron después del instituto para ir a casa del primero a pasar la tarde y a cenar. Eal nunca había ido a casa de un amigo suyo en Madrid, le resultaba extraño, pero se sentía emocionado.

—Dime... ¿Te gustan las alturas? —Ese fue el primer comentario que Iván hizo después de que su madre y su padre saludaran a Eal y dejaran sus mochilas en la habitación del chico de pelo negro y vibrantes ojos verdes.

—Se podría decir que prefiero quedarme en tierra. —Eal no estaba muy seguro del por qué de esa pregunta, pero contestó con sinceridad.

—Pues hoy vas a cambiar de opinión. —La madre de Iván se fue a su despacho a trabajar, al igual que su padre, por lo que no hubo problema en vaciar prácticamente la despensa de golosinas y todo tipo de patatas. Condujo a Eal a su jardín, el cual era bastante grande. Lo que más destacaba era un gran árbol con una caseta en sus ramas. Una escalera era lo que conectaba el suelo con ese pequeño paraíso que Iván se había montado en su casa.

—¿Es segura? —Dijo Eal dudando, mientras observaba a Iván subir con algunas bolsas entre sus dientes.

—Mhmh.— Iván asintió como pudo y llegó hasta arriba. Se quitó las bolsas de la boca. —Venga, confía en mí.

—Venga, vale— Eal subió sin pensarlo, y en menos de lo que se dice "vitíligo" estaba arriba, o, al menos, eso le pareció a él. La casa estaba equipada con lo esencial, una manta, un colchón inflable y un armario. Se sentaron en el colchón y rieron durante toda la tarde. Contaron anécdotas entre ositos de gominola y partes de poemas. Dijeron "vitíligo" e "invierno", "verano" y "primavera", pero otoño no. Porque ese era el presente y no hace falta narrar nada de lo que estaban viviendo para saber que era real.

Vi-tí-li-go {Enfermos I}Where stories live. Discover now