Capítulo 3, Parte 11

86 8 0
                                    


Mientras la noche avanzaba Carmen y Maruja ya habían tomado cerveza, whiskey y tequila. El grado de alcohol que ambas tenían en su organismo les atenuó la sensibilidad contra el frío de la noche. Bailaron, cantaron hicieron de toda menos probar alguna droga, estaban rodeadas de demasiados desconocidos y era mejor abstenerse a algo parecido.

—¡Ahí está! —gritó Carmen.

—¿Qué?¿quién?

A Carmen le pareció ver a Tyrone.

—Mi amigo , el de la facultad de medicina, el que siempre visitaba.

—¿En serio?

—Sí, por allá. —dijo apuntando con el dedo índice a un grupo cerca de la piscina.

—¿Por qué no vas a...

Pero Carmen ya se había ido para ir al grupo. Mareada por el alcohol que había consumido se le dificultaba hacer la tarea que a diario, desde que nació, siempre había hecho y era caminar, sus ojos por culpa de su estado de ebriedad pero también por el cansancio de el desvelo de ese día y la primera semana de clases, se cerraban cada vez mientras que sus pasos se volvían más pesado y un pequeño trayecto se había convertido en una larga autopista de más de quinientos kilómetros. En medio del grupo se puso a mirar todos los rostros que ahí se encontraban, pero en ninguno de ellos había la más mínima analogía con el de Tyrone, al girar la cabeza de izquierda a derecha o viceversa mientras hacía su análisis, su vista pasaba en cámara lenta de un lugar a otro. Preguntó por Tyrone pero ninguno de ellos lo conocían, ni a él, ni a ningún López.

—¿Tyrone? No conozco a ningún Tyrone ¿y ustedes muchachos?

Respuestas negativas fue las que obtuvo, todo fue una mala pasada de su mente quién en la combinación de su deseo de ver a Tyrone y su alto grado de alcohol hizo que la ficción tomara forma en la realidad. Quería charlar con él pero todo fue una ilusión.

Corriendo fue hasta un baño y vomitó. Maruja la vio correr y la siguió de inmediato, se paró delante de la puerta y le habló.

—¿Todo bien Carmen?¿viste a tu amigo?

—Estoy bien pero no lo vi.

—Vamos, abre la puerta.

Luego de casi una hora ya Carmen estaba en mejor estado, Maruja le había comprado una sopa instantánea para que se la comiera y así se recuperara más rápido.

—¿Cómo estás ahora?

Sentadas en el borde de la acera, fuera de la fiesta, podían conseguir más tranquilidad y se alejaban del enorme ruido que allá había. Maruja además de la sopa que le compró a Carmen le consiguió una toalla de la casa de John para que ella se protegiera del frío

—Estoy mucho mejor ahora, gracias por la sopa y por conseguir la toalla.

El silencio entre las dos era incomodo porque sabían que el tema iba a ser tocado por una de ellas, por una pregunta de Maruja o una declaración de Carmen pero iba a ser tratado de todas maneras.

—No estaba aquí.

—¿No estaba aquí quién?

—Sabes de quien hablo, de mi amigo, y su nombre es Tyrone, Tyrone López.

—¡Oh! Lo había olvidado, cierto, me habías dicho que estaba aquí.

—Un momento ¿crees que estoy tan ebria para imaginarme las cosas?

—No, no, no , no he dicho nada de eso, sólo dije que lo había olvidado.

No volvieron a hablar más tema, Maruja comentó que ya era como muy tarde para que las dos estuvieran en la calle y Carmen opinó lo mismo. Un amigo de John las llevó en su propio auto hasta la entrada principal de la universidad, él insistió en llevarlas a un hotel cercano para que se hospedaran hasta que amaneciera pero ambas se negaron sabiendo cual era la intención de aquel chico. Carmen le aseguró a Maruja que podía irse sola hasta la pensión y se despidió de esta, las calles estaban en completo silencio por lo que ella se sintió mucho de estar lejos de aquel bullicio infernal.

Llegando a la pensión no fue directamente donde se alojaba, fue al balcón y encendió un cigarrillo. Recordó lo que había sentido al creer ver a Tyrone en la fiesta, una felicidad inmediata, recordando todo aquello una lágrima corrió de uno de sus ojos. Había jurado ver a Tyrone.


Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora