Capitulo 7

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—¿Q.. ¿Qué haces aquí? —balbuceó Janeth asombrada.

Daniel curvó las comisuras de su boca para formar una sonrisa que de una u otra forma le pareció encantadora.

—Estoy en voluntariado... Alexander necesitaba ayuda y no podía quedarme mirando —explicó a la vez que subía los escalones.

—¿Se conocen? —averiguó. Janeth miró a Xander y el hombre asintió con una sonrisa.

—La hermana de Daniel y Camille son amigas. Se conocieron hace algunos años, cuando la enviamos un verano a la casa de mi madre y asistieron a una escuela de baile juntas... Sin embargo, fue una casualidad que nos encontráramos hoy. Él estaba allí fuera y se ofreció a ayudarme.

Daniel ya había llegado al segundo piso con un gran paquete en sus brazos cuando Xander término de hablar.

—Quería ver como estabas, antes de iniciar mi turno de la noche.

—Bien, los dejo...iré al "sótano" —dijo Xander burlón. Ya que siempre le había causado gracia que ese lugar hubiera estado allí y no en la primera planta.

—Muchas gracias por venir... Estoy bien, un poco aburrida, pero al final bien. ¿No llegas tarde?

Daniel se inclinó hacia ella una vez dejó el paquete en una butaca y le besó en la frente.

—No, hice bien mi cálculo para llegar a tiempo, aunque éste va a ser un poco corto contigo porque ayudaré a Alexander —señaló.

Janeth le sonrió y le agradeció por el gesto. Hablaron por varios minutos hasta que él se colocó de pie para terminar de subir algunos paquetes y ayudar a Xander. Claudia subió y se despidió diciendo que tenía una emergencia y, que volvería al día siguiente. Cuando todos se fueron y ella quedó sola se fue al sótano. Quería ayudar a su abuela y sabía que si clasificaba los artículos que habían llegado, supondría un gran avance.

Janeth hizo algunas maravillas para lograr sentarse en el piso, de modo que podía arrastrarse y así se le facilitaría el trabajo. Habían llegado cinco paquetes enormes y ella se decidió a abrir solo dos. En la primera solo encontró objetos y ella supuso que fueron utilizado para decoración. Desde pinturas, jarrones y relojes hasta juegos de cocina, como platos, cubiertas y tazas. Estuvo cerca de dos horas en eso hasta que culminó finalmente. Cuando abrió el segundo paquete, lo primero que encontró fue un libro y no tuvo tiempo de ver que más había en la caja porque el mismo atrajo su atención. La sorpresa que se llevó fue tremenda y no encontró explicación alguna.

Ella lo tomó con delicadeza en sus manos y ahogó un gemido. El libro era el mismo que había visto en sus sueños cuando estuco en la biblioteca de Shrek. Se veía tan nuevo que no duda que recién hubiera salido de la imprenta. Era dorado por fuera y la cubierta era dura. Tenía un círculo pequeño en el centro con un símbolo que nunca había visto y lo más importante de todo era que a diferencia de todos los artículos, ese no estaba forrado con nada.

Ella abrió el libro y vio que estaba limpio. No tenía su nombre, ni el del duque.

—¿Janeth? ¡Jan! —gritó su abuela—. Muchacha te he buscado por todos lados. ¿Qué haces aquí?

—Quería ayudar ¿Me puedo quedar con él? —dijo señalando el libro. Su abuela sonrió con dulzura y asintió.

—Te venía a preguntar que haríamos para cenar...ven y te ayudo. Es tarde y debes descansar.

***

20 julio, 1815

Connor deambuló por el salón de la mansión Campbell, en busca de Lady Alice Howland a quien había prometido un baile. La joven dama no le interesaba como esposa, y no porque no fuera bella, sino porque había visto a uno de sus amigos más cercano detrás de ella —él incluso la había besado en el balcón de su mansión aquella noche en que conoció a Janeth— y eso ya suponía que Lord Fernsby estaba interesado.

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