Capítulo 11

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            Los pasos se detienen justo antes de abrir la puerta. Puedo sentir mi corazón palpitar contra mi pecho de manera frenética. Las manos me sudan por los nervios, y tengo un increíble deseo de salir corriendo. Pero, no puedo. No he llegado hasta aquí para echarme a correr tal niña asustada. Al escuchar la puerta abrirse puedo ver en todo su esplendor al monstruo que ha acechado al pueblo durante tanto tiempo. Es mucho más alto y grande que yo. Su rostro escanea la habitación hasta repararse en la señora atada y acuchillada en la silla. Luego su mirada llena de furia se posa sobre mí, causándome que el temor vuelva con fuerzas. Trato de mantenerlo a raya, y no dejar que se muestre.

—¿Qué esperas? ¡Mátala! —el grito reverbera por la choza, y activa algo en el trol el cual sin pensarlo embiste contra mí.

Sin pensarlo dos veces me lanzo a mi izquierda rodando por el suelo esquivándolo. De manera inmediata, lo enfrento de nuevo. No podría darme el lujo de perderlo de vista, un golpe de esa bestia y estoy muerta.

—¡Vas a lamentar haberle hecho daño! —su rugido hace temblar la choza entera, un rugido lleno de odio y enojo.

—¡Ustedes le han hecho daño al pueblo, su maldad debe terminar! —exclamo tratando de igualar su furia, tratando de no perder la cordura.

—Vas a ver, voy a arrancarte miembro por miembro, y comerlos mientras aún miras. Lo últimos que dejaré será tu cabeza para que puedas presenciar cómo te devoro.

—Inténtalo si puedes.

De nuevo embiste contra mí, solo que esta vez cuando él está a punto de golpearme me agacho lo suficiente como para pasar por debajo de su agarre, y corto su costado con Zafiro. Escucho su rugido de dolor, y sin darle tregua volteo para cortar varias veces su espalda; dejando tan solo unos rasguños. Su piel es más gruesa de lo que se ve.

—Maldición —. maldigo entre respiros mientras continúo haciendo ataques sin obtener algún efecto.

De pronto, el trol se voltea y con una mano agarra mi espada deteniendo mis ataques. Me acerca a él halando mi espada, y con su mano libre estampa un golpe en mi estómago haciéndome volar por la choza hasta golpear contra la pared. Resbalo hasta llegar al suelo donde toso una gran cantidad de sangre. Mi abdomen y estomago duele como el demonio, y siento un ardor en la zona herida. Tal vez tenga una o varias costillas rotas.

—Ya estás muerta —. escucho la voz burlona de la vieja, mi vista se nubla y el dolor al moverme es desgarrador.

—¿Podrís callarte? — escupo enojada mientras hago de todo mi esfuerzo por colocar los pies bien puestos sobre el suelo, y levantarme. —Solo ha sido un simple golpe.

—¡¿Aún no estás muerta?! —el rugido del trol hace que sonría arrogante.

—Ese triste golpe no podría matar ni a una cucaracha si quieres matarme tendrás que intentar un poco más —. respondo mirándolo.

Analizo mis opciones, mi espada ha salido volando a causa del golpe cayendo al otro extremo. Tendría que pasar por él para llegar hasta mi espada. No puedo hacer movimientos bruscos, podría tener unas costillas rotas, y un movimiento en falso podría causar un sagrado interno. Mi cuchilla en el tobillo se encuentro en el muslo de la vieja.

Tal vez podría...

Decidida me acerco a la silla donde la señora se encuentra atada, en todo momento nunca quito mi mirada sobre el trol. Tomo el mango de la cuchilla, y sin piedad halo la cuchilla sacándola de su muslo, escuchando el alarido de dolor, y el rugido de rabia del trol. Este último comienza a dirigirse hacia mí con una velocidad algo rápida para alguien de su tamaño. De momento me recuerda a Hugo, el gorila que luchó contra Fredic en nuestro primer día en la academia.

La Guerrera de la LunaWhere stories live. Discover now