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Piedras en el volcán

o eso me han dicho que tengo

no supe si reír o llorar,

no quería quedarme sin decir algo

antes de que lo fuera a olvidar,

como siempre hago.

Pero me quedé callada,

con mi precioso nudo en la garganta

por tantas piedras

por tanto carbón;

reflejado en el negro de sus pupilas,

vi mi rostro y mi sentir,

no me quedó de otra que aceptar,

que me estaba equivocando

que algo debíamos cambiar

pero ¿como?

En todos estos años

la colección ha crecido,

de peso en mi espalda

y dolores en mi corazón,

ce cosas que callo

evitando derrumbarme,

con una sola voz encadenada 

a la mentira,

a una historia feliz despedazada,

tratando de salvar un alma

 tan bella como derrotada;

que vive a la espera de que todo

sin remedio,

sin reparo,

sin miedo,

haga erupción.

Sigo por la vida recogiendo

cargas que no me corresponden,

llenándome de odios sin sentido,

de tristezas sin razón,

practicando día a día 

todas las sonrisas que los esconden.

Me sigo haciendo la fuerte,

aun cuando muchas veces respirar me cueste;

pero aquí estoy

tratando de sacar mis piedras del camino,

con la esperanza de ser alguien mejor

alguien que no llora y no sufre

por lo que hace mucho tiempo paso,

alguien que no se ahoga en vasos de agua

o charcos de sangre, 

después de un derrumbe.

Y todo eso lo intento,

con tal desesperación 

que pierdo el aliento

mientras sigo escribiendo,

mientras todos los días me miento.

Me dejó caer de rodillas,

CATÁSTROFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora