Capítulo 14

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De la impresión dejo caer mi espada al suelo, no puedo ver con claridad la sombra, pero sé quién es. Su voz no la confundiría con nada en este mundo, la sombra se gira hacia mí; dándose cuenta de que no se encuentra solo. Las lágrimas que estuve reteniendo salen sin permiso recorriendo mis mejillas hasta caer al suelo. Mi cuerpo se relaja al tenerlo aquí.

—¿Emma? —pregunta mirando hacia donde estoy, sin pensarlo dos veces me abalanzo contra él atrayéndolo a un abrazo el cual no pretendo deshacer pronto.

—Eres un idiota—. mi voz suena extraña por las lágrimas, pero no importa. —¿Dónde te habías metido?

—¿Estás llorando? —haciendo preguntas idiotas como siempre.

Me separa abruptamente de él y comienzo a gritar como posesa. Con una furia sin razón, pero han sido tantas emociones a la vez que no sé cómo manejarlas.

—¡Claro que estoy llorando idiota! ¡No sabía dónde estabas, si estabas vivo o muerto! ¡Estaba sola, y con frío deseando que estuvieras conmigo!

Siento sus brazos abrazarme con fuerza, dejando que mi cabeza descansara sobre su pecho. Me permito cerrar los ojos, y respirar su olor. Sentir su calor corporal, el cual con el frío que ahora mismo cala mis huesos, es necesario.

—Lo siento —. su voz sale como un susurro el cual va dirigido solamente para mí. Nos quedamos unos segundos más abrazados hasta que nos separamos. Tomo mi espada del suelo y la envaino en mi cintura.

—Vamos, he encontrado una cueva. La noche va a estar fría.

Caminamos en silencio hasta el interior de la cueva. Con cuidado me recuesto contra la pared, él hace lo mismo. Siento una mano encima de la mía haciendo que lo mirara, me pierdo observando su rostro. En su cabello castaño, sus ojos con un toque divertido e infantil. Pero, lo más que me hipnotiza son sus ojos color verde.

—Estas congelada.

—Caí en una cascada, mi ropa no se ha secado por el frío —. explico sin perderme ni un detalle de sus hermosos ojos. Tal vez sea lo más que me guste de Aaron.

Veo sus gemas esmeraldas mirarme, puedo ver su rostro gracias a la poca luz que la luna nos brinda. Sus ojos me observan de una manera intensa como si quisiera ver mi alma, haciendo que por primera vez me sienta indefensa ante su mirada. Desvío mi mirada posándola en el suelo, como si las piedras fuesen lo más interesante. Por primera vez, desde que conozco a Aaron me siento cohibida con él. Es como si algo hubiese cambiado entre nosotros. Como si algo hubiese cambiado a como me siento.

—Ten —. ante el sonido de su voz volteo hasta mirarlo, veo entre sus manos una tela blanca. Su camisa.

—No es necesario, además tú también tendrás frio.

—Póntela Emma. Estas tiritando del frio, y no quisiera que tus heridas emporasen —. su mirada es tan intensa que no me niego, aunque quisiera no podría. Además, conociéndolo estaríamos toda la noche discutiendo.

—Entonces gírate para cambiarme.

No dice nada, simplemente se gira luego de que yo tomara la camisa. Yo misma me giro dándole la espalda, y comienzo a quitarme mis propias prendas. Comienzo con la empapada camisa negra de manga larga, me estremezco a causa del frío el cual me golpea sin piedad al estar desnuda de cintura para arriba. Con rapidez me quito la correa y los pantalones quedando en mi ropa interior. Rápidamente me coloco la camisa de Aaron, la cual me brinda una calidad bienvenida. Me abrazo a mí misma para sentir el calor lo mejor que pueda. La camisa de Aaron me queda bastante grande, los hombres de Leal son, por lo general, más alto que el promedio. Aaron en particular, me saca una cabeza de altura.

La Guerrera de la LunaKde žijí příběhy. Začni objevovat