Capítulo 2: Van a morir!

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Habíamos terminado de cerrar las heridas. Yo había extraído al menos un litro de mi sangre. La chica estaba transpirando y su temperatura era baja. Los teléfonos sonaban sin parar y de repente los gritos cesaron.

-Está estable. -Mildret dijo.

-Debemos salir de aquí.

-Se han quedado callados pero sólo están descansado.

La miré extrañado.

-Por qué no enviaste a alguien por mí.

-Pasó muy rápido. Yo...

La chica empezó a llorar y la abracé con algo de apatía, odiaba abrazar a las personas, mi infancia no había sido fácil, el afecto no era algo que se me daba fácilmente.

-Todos están muertos...

-Por eso debemos salvar a los demás. A tus sobrinos y tus padres. Debemos salir.

-Y ella?

-Podemos dejarla aquí con algún tipo de advertencia. Es probable que despierte aturdida y desubicada.

-Hay que matarlos.

-Cómo? Yo no puedo.

-No lo sé. Pero si tu no los matas ellos te matarán a ti...

En eso recordé algo.

-Con el arma de Troy.

-Qué?

-Quedate aquí.

Me asomé por la ventana de la puerta y observé a los hombres deambulando por el pasillo con poca energía. Era como si estuviesen somnolientos. Abrí la puerta y cerré rápidamente. Corrí hasta la sala de espera dónde estaba Troy muerto. Tomé el arma y busqué munisión. Estaba completa.

-Ni siquiera pudo disparar.

Me había descuidado, sentí un peso encima, ambos tipos me habían encontrado. Cómo pude cargué el arma o eso creí. Disparé pero está no funcionó. Los tipos trataban de morderme pero no me quedaba quieto, ellos eran lentos y no tenían reflejos. Cuando al fin pude disparar le di a uno en la sien. El otro se fue encima del hombre con el disparo y comenzó a succionar su sangre.

Miré mi antebrazo, tenía una herida. Me puse en pie y corrí como pude. El tipo gritó y corrió detrás mío. Cómo pudo. Entré al quirófano a prisa y cerré de inmediato. Al voltearme vi otra escena desgarradora. Mildret estaba en el suelo, había cortado sus muñecas.

-Qué has hecho? -Le dije tomando las vendas, vi sus ojos claros, estos estaban rojos de llorar.

-No quiero que ellos me succionen la sangre.

-Mil...no vas a morir. Saldremos de aquí. Vamos, tengo una idea. Terminé de venderla y luego curé mi herida.

Tomé el arma y la coloqué en la mano de la chica. Esperé que el hombre deambulante que quedaba caminara de espalda y luego abrí la puerta. Cerré ésta con un carro de lavandería. Repleto de ropa de cama. Era algo pesado, dudaba que el tipo tuviesen la fuerza de moverlo. Había luchado con ellos, tenía una idea de cuanta fuerza tenían.

Corrimos hacia la salida y por primera vez en mi vida sentí miedo real. Todos los que pensaba que estaban muertos, no estaban. La mayoría trataba de levantarse.
Mildret gritó al ver a Marlon, uno de los voluntarios convertido en uno de ellos. Él se abalanzó hacia nosotros pero tropezó con otro.

-Vamos! Salgamos de aquí!

Al llegar a la puerta la cerré con llave. Había menos posibilidad que salieran por ahí. Debía volver por la chica pero lo haría mejor preparado.

-Sube al auto!

Mildret subió con dificultad.  Ella se desmayó segundos después de partir.  Había perdido sangre, estaba débil. Al tratar de ponerle el cinturón descuidé mi camino. Había vuelto a atropellar a alguien. Éste rodó por el capó del auto y luego al pavimento. Vi sus ojos llenos de sangre, era uno de ellos.

Retrocedí con el auto para golpearlo de nuevo, el tipo quedó tendido en el suelo entonces traté de pasar sobre su cabeza. Luego de unos minutos de conducir, encontré un auto de policía estacionado. El policía estaba muerto pero el deambulante no, había huido por el bosque seguro o era el mismo que atropellé. Según mis cálculos eran 8 los que habían escapado. Los otros 12 estaban en la clínica, "muertos".

Llegué a la ciudad y observé como todo estaba normal. Llevé a Mildret al hospital.

-No estamos recibiendo pacientes, hay una alerta en la ciudad sobre personas sin control.

-Lo sé, lo sé. Estábamos en la clínica. Ayúdela, se cortó las muñecas. No quería ser devorada por uno de ellos.

-Devorada?

-Escucheme! Busquen a la seguridad del hospital, disparen a matar a cualquiera que tenga ojos sangrantes.

-Qué? Hágame caso. Que sea en la cabeza.

Le dije a la enfermera y ésta me miró estupefacta. Mi ropa están ensangrentada, me quité el sacó y lo tiré. Subí al auto y partí para la policía. Al llegar vi que era un caos. Había gente gritando, los policías salían por montones. Una mujer lloraba diciendo que "algo" era terrible.

Hasta ese momento no había sentido culpa. Quizá era porque no había asimilado lo que estaba pasando. Las personas que había asesinado ya no eran personas. Eran monstruos.

-Escuchen todos! -Dije con autoridad. -Los deambulantes son algo "tontos". No saben abrir puertas. Sólo saben olfatear sangre. Les recomiendo que vayan a sus casas...

-Y tú quién eres? -Era el Sheriff.

-Trabajaba en la clínica donde fueron creados. Fue un accidente científico. Una reacción secundaria a un tratamiento experimental. Vayan a casa, usen sus armas y tiren a matar. Ellos ya no son humanos.

-Estás hablando en serio, chico? Estás induciendo a éstas personas a cometer un crimen.

-Sino lo hacen morirán, eso si tocan con suerte. Sino créanme que se convertirán en uno de ellos.

De pronto todos empezaron a tratarme de de mentiroso.

-Basura!

-De qué habla este imbécil?

-Quién se cree para mentirnos.

-Nos está tomando el pelo.

-Sheriff, escucheme! Debe ayudarme a alertar a la ciudad. -Le dije y viejo sólo sonrió.

-Mira muchacho, esto no se maneja así. Un escuadrón de policías se dirigen al bosque del norte en busca de esos dichosos hombres zombies.

-Van a morir.

-Tu ve a casa, nosotros nos encargamos.

Subí al auto y conduje por la ciudad. Fui la estación de radio de la ciudad y pagué por el anuncio. Los tipos de la radio creyeron que era una broma al principio pero no pudieron ignorar la mancha de sangre de mí camisa y los miles que les había dado. Seguí buscando tipos zombies, luego pensé en que necesitaba un arma. Recordé que el padre de Mildret era cazador deportivo. Fui a su casa y hablé con este.

-Qué? Mi hija está en el hospital?

-Estará bien. Sólo necesito que me preste su escopeta, y algo de munición.

-Qué es lo que está pasando?

Ciudad En Ruinas: Operación OmegaWhere stories live. Discover now