Capítulo 6, Parte 10

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Tomaron un taxi que los dejó en el hotel pero durante el camino el padre de Tyrone, que iba sentado en el asiento del copiloto, sostuvo una charla enérgica y emocionante de beisbol con el taxista que resultó ser al igual que él un gran fanático del deporte y exactamente al igual que Ernesto era muy crítico con cada decisión tomada por los entrenadores de los distintos equipos y también con las jugadas que se daban en los juegos. Cuando el taxi se detuvo los tres bajaron del vehículo y se fueron al interior del edificio, una vez dentro del lobby el padre de Tyrone recordó que tendría que hacer una llamada antes de irse a dormir y para no perder tiempo la haría en uno de los teléfonos que habían en las afueras del hotel y le dijo a los muchachos que no le esperaran porque él se tardaría mucho y lo mejor sería que ellos suban a la habitación. Carmen y Tyrone tomaron el ascensor y rápidamente ya estaban en la habitación que los dos iban a compartir.

Cuando llegaron a la habitación el bolso que Carmen llevó a la cena lo arrojó a la cama y se sentó allí mismo, se le notaba alegre y cansada al mismo tiempo , sentada justo al lado del bolso comenzó a quitarse el calzado que llevaba puesto. Tyrone fue hasta donde ella no sin antes quitarse él también los tenis blancos, luego de habérselos quitados subió a la cama y de rodillas comenzó a darle un masaje en los hombros a Carmen.

—¿Qué tal te pareció la cena amor? —preguntó Tyrone.

Ella se que quitó lo que le recogía el cabello y ahora lo mostraba libremente su cabellera.

—Encantadora Ty, todo ha sido muy encantador.

—Y te mereces más de ahí mi cielo.

Carmen se giro haciendo que su novio dejara de darle el masaje en los hombros y le dio un beso en la mejilla. Volvió a optar la postura anterior, al parecer si quería el masaje y Tyrone sin preguntárselo cumplió con su discreto pedido.

Estuvieron callados con unos segundos, los suspiros de relajación por parte de Carmen fue lo único que se escuchó en el ese corto lapso de tiempo. Tyrone rompió el silencio.

—He pensado muchas veces que pasaría si viviéramos juntos e incluso me lo he imaginado.

Ella por igual lo había pensado y también lo había imaginado pero para vivir bajo el mismo techo el tiempo que los dos tenían compartiendo era muy poco, no obstante el amor podía pesar mucho más que cualquier otro factor y aunque era un pensamiento descabellado más vale juntar que conocer.

—También lo he pensado e imaginado. —le confesó ella.

Tyrone dio una vuelta en la cama para poder tener a su novia en frente y verle el rostro.

—¿En serio? Es que había llegado a la conclusión de que quizás soy siempre muy acelerado, que voy muy deprisa.

—Sí, es muy cierto, no puedo mentirte que muchas veces vas de muy de prisa pero ten en cuenta que nos amamos mucho y que ideas como éstas iban a surgir tarde o temprano, en cualquier momento Ty.

—El amor que no tenemos no está en cuestión mi vida, un ejemplo de ellos ha sido el sacrificio que hiciste en faltar a tu trabajo. Pero no es ese el punto, el punto es que quiero saber qué opinas tú de todo ello.

El corazón de Carmen luego de escuchar lo que Tyrone dijo se convirtió en una masa completamente repleta de nervios .

—La-la...

Ella no hallaba una respuesta, al menos una respuesta que se inclinara a lo moral y que naciera del razonamiento pero la única respuesta que ella tenía era la del amor que por mucho se aleja de la respuesta moral porque el amor así como la fe se aleja de la lógica, el amor se aleja de lo moral y de la cordura. Si por ella dependiera todo hubiese elegido que vivieran juntos de ese preciso momento.

—Calma corazón que no te estoy pidiendo que te cases conmigo, bueno aún no. —dijo Tyrone para calmarla.

Carmen suspiró.

—Opino —se calló un instante —que no sería mala idea.

Era lo que Tyrone quería escuchar para dar el siguiente paso que era proponerle que empezaran a buscar opciones de como lo harían, de cómo o dónde vivirían pero fue justamente cuando iba a realizarle esas preguntas a ella que su padre lo llamó del otro lado de la puerta.

—Tyrone. —la voz de su padre se escuchaba algo débil por el grosor de las paredes y de la madera de caoba de la puerta.

Tyrone bajó de la cama y fue hasta la puerta para atender a su padre, la abrió y ahí estaba su papá que acababa de subir.

—Hijo perdona por molestarte porque sé que quieres compartir tiempo con tu novia pero ¿podrías subir para que hablemos algo?

—No molestas papá y por supuesto que subiré, nos veremos allá arriba.

Su padre subió a la planta por las escaleras y Tyrone fue a avisarle a Carmen que tendría que irse a la habitación de su papá. Ella observaba todo desde la cama.

—Ve tranquilo, estaré aquí viendo algo en la televisión.

—Un beso despedida ¿sí?

—Sólo serán unos minutos pero ven muñeco hermoso.

Le dio un beso en la boca y Tyrone abandonó la habitación.


Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora