Capítulo 26

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El plan ha comenzado. 

 Kromos realiza un encantamiento para tele-transportarnos dentro del palacio. Tenemos que infiltrarnos sin que nos vean, tele-transportándonos siendo la mejor manera. El mareo habitual del hechizo me ataca de golpe, cierro los ojos tratando de difundir el mareo. Al abrir los ojos nuestro alrededor ha cambiado, dejando atrás el bosque y dándole la bienvenida a las mazmorras del palacio.

—¿Las mazmorras? ¿Enserio? —pregunto a Kromos en un susurro, si los guardias nos encuentran podríamos considerarnos prisioneros.

—Es el único lugar que estaría menos concurrido. Pero, si lo deseas te puedo enviar al baño del príncipe y le ayudas de una vez lo ayudas a vestirse. —responde él ganándose una mirada de muerte.

—Kromos y yo iremos a preparar el hechizo, tú detén la boda y haz el mayor tiempo posible —ordena Fredic, asiento decidida. —Emma, cuidado.

—Lo mismo les digo.

Doy media vuelta dándoles la espalda, corro hacia la salida de las mazmorras con cuidado de no alertar a ningún guardia. Al encontrar la salida subo las escaleras en forma de espiral de piedra, las mazmorras del palacio se encuentran en lo más profundo del mismo. La mayoría del tiempo las mazmorras están vacías, pues en Leal no hay mucho crimen, entiendo porque Kromos ha elegido este lugar.

Los guardias deben encontrarse custodiando el salón real, lugar donde la boda se lleva a cabo. Con el corazón en un puño, deseo a todos los dioses que por favor me dé tiempo. Si Aaron dice que acepta el matrimonio, todo estará perdido. Además, Kromos debe preparar el encantamiento para que el demonio poseyendo a Livia salga a relucir, que todo el mundo vea su verdadera naturaleza. Los pasillos del palacio son desérticos permitiéndome caminar sin preocuparme por ser descubierta. Sin embargo, al llegar a la puerta del gran salón me encuentro con dos guardias custodiando la misma. Me fijo en sus rostros reconociendo a Hugo Bradbury, el bravucón de la academia.

Sonrío, tal vez no tenga que luchar para pasar por encima de estos dos idiotas. Puedo decirle que el príncipe me ha enviado a buscar, y me dejarían pasar.

Facil y sencillo.

Con decisión y sin dejar ver mis nervios, camino hacia los dos guardias. Hugo es el primero en fijarse en mi persona.

—¡Hugo! Tanto tiempo. Verás el príncipe Aaron ha pedido que sea su escolta durante su boda y se me ha hecho tarde por una orden del General. ¿Me dejarías pasar?

Hugo me ve escéptico, veo en sus ojos desconfianza. Por el rabillo del ojo veo como su mano sostiene su espada preparado para desenvainarla en cualquier momento.

—Tú padre ha dicho que ibas a estar en una misión. ¿Qué haces aquí? —pregunta sin quitar sus ojos sobre mí.

—Como he dicho el príncipe canceló la misión. Quiere que me quede aquí.

—No te creo.

Viendo que no va a ser tan sencillo, me acerco a ellos. Hugo desenvaina su espada seguido por su acompañante.

—Mierda, pensé que podíamos hacer esto sin tener que patearles el trasero.

En un movimiento rápido desenvaino mi espada lanzando un corte hacia Hugo quien lo bloquea con facilidad. Viendo por el rabillo del ojo a su compañero acercarse hacia mí por detrás, me hago a un lado haciendo que el corte fuese hacia Hugo quien lo bloquea por los pelos. Me agacho y con mi pierna izquierda estirada los derivo a ambos. Con el mango de mi espada los golpeo, dejándolos noqueados.

La Guerrera de la Lunaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن