Quince: Conoce a sus padres

Depuis le début
                                    

No me sentía bien. Temía que preguntara algo al respecto y se me quebrara la voz o alguna otra cosa que me hiciera quedar mal frente a él.

Me sentía un poco estúpido porque había pasado toda mi vida diciéndome que no me importaba si Martino estaba vivo o no, pero entonces reaccionaba de esta forma ante la mínima mención de un tema relacionado a él; y quería creer que no era amor u odio, sino que simplemente estaba abrumado.

Era exceso de información, el hecho de enterarme de algo que no esperaba.

—¿Estás bien? —volvió a preguntar, aunque esta vez en voz más baja.

Comencé a negar sin mirarlo.

—No.

Él no esperó a que agregara nada más y me abrazó con cuidado. Cerré los ojos e inspiré hondo. Y permanecimos en silencio. Tardé un poco en corresponderle, pero acabé presionando la tela de su sudadera entre mis manos y sentí la suya moverse por mi nuca en un gesto que me calmó.

***

—No me lleves a casa —le pedí una vez que nos acomodamos en su auto.

Al teléfono de mi hermana se le estaba por agotar la batería y luego de encontrarme un poco mejor fui capaz de pensar en el hecho de que ella no me había dicho nada. Y sí, sabía que me vendría con el "quería que él te lo dijera" ¿Y saben dónde le diría yo que se podría meter ella sus intenciones? En el culo. Me importaban una mierda las emociones de Martino.

Giorgia no podía mandarme y esperar a que asimilara toda la información junta. Aunque, técnicamente, fui yo quien se mandó, pero la idea se entiende.

Jordan no había preguntado nada y se lo agradecí en silencio. No porque se tratara de un secreto, si todos en el instituto sabían que era adoptado. Simplemente no quería hablar al respecto.

—Déjame debajo de algún puente —bromeé, aunque en realidad no sabía a dónde ir exactamente.

Quería hablar con mamá y dejar que ella me consolara. Necesitaba abrazarla y que me oyera mientras vomitaba todo lo que me estuvo atormentando estas últimas semanas. Pero no podía. Habían cosas que no debía contarle y no tener a nadie en quién confiar lo suficiente para ser completamente honesto me estaba matando.

Tuve a Lola pero lo arruiné.

Sólo quería buscar un sitio alejado y llorar un rato.

—Entonces a mi casa —propuso él. Por muy suave que fuera conmigo, sabía que no me estaba consultando al respecto, sino que me estaba informando de su plan—. Este fin de semana me toca con papá.

Me hundí un poco más en el asiento mientras intentaba recordar al padre de Jordan. Sabía que se habían divorciado cuando era pequeño, pero no recordaba haberlo visto más de una o dos veces en alguna reunión familiar de la escuela.

Honestamente, no me interesaba a dónde me arrastrara mientras no me obligara a hablar con nadie.

Me gustaría decir lo nervioso que me puse en ese momento a causa de que iría a la casa del padre de mi crush, pero no fue exactamente de esa forma. Sólo planeaba saludarlo, quizá bañarme y luego pedirle a Jordan que me dejara echar una siesta en su cama.

Permanecimos en silencio el resto del camino hasta la casa de su padre. Ninguno de los dos intentó sacar tema de conversación y la radio esta vez permaneció apagada, como si él quisiera disfrutar de aquel silencio por esta vez.

No fue hasta que llegamos al estacionamiento de su edificio y detuvo el auto que él, luego de desabrocharse el cinturón, se giró hacia mí y se dignó a volver a verme. Aguardé expectante. Su mano en el volante, sus hombros caídos.

Romeo, Marco y JulietaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant