-No se si eres consciente de que eso es lo que más deseo en estos momento.

-Lo soy, por ese mismo motivo no te dejaré ir-no dije nada, tan solo me quedé mirándolo por un rato, sin ninguna intención, aguantando su oscura, severa y profunda mirada... Luego volví la cabeza a mi postura inicial, viendo el lento movimiento de las pesadas y oscuras nubes.

-Qué quieres comer?

-Déjame sola-dije en un hilo de voz. Me daba exactamente igual si me había escuchado o no, no tenía ninguna intención de responder a cualquier otra pregunta o palabra.
Allí me quedé en silencio, mirando nada en concreto y sintiendo ese duro vacío en mi interior... Las lágrimas volvieron a mí al pensar en ellos... En sus risas llenas de vida, sus miradas llenas de amor... Todo de ellos... Mis hombres... Los que más amaba en esta vida...
Lloré en silencio... Los eché de menos sintiendo como se me empequeñecía el corazón... Realmente deseaba morir.

Papá... Philip... Por qué? Por qué vosotros?

-Megan-escuché una voz masculina... Una voz quebrada... La reconocí y al fin sentí algo a parte de dolor y tristeza... Quería un abrazo... Pero solo lloré más.

-Por qué, Carlos? Por qué a mí? Por qué ellos?-ya me encontraba entre sus brazos... llorando como una niña.

-Lo siento. Por favor, no llores-al escuchar su voz y su gemido, me aparté de él comprobando que no me equivocaba al pensar que estaba llorando. Lo miré entre extrañada y sorprendida-Tu padre era una persona increíble. Y Philip, aunque no era santo de mi devoción, te hacía feliz. Así que, que no te extrañe que esté llorando como una nena-sonrió débilmente mientras limpiaba mis mejillas con sus dedos-Y otro gran motivo es, que no me gusta verte así-bajé la mirada.

-Solo quiero ir con ellos-dije antes de volver a mirarlo como pidiendo permiso, pudiendo ver como sus ojos se llenaban de lágrimas nuevamente.

-No digas eso.

-Y tú no llores porque lo diga. Solo es lo que quiero-iba a seguir hablando, pero solo logré suspirar sintiendo dolor en el pecho.

-Y qué pasa con nosotros? Con tu hijo? Tu madre? Tan poco valemos para ti que quieres hacernos pasar por lo que estás pasando tú ahora. Quieres empeorar el sentimiento que ya tenemos?-negué con la cabeza mientras se me nublaba la vista.

-No quiero este niño...-dije sintiéndome la persona más desgraciada del mundo.

-No digas tonterías Meg.

-No lo entiendes...

-Sí lo entiendo. Es suyo y puede que tenga su sonrisa o sus ojos... Te recordará a él diariamente... Pero es algo vuestro. Es tu hijo. Es el nieto de Roberto-volví a tumbarme y a mirar por la ventana. Suspiré cansada... agotada y dañada.

-Tienes que comer.

-Cómo está Alexandro?

-Triste, pero él sí se alimenta-estuve a punto de sonreír, pero no pude hacer ni el amago, cualquier gesto de expresión se quedaba en nada.

-No quiero comer, Carlos. No tengo hambre.

-No te he preguntado si tienes hambre, te he dicho que tienes que comer.

-Pero no quiero.

-No te pedía permiso-su voz se alejó y al minuto estaba de vuelta a mi lado, mostrándome una bandeja con comida. Tuve que suspirar nuevamente al comprobar que tenía en ella todo aquello que me gustaba.

Philip...

Me tapé con la sábana y me di la vuelta, pero al momento Carlos rodeó la cama para mirarme con cara de póquer, mientras me mostraba la bandeja nuevamente.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz