El mundo infectado 11-2

285 19 4
                                    

- Ya no seguirán ahí -

Era por la mañana, yo estaba sentado en un banco del colegio, Mónica vino adonde mí y me informó:

- Hola, ehh, sé mucho sobre agricultura, mi padre me enseñó, esta es una buena tierra, podríamos plantar cosas y así dejar de hacer salidas.

La respondí:

- Es buena idea, pero hasta que plantemos suficiente para que no tengamos que salir, pasará tiempo.

Ella me asintió con la cabeza y me dijo:

- Tiempo al tiempo.

Luego de eso, vi a Jess hablando con William, yo fui adonde ellos y les dije:

- La comida empieza a escasearnos, y por aquí hay bastantes zonas que aún no hemos saqueado.

William me preguntó:

- Vas a salir?

Le contesté:

- Sí, no iré muy lejos, hay un pueblo cerca de aquí.

Jess me informó:

- Sí, iremos.

Los tres nos dirijimos a uno de los coches y nos metimos dentro. William se puso al volante y arrancó, yo pregunté:

- ¿Cuántas balas tenéis? Yo 32.

Jess me respondió:

- 25.

William continuó:

- Yo 38.

Les dije:

- Tenemos que encontrar munición urgentemente.

William me siguió:

- Sí, y hasta que lo hagamos debemos no disparar.

Jess le siguió:

- Sólo cuando sea necesario.

Luego de un rato conduciendo llegamos al pueblo, no había ni un alma. Cuando nos bajamos del vehículo, William preguntó:

- ¿Nunca os habéis preguntado qué habrá sido de Andrea y los demás?

Le respondí:

- Han pasado muchos años, ojalá sigan vivos.

Jess dijo:

- A lo mejor llegó otro grupo como el de mi hermana, les atacaron y perdieron. Ojalá no sea así.

Yo proseguí:

- Lo que es casi seguro es que ya no seguirán en el pueblo, les faltaban recursos, ya que toda la zona estaba saqueada.

Luego de unos pocos minutos llegamos al pueblo, estaba todo desierto. Nosotros nos bajamos del vehículo. Les dije:

- Empezaremos por esas casas de ahí.

Nos dirijimos a una casa, William de tres patadas echó la puerta abajo, entramos y comenzamos a saquear, Jess dijo:

- Iré al piso de arriba.

Cuando ella subió, abrió una puerta y un caminante se la echó encima. Ella agarró un cuchillo y se lo clavó en la garganta, antes de que la mordiera, luego de eso se asomó por la ventana. William y yo subimos por el ruido, ella nos informó:

- Eh, hay alguien en esa casa.

William propuso:

- Deberíamos de ir a mirar.

Yo le confirmé:

- Sí, vamos.

El mundo infectado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora