Capitulo 33

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Aquella noche mucho mas tarde, Connor estaba por dormirse cuando se sentó de golpe en la cama, la misma hizo un ruidito por el movimiento de su cuerpo.

—¡No puedo dejar esto asi! Sé que lo que hice estuvo mal, pero pensé que era la mejor manera de olvidarla. ¡Maldición! Soy un estúpido —espetó de mala gana. Él se llevó las manos a la cabeza y despotricó sin dirigirse a nadie directamente—. ¿Por qué es tan difícil amar? ¿Es mucho pedir desear que se quede para siempre y que nada nos separe?

Connor apartó las cobijas a un lado y gruño.

—Tengo que hablar con ella —se dijo bajando de la cama y caminando hasta el perchero mas cercano para buscar algo de ropa—. Debo explicarle que lo hice porque la quiero. No podía permitir que el amor fuera arrebatado de mí y sin querer yo mismo la alejé. Pero la quiero, la quiero. Aunque mis acciones digan lo contrario.

Connor se sentía desdichado, furioso y celoso. No soportaba ver la atención de tantos caballeros sobre ella y de sobre manera le molestaba verla cerca de James y de Bruce. La sangre le hervía y el puño le picaba por querer pegarle a los dos. Supuso que aquello era lo que ella sentía y la comprendió, porque después de todo lo que habia hecho debia estar enojada. Pero él no podía concebir la vida sin ella. Haría lo que fuera por recuperarla, aunque eso implicara que perdiera su orgullo.

El duque salio de su habitación a oscuras y se encaminó a la de Janeth. Para su suerte no estaba muy lejos, así que solo tuvo que avanzar un poco para llegar a la puerta. Se quedó de pie y escuchó atentamente para ver si oía ruido proveniente del otro lado de la puerta. Pasaron largos segundos y después de no escuchar nada, tomó la perilla y la giró. Para su sorpresa no cedió y se quedó atascada, indicándole que tenía seguro echado. Maldijo por lo bajo e hizo una mueca, pues sus planes se habian dañado. Aquella puerta era una barrera para él.

—¿Que haces ahí? —Connor se sobresaltó y gruñó como ya era costumbre, se giró y buscó al dueño de la voz con la mirada. Era Duncan.

—Necesito hablar con ella.

—¿No te parece que la asustarás? Son casi las dos de la mañana. Debe estar durmiendo y dudo mucho que quiera hacerlo. —Duncan estaba de pie en las escaleras que daban al tercer piso.

—Lo sé, pero es importante.

—¿En verdad lo es? ¿No te parece que le has hecho suficiente daño? Eres mi amigo, Dankworth, pero ya has hecho sufrir mucho a esa joven —expreso el vizconde con serenidad—. Si seguimos así mi segundo bebe nacerá antes de lo esperado, Carolyn anda de los nervios con la situación de los dos.

—Lo lamento, le debo muchas disculpas a ella.

—Y a Janeth también. No sé si podrá perdonar tu libertinaje. Son muchas cosas que asimilar. Carolyn me lo contó. Tal parece que escuchó a algunas damas cotillear sobre ti.

Connor maldijo y dio un golpe a la pared.

—Diciendolo de esa manera suena a que estuve con media ciudad. Mi único pecado fue besar a esa dama, no me enredé con nadie —se excusó.

—Se hacen locuras, pero tú fuiste muy lejos aún cuando apenas habían terminado lo que fuera que tenían. Ella está dolida, es normal —explicó Duncan.

—¿Crees que me podrá perdonar?

El vizconde tardó en contestar se mantenía al final de las escaleras oculto entre las sombras y gracias a eso, el duque no vio el mohin que hizo.

—Esperemos que lo haga y sino es así, debes darle tiempo. Es un consejo que me dieron mis hermanas hace tiempo, aunque sin dudas, no les hice mucho caso que digamos.

—¿Podrias ser mas expecifico?

Connor se recargó contra la pared. Se sentía mal y reflexionando sobre sus acciones sabia que nada cambiaría lo que habia hecho, pero la quería y tarde habia entendido que de nada servía proteger su corazón, cuando el amor se le estaba escapando de las manos.

—¿Por que quieres seducirla? ¿No habías dicho que te alejarías? ¿Que produjo ese cambio repentino?

—Verla de nuevo, hacerlo lo cambio todo. No sabes lo feliz que me sentí al verla de pie en el jardín y lo estúpido que era por hacerle semejante daño a ella, mismo que también me hacia a mi. La quiero y me siento como un maldito cobarde por no haber sido sincero con ella. La quiero devuelta y ver que se me escapa de las manos es como un puñal en mi pecho que me mata poco a poco —confesó Connor.

Duncan sonrió satisfecho.

—Que poético has resultado, ¿sabes que puede destruir tu imagen? —se burló.

Connor resoplo y se pasó la mano por el cabello.

—Te resulta divertido ¿No?

El vizconde sacudió la cabeza, se acercó a Connor y posó una mano en su hombro.

—Deja de hacer cosas que  parezcan buenas en tu opinión y que resulten malas. El tiempo ayuda a sanar las heridas, pero en el caso de ustedes, es la llave principal. Debes conquistarla o ella tomará una decisión de la cual se arrepentirá toda su vida —aconsejó el vizconde—. Si fueras otro caballero te hubiera pedido que te alejarás, pero viendo que eres tu no puedo hacerlo. Lucha por ella amigo, demuestrale lo que sientes.

—Lo haré. Aunque antes debo saldar una duda. Janeth me dijo ésta tarde que pensaba que su alma gemela no era yo, por el contrario era Bruce.

Duncan se quedó callado y se tensó. Él no sabia lo que Janeth y su primo planeaban hacer, Carolyn lo sabia pero prefirió callarlo para evitar que su esposo lo contara al duque. Él se quedó paralizado y atónito antes las palabras de su amigo.

—¿Bruce? ¿Pero que dices? Debe ser una equivocación. Ellos no... ¡Diantres! Estuvieron juntos durante el paseo —exclamó ante el descubrimiento—. No sé nada sobre eso.

—¡Maldición! Esto me enfurece. No soporto verla junto a ningun hombre que no esté casado o por lo menos felizmente casado como tú. Quiero creer que lo dijo porque estaba dolida, pero algo dentro me hace dudar de la veracidad de tales palabras.

—¡Mierda! Es un problema.

—Lo sé —gruñó—. Si lo hace para volverme loco lo ha conseguido.  Todo esto de su viaje me pone loco. ¿Quien inventó las malditas reglas? Quiero matarlo o matarla.

—Con enojarte no ganaras nada, por el contrario la alejaras mas. Sin embargo creo que es una cucharada de tu medicina. Le hiciste daño dejándola y buscando consuelo en otra. Puede que ella intente hacer lo mismo. Ten presente que es una dama y son sensibles ante el romanticismo, no dejes que caiga enamorada de otro por una de tus estupideces, es hora de que aprendas de los errores.

Los dos hablaban con libertad ajenos al hecho de que del otro lado de la puerta, Janeth escuchaba toda su conversación.

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