No lo digas

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Al día siguiente, los menores se acercaron a ver la práctica de Sawamura, que no sabía cómo lanzar correctamente al guante del cátcher, Miyuki se encontraba entretenido con el menor, su deber era ayudar a que este recuperara su vieja forma de lanzar, con la que los había apoyado hasta ahora.

Pero su mente se encontraba más distraída que la de Sawamura, no podía dejar de pensar en aquella escena, en la cual estaba marcándole a otra persona y diciéndole a otra persona que la amaba, a pesar de que él, ahora lo entendía, estaba celoso y enamorado, no quería que Eijun siguiera pensando en Sanada, pero eso... parecía ser imposible, porque sus ojos guardaban esa tristeza, que se mostraba en pocas ocasiones.

-¡Miyuki!...-

El entrenador notó que no estaba concentrado y le habló para que fuera.

-Sabes que ahora tienes mayor responsabilidad, no espero que hagas todo el trabajo, sólo concéntrate, te tengo en un concepto diferente al de todos, no me falles-

Por fin despejó la mente y se acercó a su lugar para volver a pedir lanzamientos, Furuya estaba con su aura esperando que se desocupara, porque tal parecía que no sería pronto, estaba entrenándolo mejor que de costumbre, y daba mejores consejos de los que él había podido recibir.

-Sawamura, está noche estaré libre, paso por ti para llevarte al campo techado y seguir entrenando todo lo que quieras-

Furuya respingó, puesto que ahora, se le había ido la oportunidad de ir con él a entrenar por la noche, y todo, porque el cátcher se le había adelantado.

Miyuki trató de mostrarle las posturas con las que había lanzado anteriormente, y finalmente lo dejaron y a despejarse bateando, así que el supuesto "ace" se acercó al número dos para decirle algo en el oído.

-Ahora le pone atención ¿Qué diría si supiera que usted fue el primero en rechazarlo?-

-No...-

No pudo contestarle al menor como quería porque este ya no estaba detrás de él, lo sabía, si Sawamura se enteraba de lo que había pasado, su oportunidad de redimirse se extinguiría, sabía que luchaba en contra del reloj, tan sólo llevaba un día, pero era un día para pedir perdón esforzándose por ayudarlo, sobre todo, porque no sabía cuándo recuperaría la memoria el menor, aunque... sentía que si recordaba, tal vez, esos sentimientos que albergaba por Sanada, se podrían morir, lo cual le hacía desear, que recordara todo y se olvidará de amar a otro.

-¿Miyuki-san?-

-Sawamura, ven conmigo, vamos a batear un poco-

-Si...-

Era menos escandaloso que de costumbre, más obediente y mucho más educado; aunque el extrañaba al anterior castaño, aquel del que él se enamoró, no dejaba de pensar en eso, daba vueltas y vueltas en su cabeza.

Desde ese día, y hasta la actualidad trabajaban mucho juntos, siempre recibía palabras duras del no. 1, que le hacían recordar todo el daño que había provocado en su pitcher, pero las dejaba pasar y seguía tratando de proteger al menor.

-Sawamura-sempai-

Asada y los demás se juntaron para verlo jugar un poco, sabían que no jugaría igual, pero sus lanzamientos era bonitos, algo los atraía a verlos, así que fue llamando la atención de los menores.

Su sonrisa llena de vida, esos ojos brillantes, sus rosadas mejillas, hacían que todos le tomaran aprecio, se había ganado el corazón de muchos con tan sólo unos días, y estaban decididos a ser amigos de una persona como esa, tan pura que no podían imaginársela haciéndole daño a alguien a propósito.

Ojos brillantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora