Papá, yo puedo sola.

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- Ja ja -la risa de Químera se hizo presente- Vámonos chicos, los soldados son más cobardes que estos niños -dijo sonriendo engreídamente.

- Sí, mejor larguense, a jugar con muñecas y pelotas -dijo el soldado lanzando una carta.

- ¿¡Eh!? -exclamó indignada Químera- ¿Crees que aún juego con muñecas?, ¡Hm!, me ofendes -dijo cruzandose de brazos.

- Señorita -dijo Owen apareciendo repentinamente a mi lado- ¿Usted...sabe jugar? -me preguntó mientras abrazaba a su peluche de pato sin cabeza.

Ahora que lo pienso está bastante tranquilo desde hace rato. Y desde hace rato no observo a aquel soldado gruñón.

¿No me digas que...?

- Owen -le dije mirandolo seria.

- ¿Hice...algo? -dijo confundido al ver mi mirada.

- Eso quiero saber -dije inspeccionándolo con la mirada- ¿Dónde está aquél soldado? -le dije susurrando.

Una pequeña y siniestra sonrisa se formó en él. Con eso me dijo todo.

Ahora estoy preocupada. ¿Qué hizo con el soldado?...

Miré a Sasha. Ella parece haber entendido mi mirada y asintió.

- Entendido señorita -me dijo decidida.

- ¿Qué sucede?, ¿Empiezan una fiesta sin mí? -susurró enérgicamente Karla a nosotras.

- Hay algo que debemos ver, vamos -le dijo Sasha a Karla y salió corriendo.

- Cielos, ella siempre es tan decidida -suspiró Karla- Nos vemos luego Cami -dijo guiñándome el ojo y yendo tras Sasha.

Espero que realmente Owen no haya hecho lo que me imagino. Porque si lo hizo... estamos en graves problemas.

Sin darme cuenta los chicos empezaron a jugar contra los soldados.

Los dos soldados estaban de un lado. Y del otro lado estaban Anthony y Claude. ¿En qué momento empezaron a jugar?.

Entonces negué con la cabeza.

- ¿Camille? -me dijo Owen mirandome tranquilo.

- No es nada, tranquilo -le sonreí.

Estaba mintiendo. En verdad estaba muy preocupada. ¿Qué debo hacer?, ¿Se lo digo a papá?.

¡Papá sabrá que hacer!.

Me dispuse a irme a buscarlo pero entonces me detuve.

- No puedo depender siempre de papá -me susurré a mí misma.

Esto es algo que debo resolverlo yo. Yo puedo hacerlo. Pero de que irremediablemente necesito ayuda de alguien, la necesito. Pero no puede ser ninguno de los chicos, ni papá. Podría ser...

- ¡Baron! -me dije y salí corriendo.

Busqué por todos lados y finalmente lo encontré. Estaba enseñando la puntería que tenía con un arma francotirador, venciendo la apuesta con el mejor soldado francotirador de la base.

- Hey niño, lo haces bien. ¿Por qué no te unes al ejército? -le palmeó los hombros el soldado.

- Es que ser militar no es lo mío -le sonrió Baron- tengo otras metas -sonrió.

- ¡Baron! -le llamé para captar su atención.

El notó mi cara de preocupación.

- ¡Aaaah!, ¡Señorita Camille! -sonrió animado y tierno.

- ¿Es tu hermanita? -le preguntó el soldado.

- Uhm. No. Algo parecido, creo -dijo dudoso- Es una niña linda, esperaré a que crezca -dijo cómicamente y los soldados lo miraron extrañados.

- ¿Sabes que puedes ir a prisión por pedófilo? -le dijo seriamente uno de los soldados.

- ¡Hey!, era broma, tranquilos, es mi adorable hermanita -sonrió Baron y vino a mí.

Se agachó hasta quedar a mi altura.

- ¿Qué sucede Cami? -me dijo serio.

Los soldados no dejaban de mirarnos. No podía decirle nada mientras nos vieran.

- Necesito ayuda, no encuentro a Sasha y Karla -mentí.

El me miró dudoso. Entonces creo que entendió.

- Bien, vamos -me dijo asintiendo serio.

Y así me dispuse a caminar lo más lejos que podía de los soldados.

Y así me dispuse a caminar lo más lejos que podía de los soldados

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