Vista en cama

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Sanada había resistido los últimos 3 días de las vacaciones que habían tomado para descansar, viendo al castaño cuando se cambiaba o como se comportaba, sobre todo porque solía sonreír mucho, lo que más le gustaba era cuando comían, a veces le quedaba algo de comida en la mejilla y se veía adorable, la retiraba de su rostro con una servilleta y a cambio recibía otra mirada dulce y feliz.

-Sawamura... ¿puedes lanzar para mí en la tarde?-

-Eh... lo siento, yo no sé lanzar-

Era difícil asimilar que habían perdido la habilidad de un pitcher como ese, porque parecía el mismo de siempre, tan escandaloso como en los partidos que tenían, lo más sorprendente era que tenía un increíble apetito.

-¡Comes mucho!-

-Mishima, no le hagan burla por su forma de comer-

-Sanada-sempai ¡Es que come mucho!-

-Así solían darnos de comer en...-

Estaba a punto de decir algo, pero se detuvo en seco al no recordarlo, su cabeza comenzó a dolerle al no poder ver bien aquel recuerdo que pasaba por su cabeza, sin embargo su mente se puso en blanco y una sombra apareció en la cabeza, escuchó la voz de alguien llamándolo.

-Sawamura...-

El cuerpo se le fue de lado y cayó en los brazos de Sanada que lo atrapó antes de que tocara el suelo

-¿Qué le ha pasado?-

-Estábamos bien y se desmayó-

-Me dio la impresión de que estaba recordando algo-

-No creo que recuerde nada, si lo hiciera, ya estaría de vuelta en Seido, y se iría, dejándonos de lado-

-Sanada-san... ¿sientes aprecio por él?-

-¿Qué? No es eso, simplemente es que me he dado cuenta de lo honesto que es, y es imposible que no me agrade, suele ser muy ruidoso, pero siempre... siempre está brillando-

A muchos les sorprendió que hablara tanto de alguien, sobre todo porque él también era el tipo de persona que no externaba sus sentimientos, además, justo después de terminar de hablar, se llevó al castaño a su habitación en los brazos, mientras lo veía dormir como un dulce ángel, con las mejillas rosadas.

Apenas lo puso en su cama, se dio cuenta de que se sentía atraído a los labios de Sawamura

-¿Qué se sentirá besarte?-

Iba a acercarse para besarlo cuando unas lágrimas cayeron de los ojos del menor que dormía en la cama

-Les juro... que no lo hice a propósito... créanme por favor...-

Sus ojos se abrieron, algo estaba atormentando a ese ser tan dulce, algo había detrás de la perdida de la memoria, de los ojos tristes del menor antes de que perdiese la memoria, podía recordar que miraba desde las gradas cuando vio una mirada suplicante en ese pequeño.

Dejó de pensar en ello y se fue a dormir a su cama, porque ya era tarde y al día siguiente les tocaba empezar el entrenamiento.

La mañana llegó y Sawamura se despertó al mismo tiempo, los chicos vieron al menor llegar a los vestidores para cambiarse, y Sanada llegó detrás de él, para variar, Akiba hiso algo que jamás habían visto los demás, apresuro a todos a que se cambiaran y dejaron a esos dos solos, ni el mismo Sanada entendió la razón.

-Los pitchers siempre deben tener su espacio-

Si alguien sabía lo que su pitcher necesitaba era el cátcher, así que adelantándose a la verdad que Shumpei guardaba en su corazón, su amigo despejó el camino para su compañero.

Ojos brillantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora