Tras una misión que sería en completo sencilla, Sasuke, Sakura y Naruto terminan visitando una dimensión opuesta a lo que conocen con ciertos hechos singulares: al padre de Sakura fue el cuarto Hokage; Kakashi es más energético de lo usual; Tsunade...
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Cuando Itachi lo jalo al interior de la casa, Sasuke empezó a sentir irritación y antipatía por él. Ver la sonrisa de alegría y sus ojos negros, le dio un retorcijón en el estómago. Odiaba sentirse así, pero estaba consciente de que era inevitable.
«No importa lo que suceda a partir de ahora, siempre de querré», las palabras de su difunto hermano remontaron en su mente al igual que su frente pegada a la suya. La expresión arrepentida y a la vez de compresión, brindo en su momento una calidez en su pecho y cierto alivio.
Trago grueso cuando Itachi le obligó a despojarse de las botas y le insistió en llevarlo hasta la cocina.
Intento decir algo antes de entrar —podía escuchar voces amortiguadas y sonidos familiares—, quería impedir el próximo encuentro porque mente colapsaría en cualquier momento. Sin embargo, no logró replicar algo coherente porque pronto se encontró entre el umbral de la puerta mirando de frente a las dos únicas personas que alguna vez aprecio y brindo un amor sincero.
Sus ojos negros observaron el perfil derecho de Mikoto, inclinada al dejar platos de comida en la mesa, claramente poseía una sonrisa casual en su rostro, sus ojos negros inmediatamente captaron su atención y lo miraron fijamente.
Sasuke sintió desvanecerse al percatarse de que Fugaku también estaba ahí, sentado en una de las sillas leyendo el periódico; su semblante se tornó extraño para el Uchiha Vengador, pues sus fracciones irradiaba un toque risueño y casual, no tenso y represivo.
Entonces el patriarca noto su presencia porqué Itachi aviso —por no decir que grito— su llegada. Soltó el ejemplar que sostenía y los miro serenamente con una ceja alzada.
—Itachi, ¿qué te dije sobre traer vagabundos a la casa? —preguntó seriamente el patriarca volviendo de sopetón a Sasuke a su estado de humor normal.
«Otro que cree que soy un maldito vagabundo», Sasuke gruñó por debajo pesando seriamente si vestía como uno o solo querían joderle la tarde.
Entonces, Itachi formó una especie de puchero acompañado de una sonrisa nerviosa mezclado de reproche.
—Padre, la época de beneficencia ya acabó —reclamó indignado–. Además, los vagabundos tienen derecho de poseer un aspecto reluciente —añadió.
Fugaku rodó los ojos un tanto consternado por la actitud de su hijo mayor y negó ligeramente con la cabeza.
Pronto Sakura apareció por el pasillo acompañada de Charasuke, y quedó impactada al ver al matrimonio Uchiha. Solamente los conoció de reojo cuando era una niña y los había visto en fotografías. Su mente estaba en shock y se imaginaba cómo se sentiría Sasuke.
