Mi padre, se emociona.

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- Señor, aquí está el andador -dijo sonriente Gricelda.

- Señor Dave, ¿Quiere que lo arme y ajuste para Camille? -dijo Marie emocionada.

- Sí, hazlo -dicho ésto mi padre se levantó- te dejo René, iré a pasear con Camille por la casa -y se acercó a Marie y Gricelda.

Por lo que veo, esa cosa era el "andador". ¿Cómo funcionaba?, eso veré ahora.

Al poco tiempo Marie lo terminó de arreglar y mi padre con cuidado me dejó dentro del andador.

Entonces se distanció de mí, me sonrió.

- Ahora ven a mí Camille -dijo esperando a que fuera a él.

Esto era cómodo y a la vez no. Siento como si colgara. Y me incomoda. Pero a la vez es fabuloso, siento que mis pies se mantiene un poco más firmes sobre el suelo.

Entonces lo intentaré, no debo dejar a mi padre esperando, y menos cuando ya me está esperando. Así que dí mi mayor esfuerzo para caminar hacia él.

Esto se hacía fácil. Podía mover mis piernas sobre el suelo, con lentitud, pero podía.

Entonces dejé de mirar mis pies para ver a mi padre. El parecía sorprendido y emocionado.

Entonces llegué a sus piernas.

El seguía mirándome encantadamente, entonces sus ojos cristalizaron, una lágrima cayó por sus mejillas.

Mi padre... estaba... llorando.

Eso no se veía todos los días.

- Oh vaya, vaya, ¿Emocionado por Camille? -molestó Marie a mi padre acercándose a su lado.

Mi padre cambió su expresión, esa expresión nunca la había visto. No sabría como describirla. Pero era linda.

Se limpió las mejillas y sonrió burlón.

- Sólo entró un pequeño insecto a mis ojos, no hay manera en que llorara por algo insignificante. Solo lo hizo gracias a ese andador, ni siquiera camina -su sonrisa era burlona, pero se notaba la conmoción que sentía en su interior.

Marie dió unas pequeñas risitas.

- Cállate, antes que cambie de opinión y consiga una nueva niñera para Camille -amenazó mi padre, parecía molesto por su tono de voz, pero tenía la misma expresión bonita de hace unos momentos- Ya que la anterior podría "morir" -dijo y le dió la espalda a Marie.

- Claro, claro Señor -dijo Marie tratando de aguantar su sonrisa burlona.

Mi padre entonces se volteó a mí.

- Camille, saldré con René hoy. Vuelvo en la noche. -me dijo tranquilo- Y tú, más te vale comportarte con Camille -amenazó mi padre a Marie.

- Por supuesto Señor -dijo manteniendo su sonrisa burlona.

- ¡Es enserio! -dijo mi padre con cara totalmente seria.

- ¡Sí señor! -dijo Marie sonriente ésta vez.

Y entonces mi padre se fue. De seguro junto a René para luego poder ir a su compromiso.

Miré a Marie quien estaba delante mío. Detrás de su espalda, tenía ambas manos sujetando algo. Ese algo lo estaba ocultando en sus manos, y ese algo brillaba muy bonito.

Traté de fijarme mejor, parecía una especie de joya, entonces me acerqué más, parecía una de esas cosas que llevaban en sus orejas las mujeres de ahí. Y Marie volteó a mí.

- Muy bien Camille, mañana vamos al doctor, mañana te ponen otra de tus vacunas -me sonrió y entonces me mostró lo que tenía en sus manos- Esto es un secreto entre nosotras -me sonrió dulcemente tierna, parecía una niña emocionada por un regalo.

Yo miré fijamente lo que tenía en sus manos, y sí, eran lo que pensé. Eran los aretes que Marie siempre usaba.

- Éste arete me había dado un muchacho que me gustaba hace mucho tiempo atrás, y tal ves, ya los has visto, ya que siempre los uso -sonrió y se puso los aretes- Pero el muchacho, ahora hombre no se acuerda de ellos, y nunca los ha notado en mis orejas -su sonrisa parecía triste.

¿Quién era ese muchacho?, ¿Qué tan ciego debe estar para no recordar lo que regaló?. Mejor dicho, ¿Quién rechazaría estar con ella?, ¡Ella es muy bonita y amable!. Si me encontrara a ese hombre me gustaría regañarlo, por no notarla.

 Si me encontrara a ese hombre me gustaría regañarlo, por no notarla

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Figlia Della MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora