Un padre, atencioso.

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La novia demonio, ¡Eso es ella!.

Yo siempre creí que mi padre era la maldad y la crueldad de éste mundo en persona, pero ni siquiera él sería capaz de ser tan falsamente cruel. O bueno... eso creo. 

No sé cuánto tiempo a pasado desde que ella está aquí, pero trató de asesinarme ya varias veces. Y Marie fue perdonada, ya que papá no quiere a otra niñera.

Ha sido una pesadilla, mientras Marie estuvo encerrada, a Graciela la liberaron antes. Y ha tomado control de casi todo, menos de mí claramente.

Escuché que hasta visito el sótano. No sé qué es, pero parece que es una parte de nuestro hogar. Escuché que dijeron que se desquitó con Leonor hasta matarla.

Antes temía por mi vida, ahora temo la de mi padre. ¿Está dejando que todo esto suceda?, ¿Por qué?.

Ella, es una mezcla de odio y venganza, falsedad y crueldad. Al lado de mi padre se comporta de una forma, pero lejos de él es otra persona.

Desearía advertir a mi padre, pues siento que yo no soy el único objetivo de ésta mujer.

Tengo miedo, de que le haga algo a mi padre, y a la vez, temo por mí misma. ¿Quién me defenderá de sus garras?. Las otras veces me he salvado por milagro, y es gracias a que siempre aparecía Marie o algún empleado de la casa.

Yo solamente consigo llorar cuando estoy lejos de mi padre y Marie, porque me siento totalmente insegura e indefensa. Como en éstos momentos... estoy completamente sola en mi cuna, y aunque he estado llorando por un tiempo, nadie ha venido aún, y ya siento que me duele la garganta de tanto llorar.

¿Estará bien mi padre?, ¿Y Marie?, ¿Y los demás?... No puedo dejar de preocuparme. Graciela es malvada, y no tiene buenas intenciones.

Debería tratar de levantarme, debería tratar de ir a ellos, debo llegar a mi padre. Debo salvarlo.

- Camille -repentinamente escuché la voz de mi padre ingresando a mi habitación. El vino a mí preocupado, no llevaba camisa puesta, solo llevaba su pantalón, tal ves, recién se había duchado.

Lo miré aliviada, al menos por el momento él estaba bien. Me tomó en brazos y con sus dedos limpió mis lágrimas.

- Tu voz suena terrible, ¿Lloraste por mucho tiempo?, no logré escucharte, por alguna razón... -parecía sincero y aliviado, por primera vez parecía una persona buena.

Sonreí feliz, mi padre podría ser un cruel, un despiadado, un sádico y hasta alguien que anda por caminos malos, pero como un padre, debo admitir que era un poco bueno. S-solo un poco.

- Creo que deberías llevarla al doctor si tiene irritada la garganta Dave -sonreía la muy cínica mientras se acercaba a nosotros.

- Tal ves. Pero no entres a éste cuarto -dijo fríamente mi padre mirándola desafiante.

- Claro, claro, casi lo olvido -dijo deteniendo su paso frente a la puerta.

Estaba pasando un buen rato con mi padre, hasta que ella apareció.

No ví a Marie desde hace ya un tiempo, desearía saber dónde está.

- Cariño, ¿Y si vamos a la ciudad hoy? -dijo dulcemente Graciela a mi padre.

- No. Llevaré a Camille al pediatra -dijo mi padre, quien me recostó en mi cuna.

Yo sólo pude sonreír, ella me miró con odio mientras mi padre buscaba en mi armario algún vestido para mí supongo.

Me vistió mi padre, no sé qué vestía, pero supongo que era bonito si lo escogió él.

- Pero querido, ¿Para eso no tiene a su niñera? -insistió Graciela.

- Marie está internada, al parecer tiene una alergía muy fuerte a algo, además me gustaría acompañar a mi hija -me sonrió.

¿Marie estaba internada?, ¿Alergia?, ¿Le hiso ella algo a Marie?. ¿Por qué "internada" y "alergia" parecía malo?. Mientras miraba a mi padre, fuimos al automóvil, y lamentablemente ella vino también. Y fuimos al hospital los tres.

Llegamos al hospital. Y fuimos con el tal pediatra que dijo mi padre.

- Estaré contigo Camille, no debes temer al doctor -me dijo con una de sus sonrisas burlonas.

- Ella ni siquiera te entiende, es una bebé -dijo sonriente Graciela.

Quisiera que ella nunca hubiese venido a nuestras vidas.

Ingresamos a esa sala llena de dibujos muy bonitos, se parecía a mi llamativo cuarto.

El hombre era muy amable, me revisó cuidadosamente y decía cosas muy chistosas que me hacían sonreír.

Aunque en la habitación había alguien que se contenía de sus ganas de ver sufrir a ese doctor.

Y sí, era mi padre. Estaba sentado en una esquina al lado de Graciela, cruzaba sus piernas y apoyaba su mano en un mentón. Desviaba su mirada hacia la pared y se notaba a leguas, que emanaba un gran odio en su mirar. Estoy segura que ganas de matar al doctor no le faltaban.

Luego el doctor lo llamó, el se acercó y escuchó al doctor, manteniendo su fría mirada. Luego me tomó en brazos y volvimos al automóvil.

De regreso a casa estuvo todo muy silencioso. Hasta Graciela tal ves comprendió el odio que emanaba mi padre con solo ver su mirada.

Al llegar a casa, mi padre quiso darme algo en una cuchara.

- Bebe -dijo acercando ese extraño líquido a mi boca.

Bueno, no creo que sea tan malo.

Y entonces lo ingerí...

Y era asqueroso...

Y él quiso darme otra cuchara más, éste era diferente. Tal ves tendría el mismo asqueroso sabor, así que me negué a tomarlo.

Y fueron varios minutos de discusión, hasta que finalmente me obligó a beberlo.

Era asqueroso, asqueroso. Y yo que pensaba que el puré de banana no era rico. Puack.

Luego de eso pasé el día entero muy pegada a mi padre. El me sentó en su regazo y me leyó unos cuentos, eran historias muy divertidas y algunas tristes, pero encantadoras. Pasé una tarde muy hermosa.

O eso quisiera decir, pues Graciela nos interrumpía a cada rato, aunque claro, mi padre la ignoraba mayor parte del tiempo.

Cuando llegó la noche mi padre me llevó con él. Ese día estaba muy atento a mí. Al parecer le preocupaba muy en el fondo. Mi padre sí tiene un corazón, muy escondido, pero ahí lo tiene. Qué se le va a hacer. Es un odioso.

Quizá, podría empezar a verlo más como un verdadero padre. Sólo quizá. Aham. Eso creo.

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Figlia Della MafiaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz