Capítulo 3

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— Jason, no seas puto, despierta— Alan me tenía tomado de los hombros y me estaba moviendo tratando de despertarme —. ¡Jason!

— Mmm ¿qué carajos…? — me desperté mirando a mi alrededor.

— Te dormiste. Acaba de terminar la asamblea —no entendía un carajo de lo que hablab… ¡Ah, la asamblea del primer día! —no aguantaste ni una hora de clases.

Repasemos. Entre al auditorio, me senté junto a Alan, se levantó y me dijo que ya volvía y luego… nada. Sí, creo que sí me quedé dormido.

— Anda, vamos, tienes que estudiar —dijo Alan mientras me tocaba el hombro y ponía mi horario enfrente de mí.

Levanté la vista y Alan ya estaba cruzando la puerta. Tomé mi horario y lo revisé. Primera clase: Español General, aula 12 A. Esperen ¡¿qué?! Nadie hablo sobre esto. Me levanté, tome mi mochila y mi horario y me dirigí hacia la puerta. Mire mi reloj. Ya iba diez minutos tarde.

Después de vagar un rato por los grandes pasillos encontré el aula 12 A. El edificio asignado a los diseñadores gráficos no era tan grande como otros, pero para mí estaba bien. Entré al aula. Había unas quince personas prestando atención a un señor junto al pizarrón. Imagino que era el maestro. Un hombre no muy alto, piel algo morena, de al menos unos cincuenta años con una cabellera negra con una pizca de canas blancas que lo hacían ver gris estaba parado frente a ellos observándome paciente.

— Llega tarde Sr. Carter —me recriminó con un tono autoritario.

— Lo siento Sr… —no sabía su nombre.

— Griswald, Sr. Griswald —dijo interrumpiéndome a la vez que contestaba mi pregunta indirecta —. Ahora, por favor pase y tome asiento.

Busqué asiento y solo encontré uno en el centro de la segunda fila. Puse mi mochila sobre la paleta de la silla y me desparrame en ella. El profesor continúo su clase. Nos hacía preguntas retoricas que él mismo se contestaba, nos explicaba los aspectos básicos del español y nos repetía una y otra vez que solo recibiríamos su clase este semestre.

Mientras él hacia su trabajo, yo estaba en mi mundo. Observé el salón. Tenía suficiente espacio, paredes blancas y un ventanal a mi izquierda. La pizarra se encontraba al centro y el escritorio del profesor junto a la ventana, en dirección contraria a la puerta. Al fondo se encontraban un estante con unos cuantos libros y una puerta, que asumo es el armario. No había ventiladores pero las ventanas se mantenían abiertas, a pesar de que no hacía mucho calor. El profesor seguía hablando mientras el reloj avanzaba muy, pero muy lentamente.

Muchos estábamos aburridos mientras otros o no se aburrían o fingían muy bien. Los tipos variaban mucho. Algunos se veían brabucones mientras otros se veían pasivos y callados. Las chicas también variaban pero lo que a mí me interesaba de ellas era casi lo mismo. No habían muchas diferencias aparte del pelo, el labial y la ropa pero hubo una que me llamo la atención. Y no solo a mí, a todo mi cuerpo. Morena, cabello y ojos oscuros, un metro setenta aproximadamente —algo baja para mí pues yo mido un metro ochenta— y muy bien esculpida. Se veía perfecta.

— Oye, ¿sabes cómo se llama la morena de la primera fila? —le pregunté al chico a mi lado. Se veía un chico reservado. Llevaba unos lentes con un fino marco y una camisa a cuadros. Ahora que lo pienso, mi pregunta fue estúpida. ¿Cómo podría saber su nombre siendo el primer día? No sé cómo, pero él lo sabía.

— Evelyn G. Monroe —me dijo él en un pequeño susurro, sin voltear a verme.

— ¿Todo en orden, Sr. Carter? —me preguntó el Sr. Griswald, asustándome.

— Sí, claro. De maravilla —ignoró mi indirecto y sensual tono y prosiguió la clase.

Evelyn estaba junto a su casillero hablando con una amiga, una rubia muy baja para mi gusto. Según mi horario vamos a Lectura en Inglés I lo que quiere decir que el próximo semestre habrá Lectura en Inglés II. No puedo creer que le dije que sí a mi madre.

Me acerqué a Evelyn. Llevaba una blusa sin mangas y unos pantalones cortos. Se veía sexy. Acá va otra vez mi “cuerpo” a levantarse. Llegué a su lado ignorando la presión en mis pantalones y puse mi mano izquierda en el casillero, al lado de su cabeza, dejándola sin escapatoria a la derecha.

— Disculpa, ¿y tú quién eres? —preguntó incrédula. Antes de contestarle, le lancé una mirada cortante y fría a su amiga la rubia, indicándole que quería que nos dejara solos. Se despidió de Evelyn y se fue.

Después de unos segundos, conteste.

— Jason.

Me escudriñó con la mirada de arriba hacia abajo y de regreso mientras se mordía el labio. Al subir se topó con mi mirada y dejo de morderlo.

— Bien Jason, ¿qué quieres?

— A ti—no me contestó, solo bajó la mirada. Ya casi la tenía.

Levanté su rostro tomándola por el mentón, obligándola a verme.

— ¿Qué te parece si vamos a caminar un rato? —lo pensó por unos segundos pero terminó sonriendo y acepto.

Caminamos por los pasillos de la universidad sin importar quién nos viera. Evelyn y yo hablamos un poco de todo por un rato. Música, películas, libros, nuestras metas y nuestros intereses. Me contó que le gustaba todo tipo de música pero que no bailaba. Solo leía revistas y veía películas en la que los actores fueran guapos. Es lo que más recuerdo. Mientras ella me contaba, yo la escuchaba, le hacía preguntas de vez en cuando y le decía halagos tontos para verla reír.

Pasamos así unos minutos. Llegamos al campus. Estaba vacío a excepción de unos cuantos estudiantes que esperaban la próxima clase o que vagaban como nosotros. Era mi oportunidad. Empecé a hacerle preguntas a Evelyn sobre su familia, sus hermanos y amistades hasta llegar a poder preguntarle sobre su novio. Me dijo que no tenía. Hace unos meses terminó con su novio porque la engañaba y decidió que no quería nada formal con nadie por un tiempo. Era justo lo que necesitaba.

Esperé a llegar detrás del siguiente edificio. No había nadie en esa parte del campus, era un lugar pequeño y apostaba a que nadie pasaba por ahí. Una vez ahí, le dije.

— Bueno, tú no quieres nada formal con nadie al igual que yo pero me gustas — dejé que la idea quedara en el aire por unos segundos mientras seguíamos caminando—. Tengo la solución.

— ¿Ah sí? ¿Cuál es? —preguntó.

Me detuve y la tomé del brazo atrayéndola hacia mí. No le di tiempo a reaccionar, solo la besé. Por un momento se quedó congelada pero luego su cuerpo reaccionó. Rodeó mi cuello con sus manos y empezó a juguetear con mi cabello. Nos dirigí hacia la pared más cercana. Puse ambas manos a cada lado de su cabeza, dejándola sin escapatoria.

Quise contenerme pues no era el lugar apropiado pero mi cuerpo me traicionó. Acerqué mi pelvis a la suya. Ella sabía lo que yo estaba haciendo porque en cuanto acerqué mi cuerpo al suyo, mordió mi labio.

Se me estaba saliendo de las manos pero ella me hacía difícil el poder contenerme. Estaba entre seguir o detenerme cuando escuché un carraspeo. Alguien nos había encontrado.

Me volteé rápidamente tratando de mantener la compostura al igual que Evelyn, quien se estaba limpiando los restos de labial de la barbilla. Fue entonces cuando lo identifiqué.

— ¿Sr. Griswald? —dije algo apenado. Esto no me daba buena espina.

Evelyn que permanecía mirando al suelo, levantó la mirada asustada al identificar al hombre.

— ¡¿Papá?!

Muriendo Por El Asesino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora