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Encantada me pongo entre tus manos

y te creo todo lo que me digas,

por que en ti confió

pues siempre me has dicho la verdad,

aunque me duela

aunque me haga llorar.

Encantada me entrego a ti

para que hagas conmigo tu voluntad,

no temo al daño

pues sé que no me habrás de soltar.

Temo solo por el día

en que debamos dejarnos,

en que las espaldas sea lo único que nos veamos,

pero por el momento

me niego a pensar en ello,

exclusivamente me concentro

en el aquí y el ahora, 

en este pequeño universo nuestro,

tan lleno estrellas y soles,

como de polvo y hoyos negros,

pero al fin solo tuyo y mío,

completo.

Para suerte mía y de la poesía,

no te he dejado de amar;

y eso es lo que hace

que cada uno de mis días

sea una nueva oportunidad para mejorar,

para darte todo de mí.

Tanto que le pedí a la vida por ti

y ahora que te tengo,

cómo agradezco a mi suerte

por poder verte cada día,

por abrazarte fuerte,

por que esto no se acaba.

— aun — 

Pero cuando eso pase,

cuando la vida nos separe

y volvamos a ser polvo de estrellas,

en este universo mas grande

que el tuyo y el mío

y formemos parte de ellas;

no dudes que te guardaré con todo el amor del mundo,

entre las palmas de mis manos,

entre el espacio de mis pulmones,

como el aire que me deja,

como el latido que me aviva...

No olvides que siempre te amé,

con fuerza y con locura,

como solo aman las personas

de alma pura,

aunque la mía no lo fuese tanto,

aunque en linea me siguieran mis pecados,

recuerda que contigo mi self era bueno,

que me volví buena

gracias a tus cuidados.

Y me desbordo de alegría

cuando tus palabras leo,

y me llenan,

me consuelan,

me sostienen

y con dulzura suenan,

en el vació de las horas,

donde no te encuentras

pero donde siempre habitas;

y tu risa suena dulce

pero con fuerza,

como lo hizo aquella tarde en la frescura de la primavera,

cuando veíamos el mundo desde el suelo,

con tus manos en las mías,

suena como lo hizo en las tardes de lluvia, 

corriendo por el centro,

no en busca de refugio

o algo similar;

solo dejándonos llevar

por el sonido de las gotas y nuestros pasos

al bailar,

y no sé a lo mejor

la lluvia es lo nuestro,

así como besarnos sin tocarnos,

con tal sutileza y tal castidad,

pero con tanto deseo e intensidad.

CATÁSTROFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora