Capítulo 7, Parte 9

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Era domingo por la tarde y el dolor aún seguía presente en Carmen, en la misma zona y con más intensidad. Tyrone no tenía ni idea de lo que le ocurría a ella. El día anterior, el sábado, había comentado al Dr. Herbert la dolencia que padecía su esposa y le contó que estaba embarazada para que así le pudiera recomendar un medicamento que no fuera nocivo para su estado y que además le pudiera atenuar el dolor. Con todo y la aplicación del fármaco el dolor persistió y Tyrone llevó casi contra su voluntad a Carmen al hospital donde él trabajaba.

Al cruzar las puertas de cristal de la sala de emergencias notó que estaba totalmente libre de la presencia de algún paciente. A esas horas estaban de turno la Dra. García y una enfermera llamada Claudia, ambas se sorprendieron cuando vieron a su colega entrar a la sala con una mujer.

—En es mi esposa. —Aclaró Tyrone al notar el asombro de la doctora y la enfermara. —Tiene varios días con un dolor en la zona abdominal. —Dijo mientras la Dra. García le ayudaba a subir en la camilla a Carmen.

La enfermera se posó del lado derecho de la cama y la doctora del lado izquierdo. La Dra. García ordenó a Claudia a buscar al Dr. Herbert o a un médico veterano y le dijera que tenían una emergencia con un familiar de uno de los médicos que trabajaba en el hospital. La enfermera captó la orden y se marchó rápidamente a cumplir con su responsabilidad.

—Respire hondo —decía la doctora mientras le sujetaba la mano izquierda —voy a pasar mi mano por toda la zona abdominal y quiero que cuando la pase por la zona donde le duele usted apriete con la fuerza mi mano ¿entendió?

Carmen asintió con la cabeza mientras estaba sumergida en un dolor agudo, su rostro se contraía y movía las piernas.

—Bien ya lo haré, cumpla con su parte. —La doctora procedió a mover su mano.

La Dra. García pasó su mano lentamente por toda la parte baja del vientre de Carmen y mientras lo hacía ejercía un poco de presión en cada punto donde se detenía pero no obtuvo ninguna respuesta de la paciente, fue subiendo cada vez más y seguía sin obtener una reacción. Cuando llegó a la zona donde estaba ubicada el hígado ahí Carmen le apretó fuertemente la mano y no tuvo siquiera que ejercer presión en esa parte.

—López —García miró seriamente a Tyrone —es el hígado.

La enfermera penetró en la sala y avisó que el Dr. Herbert no estaba en el edificio y que en lugar de él el Dr. Gómez venía en camino. Antes de que Tyrone comenzase a hablar con la Dra. García apareció el Dr. Gómez y preguntó cuál era el estado de paciente.

La doctora García comenzó a explicarle.

—Doctor la situación aquí es que la paciente tiene un fuerte dolor en la zona donde está ubicado el hígado y me temo que el problema está surgiendo en ese órgano.

El Dr. Gómez le preguntó a Tyrone si había visto síntomas de intoxicación en su esposa pero este estaba completamente seguro de que no era así. Carmen su trasladada de inmediato a una habitación y fue medicada con unos sedantes para que pudiera dormir y el dolor no le estuviera causando agonía.

Tyrone estuvo sentado en unos banquillos colocados en el pasillo próximo a la habitación donde se encontraba Carmen. De lejos vio la figura del Dr. Herbert que se iba acercando a paso rápido, Tyrone se puso de pie y esperó a que el hombre llegara.

—Muchacho habrá que dejarla ingresada en el centro y hacerle varios exámenes y pruebas pero por lo que me contó la Dra. García que fue la primera en atenderla me temo que su hígado tiene un daño irreparable. Tú sabes lo que significa eso.

Tyrone estaba cabizbajo, sabía la respuesta pero pese a que sentía que el mundo se le venía arriba habló.

—Necesitará un trasplante.

El Dr. Herbert lo abrazó y Tyrone comenzó a llorar.


Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora