Capítulo 5: Los asesinaste.

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Dominic

Entramos a un lugar abandonado, era un tipo de fábrica de ropa. Habían varios cuartos improvisados a lo largo del lugar. Subimos las escaleras y llegamos a una puerta.

-Maldición! Frank vino a registrar mi casa. Zeus escapó.

La chica dijo viendo el cerrojo abierto. Entré y vi aquello. Era un chiquero.

-Seguro fue a buscar una rata de alcantarilla para comer.  -Le dije para suavizar el ambiente. La chica estaba estresada. Cómo no? Me dio una mirada de odio.

-Sientese, en algún lado, duque de Cambridge. Esto es lo que le puede ofrecer una vagabunda como yo.

La chica empezó a buscar por todas partes. Luego vi que sacó algo de un frasco de café. Era cocaína?

-Hey! Espera! Qué haces?

-Voy a meterme unas líneas. Quieres?

-Quieres morir, acaso? -Me acerqué y le quité la bolsita, ella tuvo un reflejo tardío para quitarmelos y en eso se desvaneció en mis brazos.

-Oye!?

La levanté y la llevé al sofá.  Levanté  su blusa y vi sus vendas, estaban empapadas en sangre. Busqué agua y saqué las cosas que había robado de mi clínica. Quité las vendas y limpié las puntadas, no sé habían abierto por suerte. Puse vendaje nuevo y le coloqué una vía con suero.

-Robó media bodega de medicamentos esta chica. Y la morfina. -Dije pensativo. En eso vi su brazo. Había una mordida idéntica a la mía.

Busqué algo de comer en ese basurero de casa. Habían latas de sopas. Abrí una y me senté a comer.  Tenía tanta hambre que no me importó el sabor insípido del pollo. Pasaron unas 2 horas y el perro de la chica entró al a apartamento. Empezó a ladrarme algo agresivo. Era un buen ejemplar de pitbull.

La chica despertó y llamó la atención del perro.

-Zeus? Ven bonito!

El perro empezó a lamerla mientras yo me tranquilizaba. Odiaba los perros, los gatos o cualquier animal.

-Bien, llegó tu perro, despertaste. Podemos irnos?

-A dónde?

-No lo sé. Lejos de ésta ciudad, quizá? Bueno al menos esa es mi idea. No sé tú.

La chica descubrió su vientre con las nuevas vendas y luego me miró.

-Cuál es tu nombre?

-Doctor Dominic Shepard.

-Bien, doctor Dominic. Puede explicarme qué fue lo que pasó? Quienes esos zombies y hace cuánto me atropellaste? Por qué me dejaron sola en la clínica.

-Ni yo sé qué fue lo que pasó.  Toma, debes comer. Estás débil. -Le acerqué una lata de chili con carne.

-Esas latas eran para mi cena de Navidad.

-Bueno, si no la comes no llegarás a Navidad.

Ella me miró enojada. Empezó a comer, luego buscó algo en un estante. Era la comida de su perro.

-A dónde iremos?

-No lo sé, evacuaron la ciudad debemos ir con ellos.

-Me voy a convertir en uno de ellos?

La chica dijo mostrándome una mordida de su brazo.

-No lo sé, no hay enrojecimiento, ni inflamación igual que la mía.

Presioné con fuerza.

-No hay líquido que supure.

-No entró veneno acaso?

-No es veneno. Es un hongo.

-Me estás diciendo que introdujiste un hongo en la sangre de personas.

-Eran pacientes con cáncer terminal.

-Los asesinaste.

-Quizá pero ellos firmaron un contrato donde me liberaban del cargo, así que, soy inocente.

-Y no hay manera de revertirlo?

-Tal vez...pero tengo que ir a la clínica y hacer varias pruebas. Necesitaría a los infectados.

-Bueno, la vida es un riesgo.

-Lo dices tú quién huye de su asesino y es atropellada por un auto.

-Alguna vez has pasado hambre, niño rico? De seguro naciste en cuna de oro  lleno de amor y lujos.

-Mis padres fallecieron cuando tenía 3 años, no tenía a nadie más que ellos. Crecí en un orfanato y las familias que me adoptaron me devolvieron. Pasé hambre, sí cuando me castigaban y me dejaban sin cenar, era casi todos los días porque me rehusaba a hacer los que las hermanas querían. Nunca he sabido que es un abrazo o un beso materno. Mi único familiar cercano murió hace un año y apenas si la saludaba.

La chica me miró estupefacta.

-Bien, quizá has tocado con un poco más de suerte que yo.

-Sí, quizá, yo no he caído en la drogadicción. -Le dije.

Ella me miró con resentimiento.

-La vida te hace hacer cosas indebidas.

-Nunca es tarde para dejarlo. -Le dije echando la bolsa de cocaína en un vaso con agua.

-No!! -Ella gritó y se abalanzó hacia mí.

La tomé de las manos y la miré a los ojos. Tenía lindo ojos azules.

-Suéltame!

-O si no qué? Te estoy salvando la vida otra vez.

-Nadie te pidió que lo hicieras. Zeus, ataca!!

Miré al perro y este corrió hacia mí pero sólo olfateó mis zapatos. Ladró un par de veces y se fue a echar en su cama. Reí al ver el perro y solté a la chica.

-Hasta el perro sabe que es por tu bien.

-Zeus!? -Ella dijo algo confundida.

El perro volvió a ladrar en protesta.

-Mírate, estás tan delgada que si sigues inhalando cocaína morirás en unos 6 meses con suerte.

-Quizá sea mejor antes de ser comida por esos malditos zombies.

-Podemos salir de aquí.

-No me iré. Ni siquiera tengo papeles.

-Papeles!?

En eso recordé que mi billetera y la escopeta seguían en la comisaría.

-Debo salir de aquí.

-A dónde vas?

-Debo buscar algunas cosas.

-Quieres que te acompañe?

-No. Es cosa mía o estás siendo amable?

-No, imbécil, sólo que no quiero quedarme sola aquí.

-Okay! Pero el perro se queda. No quiero que llene de pelos mi Jaguar.

El perro ladró en son de protesta nuevamente. La chica se estaba poniendo otra ropa.

-Lo siento, pero no somos amigos. -Le dije al perro como si me entendiera.

Llevé mi vista a la chica, ni siquiera sabía su nombre. Estaba cambiándose el pantalón en frente mío. Bueno, tenía lindas curvas debajo de esa ropa fea.

-Se te antoja? -Ella dijo, me había pillado.

-A qué? No, yo...

-Tranquilo, nunca me acostaría con alguien como tú, no te hagas ilusiones.

-No tengo tan mal gusto. Vamos, ya!

Ciudad En Ruinas: Operación OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora