28. Abril

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Tan pronto como llegamos bajamos rápidamente del auto, todos nos encontraríamos frente a varios Clubes nocturnos.
Se escuchaba la música de diferentes géneros, varios chicos salían y entraban, todos en su relajo y en su ambiente, la luz de noche hacia juego con las luces neones.

—¿A cuál entraremos?— preguntaba Acacia aturdida por la música de fondo.

—A uno que no pidan identificación.— sugirió Pepe.

Durante unos minutos observamos a los cadeneros que se encontraban a la entrada de cada lugar, esperando a ver quién pedía identificación. Malas noticias, todos pedían.

—Joder, y ¿Ahora que haremos?— decía Vivi bastante nerviosa.

—Le diremos al cadenero que solo tres de nosotros no trae, que nos haga paro.—mencionaba Alberto refiriéndose específicamente a Acacia, Pepe y a mi.

Hicimos un plan, y como buena bola de chicos que aún asisten al instituto nos acercamos al cadenero que se veía más agradable y tratando de convencerlo accedió. Sin embargo todos en el club nos miraban de arriba abajo.

Subimos al segundo piso, era un lugar obscuro, pocas luces alumbraban, una barra de licores se encontraba en el fondo y del otro lado una terraza al aire libre.
El lugar no era del todo amplio, así que no dudamos en juntar dos mesas antes de que se llenara.

—¡Lo logramos!— decía Vale muy efusiva mientras una joven mesera nos preguntaba que íbamos a ordenar.

—¿Una cubeta de cervezas está bien?— preguntaba Vivian mirándonos a todos esperando una respuesta que evidentemente sería "Si".

Nos pusimos cómodos, las chicas parecían ver un par de fotos en su galería que se habían tomado en el baño del restaurante.
Vivian y Pepe conversaban de manera cercana, se miraban divertidos mientras que sus hombros se empujaban el uno contra el otro.
Sebas trataba de grabar el lugar para probablemente subirlo a su historia en Instagram.

Mientras tanto Alberto y yo platicábamos de cosas no muy interesantes; la mala suerte de aún no tener identificación era el tema.
De repente la expresión de su rostro cambió, y una pequeña sonrisa se dibujó en el.

—Me gusta esta canción.— mencionó cerrando sus ojos tratando de concentrarse.

—Tu y tus malos gustos musicales.— le dije riendo al ver su expresión.

—No tanto como los tuyos.— contestó abriendo rápidamente su ojo derecho echando una carcajada.

—¡Hey!— con mi mano golpeé suavemente su hombro.

—Escúchala y lo entenderás.— mencionaba Alberto una vez más.

—Prestaré atención.— dije mientras lentamente cerraba mis ojos tratando de concentrarme.

Trataba de enfocarme en la letra, evadiendo cualquier otro sonido que hubiera en el Club.

De repente mi piel se erizó, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al escuchar la dichosa letra.

Podría interpretar aquella melodía como un amor fallido, como algo que no pudo ser debido a muchos errores que cometió la persona y que pareciera ser que aún habría una última oportunidad de salvar ese amor a pesar de no saber cómo expresarlo.

Quedé helada, cuando terminaron los últimos segundos de la canción ambos abrimos lentamente nuestros ojos y nos miramos.

Antes De Decir AdiósOnde as histórias ganham vida. Descobre agora