Capítulo 3, Parte 1

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Primer día de clases del segundo cuatrimestre.

Carmen, como era de esperarse, llegó tarde a clases por haberse ajustado a las horas de desvelo durante las vacaciones. Al entrar en el aula el maestro no le prestó la más mínima, siguió hablando como si una simple mosca entró en el salón, no tenía nada escrito en la pizarra sólo hablaba y en cierto punto dijo:

—Si están aquí damas y caballeros es porque tomaron esto como vocación, en esta clase que es la primera de unos largos cuatro meses, les hablaré de el órgano vital de un abogado o una abogada.

Hallándose en el centro del aula, se giró colocando su frente delante del pizarrón y con un marcador negro escribió la palabra "Argumento".

—El argumento. Todo profesional de las leyes debe saber sacar un buen argumento para defender a su cliente, muchos profesionales le llaman el pasaporte del cliente, sin un argumento sólido su cliente será enviado directamente a la cárcel a cumplir la pena máxima y en el peor de los casos a la pena de muerte.

Fue hasta su escritorio y sustrajo de allí un marcador rojo, era un hombre de baja estatura, cabello negro con algunas líneas de blanco, de voz ronca o raposa Carmen no podía distinguir bien, su rostro aparentaba ser joven pero las arrugas alrededor de sus ojos lo delataban, con el marcador rojo encerró la palabra "Argumento", miró a todo el grupo y dijo:

—Necesito que tres personas se pongan de pie y me den sus definiciones de esta palabra.

Al cabo de un rato un chico de facciones orientales en el rostro se puso de pie, llevaba puesto unos lentes de montura roja, camisa verde y un pantalón negro, luego de él una chica de blusa y falda, de color púrpura ambas prendas, se levantó no muy lejos de donde estaba el chico oriental. Pasó un tiempo y nadie más se atrevió a pararse, todos se miraban como con cara de; "tenemos que ponernos de pie o vamos a caerle mal desde un inicio a este sujeto", la expresión en las caras de todos era de confusión, como si la palabra escrita en la pizarra estuviese escrita en latín o algo mucho más complicado de descifrar, en marciano. Carmen respiró hondo y sin pensarlo dos veces se puso de pie.

—Al fin se paró alguien más y por lo que veo las mujeres están dominando en número esta ronda, los caballeros de aquí empiezan a decepcionarme.

Los miró a cada uno de los tres.

—Argumento, una palabra de nueve letras de las cuales cuatro son vocales y las otras cinco son consonantes pero en este momento cada uno de ustedes me darán una definición de ella. La chica de púrpura primero, luego el caballero y por último usted joven y por favor no vuelva a llegar tarde a clases. —terminó diciendo mientras cruzaba los brazos y miraba a Carmen.

La joven de comenzó a decir la definición:

—El argumento, es el razonamiento para demostrar algo.

El maestro aplaudió lentamente.

—Bravo, bravo puedes sentarte.

El profesor ordenó al chico a hablar.

—Se conoce como argumente a un razonamiento mediante el cual se intenta probar o justificar una proposición o tesis.

—Un momento, acabas de decir lo mismo que dijo la joven pero con más palabras, al banquillo.

Mirando al techo con los brazos cruzados dijo:

—Bien bella durmiente, quita esa cara de resaca y empieza a hablar.

—Argumento, es el pasaporte de mi cliente, un argumento rico y gano el caso, un argumento pobre y pierdo el caso y reputación.

El maestro miró a su izquierda y a su derecha, abrió los brazos y dijo:

—¿Es acaso una broma?¿Era tan difícil? Esa es la única respuesta a esta interrogante.

Fue al pizarrón, escribió un signo de igualdad y al lado la palabra "pasaporte".

—Señorita ¿Cuál es su nombre?

—Carmen señor, Carmen Moreno.

—Bien Moreno, usted ha demostrado una buena capacidad de sacar conclusiones y aplicar la lógica de manera rápida, eso me gusta.

—Gracias.

Todos en el aula miraron a Carmen, no al mismo tiempo pero lo hicieron. A partir de este punto el maestro volvió a insistir en lo valioso que es el argumento a la hora de representar a un acusado, también habló de lo importante que es saber detalladamente sobre los hechos que se le acusan al imputado e incluso también aclaró lo importante que resulta los antecedentes de la vida del presunto malhechor, con lo de los antecedentes él dijo que se refería a algún trauma psicológico en su niñez o épocas pasadas ya que este sería buen punto para que el abogado alegue que su cliente no está en plenas facultades para ser juzgado como un individuo cuyo estado mental está en correcto funcionamiento. Hizo énfasis en que la psicología es vital en un juicio. El tono de voz con que se le habla a un testigo que se encuentre declarando, el modo de hacerle cada una de las preguntas correspondientes, sugestionarlo de manera sutil para que así no rompa con los estatutos de la ley, utilizar su cuerpo, hacer gestos, miradas penetrantes, influir hasta con la respiración y el silencio. Avisó que tomaran apuntes a lo que diría a continuación porque dijo que el talento de saber improvisar es una herramienta que ayuda a ganar los casos con una simple frase u oración, saber utilizar cualquier elemento que el otro abogado no se percató del mismo, olfatear que pueden estar pensando los miembros del jurado y sobre todo desafiar al juez, desafiarlo con respeto, con las palabras precisas y correctas, siempre estar a la defensiva.

Les ordenó colocar todas las sillas contra la pared, formando un cuadrilátero, se colocó en el centro y empezó a hablar mientras andaba:

—Formen parejas, van a crear o buscar un caso y deben sacar un argumento de porque su acusado es inocente y merece estar en libertad.

Aunque todos no se conocían, o así lo pensaba Carmen, formaron parejas rápidamente. Casi todas las parejas estaban definidas cuando una chica de un acento peculiar pero conocido por Carmen se acercó a ella.

—Hola, Carmen ¿no?

—Sí, Carmen ¿Cuál es tu nombre?

—Maruja, un placer.

—Igual, todas las parejas están casi listas ¿quieres hacer el trabajo conmigo?

—He venido a hacerte yo la propuesta.

—Bueno, entonces es un hecho.

—Vale.

—Oye tengo una pregunta.

—¿Cuál?

—¿De dónde eres?

—Soy española, lo sé, mi acento. –dijo sonriendo.

Maruja buscó la butaca donde ella se sentaba y la llevó hasta donde estaba Carmen, discutieron de como harían el trabajo y Maruja recomendó hacerlo en la biblioteca.

—Es muy buena la idea pero ¿a qué hora sería?

—No sé, el maestro ni a dicho para cuándo tendremos que entregarlo.

Carmen levantó la mano solicitando permiso para hablar y el maestro se lo concedió.

—¿Cuándo lo tenemos que entregar?

Afirmó con la cabeza, se acercó a la pizarra y la tocó con el marcador rojo produciendo un sonido con el que obtuvo la atención de todos.

—Es el primer día de clases por lo que no les complicaré las cosas, pueden entregar el trabajo la próxima semana.

Carmen volvió a Maruja.

—Bueno ya sabemos ¿a qué hora entonces?, no puede ser en la noche a esa hora trabajo.

—Al terminar de la clase podemos ir de inmediato a la biblioteca.

—Súper, tendrás que llegar tú primero porque pasaré por la facultad de medicina, quedé en encontrarme con un viejo amigo.

Al terminar las clases de aquel día acordaron verse en la biblioteca en diez minutos en lo que Carmen iba a la facultad de medicina.

Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora