Capítulo 32

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Este capítulo contiene contenido sexual, esta bajo tu criterio leerlo...

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te quiero mucho, como para dejarte ir. -me quedo mirándolo, y después lo beso. —señor ya no vamos a necesitar sus servicios. -dice él y cierra la puerta de taxi.

¿Qué haces? -le pregunto. —vamos a cenar, no voy a pagar una comida para dejarla servida.

pero supongo que ya se enfrió o tal vez le dieron la mesa a otra persona.

le pedí al mesero que calentara la comida que enseguida volvíamos, y creo que estamos tardando. -le sonrió y volvemos a dentro.

Comemos, al principio en silencio, pero poco a poco empezamos a hablar de cosas sin sentido y pasamos una agradable velada, a pesar del inconveniente al inicio de la noche. En este mismo momento vamos caminando a mi casa, le pedimos al taxista que nos dejara unas calles antes para platicar un rato más.

¿te gusto la comida? -me pregunta. —si, estuvo rica. -respondo.

¿otra vez tu indiferencia? -me mira y yo le sonrió. —es que tengo muchas cosas en la cabeza Simón.

¿Qué cosas?

no tiene que ver contigo, es solo que no se si fue buena idea negarme a ir a Paris. -me mira. —no es por ser egoísta, pero ha sido la mejor decisión. -dice y sonríe.

tonto. -asiente. _no, pero hablando en serio, tal vez sientes que necesitas saber más para poder enfrentarlo.

tienes razón. -digo y entonces el me abraza. —ven sentemos un rato aquí.

Simón creo que es muy tarde. -me mira. —tu madrina no está, aprovéchalo. -dice y yo asiento.

Él se sienta y yo hago lo mismo, pero me acuesto y apoyo mi cabeza en sus piernas.

eres hermosa. -dice y yo me sonrojo. Me quedo mirando las estrellas, él lo nota y levanta la cabeza para observarlas. —son hermosas. -dice.

hace mucho tiempo, no me detenía a verlas. -digo y él vuelve su mirada a mí. —¿Por qué?

me recuerdan a mi papá, eso hicimos la ultima noche que lo vi. Miramos las estrellas hasta que me quede dormida. -él sonríe y comienza a acariciar mi cabello. Pasamos un rato así, cuando siento que una gota de agua golpea mi mejilla.

Entonces comienza a llover de la nada, ambos nos levantamos rápidamente, aun estamos algo lejos de la mansión, así que lo único que podemos hacer es correr. La lluvia aumenta con el paso de los minutos y estoy empapada y cansada, no puedo correr mucho con estos tacones, y él solo ríe cada vez que voltea y me ve lejos de él.

Se acerca a mí, y sonríe antes de pisar un charco grande de agua logrando que mi vestido se ensucie. —¿Qué haces? -grito enojada. —me divierto. -responde sonriente.

así. -digo levantando una ceja, y entonces hago lo mismo que él. —arruinaste mi ropa. -dice haciéndose el ofendido.

Le muestro la lengua en un gesto infantil, y entonces él comienza a correr para cogerme y yo lo hago para escapar de él, aunque es difícil ya que él puede correr sin el riesgo de doblarse el tobillo con tacones.

El Mismo Corazón... (Simbar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora