Capítulo 11

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Janeth estaba sentada a la mesa, tomando el desayuno. La mesa tenía espacio para alrededor de cincuenta comensales y al estar únicamente ella, se sintió sola y sin apetito, aunque su estomago rugía de hambre. Había tantos platillos a su disposición que no sabia por donde empezar.

Bollos fríos, panecillos, jamón, huevos, chocolate recién hecho, mantequilla, café, tocino, tostadas y mermeladas.

—Señorita Crane ¿No le gusta nada?, si es así le pediré a la cocinera que preparé algo más para usted —dijo Anne al segundo de entrar en el comedor.

Janeth sonrió avergonzada y sacudió la cabeza con las mejillas encendidas.

—No es eso, sólo que me siento sola aquí y la mesa es tan grande... —explicó dejando el cubierto a un lado.

Su doncella asintió y se quedó callada.

—Mmm... —Ella se aclaró la garganta y volvió a hablar—. ¿Lord Dankworth no vendrá temprano?

Anne dejo ver una sonrisa en sus labios y negó con la cabeza.

—Lord Dankworth es...impredecible, únicamente nos ordenó ocuparnos de usted. No es correcto preguntarle si va a tomar el desayuno una vez sale temprano, porque lo mas probable es que no vuelva hasta mas entrada la tarde o incluso noche. Hay veces que se presenta para el medio día y eso no siempre quiere decir que comerá aquí —informó la joven a Janeth dejándola un tanto confundida.

¿Que voy a hacer aquí entonces?, se preguntó.

Había una posibilidad de que el duque no volviera en todo el día y ella definitivamente no se quedaría allí a esperarlo como una tonta. Él no tenia que darle explicaciones a ella y por lo tanto ella tampoco lo haría. Janeth necesitaba desesperadamente salir de aquel sueño, porque el vestido que llevaba puesto -—aunque bonito—, le resultaba molesto. Ella no estaba acostumbrada a utilizar corsé y el que tenia la estaba matando, en especial a su espalda. Se sentía tan tensa y apretada que pensó que los botones de su escote explotarían y caerían por lugares separados. Se sentía sudorosa por la cantidad de tela que a su parecer llevaba encima.

El vestido era de un rosa pastel muy hermoso que la hacia ver como una princesa de cuento de hadas. Era de mangas largas y le rozaba el tobillo, era sencillo, aunque con un bordado de flor en su falda y algunos detalles metalizados. La doncella le había indicado que servía para tardes, pero en vista de que su baúl se había extraviado, debían compartir la ropa, hasta que le hicieran mas. Había sido una suerte que los vestidos le hubiera quedado tan bien, a excepción de su busto, que prácticamente quería explotar.

Ella empezó a picar la comida, y luego llevó varios bocados a sus labios. Probó el chocolate, los panecillos y los huevos. Por último el café y el resto no lo tocó al sentirse llena. Encima no es como que pudiera pasar mucha comida por su estomago, en especial con aquel vestido tan ajustado. Janeth era una exagerada de lo peor y solo hasta que se acostumbraba a algo, era que dejaba el tema por zanjado.

El cabello rojizo de Janeth estaba sujetado con varias horquillas que daban la apariencia de ruedas que le hacían ver el cabello mas corto, varios mechones caían por sus hombros y algunos cuantos rozaban su rostro.

—¡He terminado! ¿Puedo dar un paseo por la mansión? —indagó ella girándose a ver a Anne que estaba un de pie a unos cuantos metros de la mesa.

En Tus SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora