[20]

6 1 0
                                    

La primavera comenzaba a dejar ver sus primero retoños,

cuando me dijiste

ese será mi favorito,

sonriendo al ver como el durazno

que con tanto amor cuidaste

comenzaba a florecer.

Recuerdo ver tu sombra

dibujaba en el piso

junto a la mía, un tanto más pequeña,

mientras veías por la ventana el sol caer

y el sol calentaba tus mejillas

y yo me aferraba a ti

sin darme cuenta 

que esa sería la última vez que estaríamos así,

y ahora estoy aquí mismo,

un año después

en esta casa que me reuslta tan extraña

que ya no se siente tan cálida como entonces,

pues no estás a mi lado,

el sol no brilla

y el durazno no florece.

Lastima que ya no pinte tu cuadro,

te fuiste justo cuando comenzaba,

dejé a medias tus piernas;

planeaba pintar tu sonrisa

o tu cabellera alborotado,

aun no me decidía

con los colores que quería usar

pues esperaba encontrar el tono perfecto

para cada uno de ellos dibujar.

Estaba empezando apenas

A plasmarte como siempre quise,

con la luz del sol dando a la ventana

y dibujando un halo dorado a tu alrededor,

pues así es como siempre te he visto:

como una creación divina,

digna de todo mi amor y admiración,

como algo más allá de lo que merezco...

O quello que tal vez fue demasiado para mí,

y al final se dio cuenta

y se dio la media vuelta

para buscar algo mejor.

Sé que me quisiste, 

como solo tú supiste hacerlo,

besando mis heridas,

acariciando mis sueños,

incluso coleccionando mi llanto,

con tanta delicadeza

con tal encanto;

que no puedo terminar de agradecer

a la vida por haberme dando tanto.

Recuerdo a veces

en mis días de melancolía

que yo solía hablarte mientras dormías,

con el fin de que no respondieras

solo que me escucharas

decirte cuanto te amaba,

recuerdo que al manecer

te contaba mis extraño sueños,

y solo reías y me abrazabas,

pues en el fondo sabías que a nadie más se los contaba.

Pero al final te fuiste,

y me quedaron tantos colores sin usar

y los combiné todos...

Y quedó solo el negro,

tan triste y solo como yo,

y quise pintar cada rincón de la casa 

con mis sueños rotos,

pero me pareció inútil,

eso no te iba a hacer regresar.

Y al final solo teñí de negro mis clavículas,

un poco en señal de luto,

otro poco como refuerzo;

pues son las que soportan el peso de

todo lo que me ha dejado,

las dibuje rectas y sanas,

sin ninguna grieta,

pues ahora son mi soporte,

pues las dibujo haciéndolas vigas,

que me sostienen,

que me hacen no desvanecerme.

Ya no pinté ni un centímetro más,

planté un nuevo árbol,

no sé aún que sea, 

no tengo prisa por saber,

esperaré a que florezca;

lo he de cuidar

como quisiera que alguien cuide de mí,

pero yo no me iré hasta saber

que estará bien si yo me alejo,

no por que sepa que depende de mí,

sino por que no le arrebataré el cuidado

cuando menos pueda valerse por si mismo,

sé que suena dramática

semejante visión,

pero no quiero hacer maletas

hasta verle alzarse por su cuenta,

así como yo espero estar

para entonces:

completa.

CATÁSTROFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora