Capítulo 6: El alcohol y las confesiones

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Gael bajó un rato más tarde. Encontró a Dilan tirado en el sofá, con un vaso de plástico en la mano y la cabeza apoyada en el posa brazo del sofá.

—Princesa, ¿qué estás haciendo? —Miró a su alrededor, en busca de Carolina—. ¿Y Fiona?

—Se largó al carajo luego de hacerme una escena —murmuró Dilan, sin levantar la vista.

Gael le quitó el vaso cuando cayó en cuenta de que su amigo se había pasado de tragos. Notó las manchas de refresco en su ropa y comenzó a sospechar que había sucedido algo.

—¿Qué pasó?

—Luego te cuento... —levantó la cabeza, pestañeando varias veces para enfocar el rostro de Gael—. Me voy a mi casa, no me siento bien.

La sonrisa del morocho se borró de inmediato cuando notó los ojos hinchados y enrojecidos. Dilan había estado llorando.

—Espera, le voy a decir a Diego que te acompaño, no te puedes ir así.

—¡No! —se puso de pie, tambaleándose. Trató de sostenerse de Gael con la mano que cargaba el vaso, y en consecuencia, lo salpicó con la bebida—. Mierda, lo siento... Ahora tú... estás jodido como yo...

—Dilan, ¿qué tomaste?

Dilan miró dentro del vaso con los ojos entrecerrados, como si estuviera tratando de recordar.

—No lo sé... ¿Vodka? Ni idea, una chica me dio este vaso...

—¿Qué? Oye, no, ¿qué hablamos sobre aceptar bebidas de otros cuando vamos a lugares que no conocemos?, ¿y si le metieron alguna porquería a tu vaso?

El rubio solo se encogió de hombros, esbozando una media sonrisa.

—Quiero dormir..., y bañarme...

Gael suspiró. Pasó su brazo por el cuello de su amigo y lo arrastró hasta las escaleras, donde Diego conversaba animadamente con algunos de sus compañeros de curso.

—Diego, tengo que irme, parece que el niño tomó demás, y... hubo problemas con Fiona.

—Oh, bueno... ¿Quieren que los acompañe?

—No —intervino Dilan, levantando la cabeza—. Me voy con Gael, fue un gusto... —hizo una pausa, como si estuviera tratando de recordar el nombre del chico.

—Ya, mejor cállate, princesa.

Salieron del barullo y caminaron despacio hasta la casa de Gael, que afortunadamente, quedaba a cinco cuadras. El morocho buscó las llaves de la puerta en sus bolsillos, y cuando las consiguió, se metió con su amigo a cuestas, tratando de hacer el menor ruido posible. Entraron a la habitación, y cuando cerraron la puerta, Dilan lo empujó, para luego dejarse caer sobre la cama.

—Estoy mareado, mierda... —murmuró, cubriéndose la cara con ambas manos.

—¿Vas a contarme qué pasó?

Gael se acercó a su amigo. Tiró de él para sentarlo, pero el chico se rehusó.

—Carolina y yo terminamos porque... Porque... —Gael lo miraba expectante, soltando una risa cada vez que su amigo pestañeaba, intentando acomodar sus ideas—. Porque es una idiota, celosa, y... Oye, te vi con Diego, te estabas... ustedes se estaban... tocando.

—¿Qué?

—Dejaron la puerta de la habitación abierta, estúpido... —En ese momento, las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos acaramelados, vidriosos por la borrachera.

LazosWhere stories live. Discover now