La mañana del primer lunes de septiembre había llegado. La elite de la ciudad cambiaba sus atuendos de diseñador por los uniformes de todas las escuelas de la ciudad, las calzadas empedradas que conducen a la tiendas de Versace, Lanvin, Jimmy Choo y Tiffany estarían desoladas.

Me levanté con el sonido de olas de mar. Estaba en medio de almohadas de plumas. Aun no me había levantado y ya estaba extrañando mi cama. El cascabel que colgaba del collar de Bella-Boo sonaba alrededor de mi cama. Mis ojos se fueron directo al bolso Louis Vuitton que estrenaría esa mañana. La puerta sonó y enseguida estaba frente a mí la charola con yogurt y fresas cortadas en rebanadas. Estaba despierto tres horas antes de que comenzaran las clases en Royal Hills y era para hacer todo con tranquilidad, quería disfrutar cada instante de este día.

Había realizado una versión corta de mi rutina de yoga en mi pijama de seda y ahora me encontraba dándome un baño con minerales y había aplicado una mascarilla sobre mi rostro. Las chicas royal Hills son conocidas por el dramático maquillaje y los chicos son conocidos por una piel impecable y hermoso cabello.

Música de violín sonaba en mi habitación. Era momento de ponerme el uniforme. Estaba usando los guantes Chanel y zapatos Louboutin. Lentes de sol Christian Dior y me miré ante el espejo de mi tocador victoriano, el cual estaba combinado con el resto de la habitación. Este uniforme jamás se había visto tan espectacular.

Dejé caer crema de manos, espejo, perfume y otras cosas en el interior de mi bolso y Salí de mi habitación. Caminé lentamente bajando las escaleras del vestíbulo. Esther estaba parada junto a la escultura de mármol. Ella estaba usando su traje Michael Kors y había recogido su cabello para lucir el collar de perlas.

-Sé que no es lo más importante, pero envié tus libros y otras cosas a la escuela con el chofer. -Ella me abrazó y luego revisó no haber manchado de labial mi camisa. Él ya regreso y te está esperando para llevarte.

La piel se me erizó. Esther sabía como volver dramática cualquier situación. Había pensado conducir yo mismo pero la idea de que el chofer me llevara se escuchaba lujosa.

-¡Por dios, es solo un día más en mi vida! -Sonreí y solté las manos de Esther. -Adiós.

El recorrido de mi casa hacia Royal Hills era de quince minutos y algo había pasado en los primeros tres. Sentía horribles nervios en el interior, mi estómago rugía pero esta vez no era por hambre, eran nervios.

El McLaren se estacionó frente a las imponentes rejas de Royal Hills. Mis ojos miraban los autos de lujo que pasaban a nuestro lado. Respiré hondo y le indiqué al chofer que podía abrir mi puerta. Si estaba nervioso era algo que solo yo debía saber, soy un experto en las apariencias, por fuera me veía muy seguro. El bolso Vuitton colgaba de mi brazo y el sol se reflejaba en mis lentes.

Caminé por la gran entrada y me detuve debajo del enorme candelabro de cristal. De nuevo estaba frente a los interminables pasillos de madera techos de catedral y enormes ventanas lo diferente ahora eran las miradas de todos los chicos que me miraban pasar frente a ellos como solían hacerlo a diario con envidiosas miradas. Logré reconocer a varios de ellos pero nadie se acercaba a mí y no yo no pensaba acercarme a nadie. Sentía el aroma de almendra de la cera de pisos mezclado con todos los perfumes que dejaron al pasar, un nudo subió a mi garganta.

Me acerqué a la puerta de mi clase atravesando un largo corredor y eché un vistazo. Enormes escritorios de madera tallada y enormes libreras repletas de libros antiguos. Un par de despampanantes chicas se acercaron a mi había escuchado sus tacones varios pasos atrás. Una tenía el cabello castaño oscuro con un tocado de plumas y la otra con el cabello brillantemente rubio con extensiones que le llegaban por debajo de la cadera, un espeso fleco y brillantes pendientes de diamantes. Sus labios eran rojos y usaban enormes pestañas postizas. Se pegaron molestamente a mí invadiendo mi espacio personal. Ellas estaban sosteniendo pequeños bolsos y sonreían. Las chicas parecían ser gemelas, tenían mucho parecido en sus rostros. Pero había algo que las diferenciaba.

THE DOLLS GAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora